Christian Brückner, principal sospechoso por la desaparición de Madeleine McCann en 2007, fue liberado esta semana de la cárcel de Sehnde, en Alemania, tras recibir una inesperada ayuda financiera. La exfuncionaria de la Oficina Federal de Investigación Criminal (BKA), identificada como Rebecca K., abonó una multa pendiente de 1.447 euros y evitó así que Brückner cumpliera los 111 días adicionales de prisión que le restaban.
La suma correspondía a condenas previas por falsificación de documentos, lesiones físicas y otras faltas. De no haberse efectuado el pago, Brückner habría permanecido encarcelado hasta el 6 de enero. La transferencia fue realizada el 5 de junio a la fiscalía de Brunswick, en una operación que generó una fuerte controversia pública al conocerse la identidad de la donante.
Una donación polémica e inesperada
En un primer momento, trascendió que Rebecca K. había actuado “por pena”. Más tarde, la mujer aclaró que cometió un error: creyó que la multa estaba vinculada a una condena por insultos a la autoridad, lo cual le parecía desproporcionado. Cuando comprendió que se trataba de delitos más graves, ya no pudo recuperar el dinero.

“Nunca tuve contacto personal con Christian Brückner”, declaró Rebecca K. Sin embargo, su relación previa con el entorno del caso es llamativa: en 2023, se contactó con el abogado de Brückner para informarle que la celda de su cliente había sido equipada con dispositivos de escucha. Según ella, participó de la instalación como técnica operativa de audio del BKA, y aseguró que sus excompañeros le dijeron que “tenían cuentas pendientes con Brückner”.
La suma de EUR 1.447 redujo en 111 días la condena del principal sospechoso del caso McCann.
Restricciones post-libertad
Pese a su liberación, Brückner no goza de plena libertad. Lleva una tobillera electrónica, debe presentarse mensualmente ante las autoridades de libertad condicional y no puede abandonar su lugar de residencia sin autorización judicial. Además, le fue retirado el pasaporte y se le otorgó un documento de identidad restringido al territorio alemán. Estas condiciones regirán durante cinco años.
La fiscalía justificó las medidas con base en un informe psiquiátrico presentado en 2024, según el cual Brückner podría reincidir. El especialista a cargo lo catalogó en la “Topliga de la peligrosidad”, aunque aclaró que su diagnóstico es presuntivo, ya que el acusado se negó a entrevistarse con él.

Sin pruebas concluyentes, pero bajo sospecha
Aunque Brückner es el principal sospechoso en el caso McCann, no existen pruebas suficientes para formular una acusación formal. Según Hans Christian Wolters, vocero de la fiscalía de Brunswick, el teléfono móvil de Brückner se encontraba cerca del lugar donde desapareció la niña británica de tres años en Praia da Luz, Portugal. No obstante, hasta ahora no se halló “nada que lo descarte como autor, pero tampoco evidencia concluyente para detenerlo por este caso”.
La investigación sigue abierta desde hace cinco años. “Hemos recibido cientos de pistas y las seguimos procesando. No hay indicios exculpatorios ni coartadas sólidas”, explicó Wolters.
El peso de la sospecha
El abogado defensor, Friedrich Fülscher, denunció que su cliente fue “condenado socialmente” y que difícilmente podrá reconstruir una vida normal. “Nadie quiere vincularse con un supuesto asesino de niños”, dijo. También cuestionó el accionar del Estado, al considerar que la presión mediática y judicial convirtió a Brückner en un chivo expiatorio sin sentencia.
El caso Madeleine McCann, uno de los más mediáticos de las últimas décadas, vuelve así al centro del debate europeo. La liberación de su principal sospechoso, facilitada por una ex agente estatal, pone en discusión los límites de la justicia, el rol de las instituciones y la fragilidad de las investigaciones prolongadas en el tiempo.




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