El Bayern Munich femenino abrió su temporada en la Bundesliga con un escenario inédito: más de 50.000 entradas vendidas para el partido en la Allianz Arena contra Bayer Leverkusen. La defensa del título llegó acompañada por una atracción extra: la dupla de Pernille Harder, delantera danesa, y Magdalena Eriksson, defensora sueca, pareja dentro y fuera de la cancha.
En una entrevista con el diario Sport Bild, Magdalena Eriksson destacó la magnitud del debut: “Besser kann man eine Saison nicht eröffnen. Estoy muy feliz, sobre todo porque nuestras familias estarán en el estadio”.

Una pareja en la elite del fútbol europeo
Pernille Harder y Magdalena Eriksson llevan más de un año comprometidas y desde hace dos temporadas comparten el vestuario del Bayern Múnich femenino. “Es poco común que una pareja comparta el mismo equipo y lo haga de manera pública. Para nosotras, cuando estamos en el vestuario somos compañeras de equipo; en casa somos pareja”, explicó Harder.
Para Eriksson, separar la vida privada de la profesional nunca representó un obstáculo. “Queremos comportarnos con profesionalismo en el club, y en casa tener nuestro espacio como cualquiera”, sostuvo.

El peso de la camiseta bávara
El desafío deportivo no es menor. Harder admitió que el objetivo no se negocia: “Ser primeras es la expectativa de todos, pero también la nuestra. No tenemos miedo en decirlo: defender el título es nuestro mayor objetivo”. Su compañera agregó que la pelea no será sencilla y anticipó una competencia directa entre Bayern, Eintracht Frankfurt y VfL Wolfsburg.
El liderazgo de Pernille Harder en la cancha se reflejó en cifras: la temporada pasada anotó 14 goles y dio cinco asistencias en Bundesliga, contribuyendo al doblete de campeonato y Copa de Alemania. Su rendimiento le valió integrar la kicker-Elf de la temporada.

Eriksson, entre lesiones y competencia interna
La realidad de Magdalena Eriksson fue distinta. La sueca solo disputó 11 de los 22 partidos de liga, ocho de ellos como titular. Lesiones y problemas físicos intermitentes le impidieron consolidar continuidad. Para reforzar la defensa, el club incorporó a la danesa Stine Ballisager y a la canadiense Vanessa Gilles, mientras que la islandesa Glodis Perla Viggosdottir y la noruega Tuva Hansen continúan como opciones en su puesto.
Pese a los contratiempos, Eriksson defendió su decisión de llegar al Bayern: “El cambio fue perfecto. Sentimos que nos valoran y que podemos aportar al éxito. Nos gusta mucho vivir en Múnich”.

Contratos hasta 2026, futuro abierto
Ambas jugadoras firmaron contratos hasta 2026, pero su permanencia más allá de esa fecha no está asegurada. Harder lo explicó con franqueza en declaraciones a kicker: “No depende solo de nosotras. Sería lindo terminar nuestras carreras juntas, pero nada está escrito en piedra”.
Eriksson complementó que la continuidad dependerá de sentirse ambas plenas en lo deportivo: “Tiene que ser una situación en la que podamos aportar y sentirnos felices”.

Un proyecto con fecha de evaluación
El futuro inmediato también estará marcado por el trabajo del nuevo entrenador, José Barcala, que afronta su primera temporada al mando del plantel. A partir de 2025, varios contratos clave expirarán, incluyendo los de Viggosdottir, Hansen, Sarah Zadrazil, Sydney Lohmann y Georgia Stanway. Ese posible recambio podría redibujar el plantel y condicionar la permanencia de Harder y Eriksson.
Mientras tanto, el foco está en la presente Bundesliga. Con récord de público, nuevas incorporaciones y la expectativa de defender el título, el Bayern apuesta a combinar resultados deportivos con una mayor visibilidad para el fútbol femenino. En ese escenario, la historia de Harder y Eriksson funciona como símbolo de profesionalismo y también de apertura cultural en un deporte que todavía se debate entre tradición y cambio.




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