Un hombre descubrió un tesoro de la época romana en el norte de Alemania, con cientos de monedas de plata, una pieza de oro y varios lingotes, pero lo hizo sin permiso y mantuvo el hallazgo en secreto durante casi una década.
El hecho se produjo cerca del pequeño pueblo de Borsum, en el distrito de Hildesheim, dentro del estado de Baja Sajonia, al noroeste de Alemania. En 2017, un joven de 23 años utilizó un detector de metales para recorrer una zona agrícola y encontró un conjunto de objetos antiguos que luego se confirmaron como parte de un tesoro de más de 2.000 años.
Entre los objetos había centenares de monedas de plata, un anillo de oro, una moneda del mismo metal y varios lingotes de plata. Se trataba de un depósito propio de la época imperial temprana de Roma, un período marcado por la expansión del imperio y su contacto con los pueblos germánicos que habitaban más allá del limes, la frontera romana.

El descubridor no contaba con autorización para realizar búsquedas arqueológicas, algo que en Baja Sajonia exige una licencia oficial. Tampoco informó a las autoridades locales ni a los organismos de protección de monumentos. Durante ocho años mantuvo el hallazgo oculto, sin declarar los objetos ni entregarlos para su estudio.
Recién en abril de 2025, el hombre decidió comunicarlo a la policía y al Departamento de Protección de Monumentos de Hildesheim. La confesión incluyó la ubicación original del sitio y la descripción de las piezas que había encontrado.
La investigación arqueológica
Tras la denuncia, el Gobierno regional de Baja Sajonia ordenó una excavación formal en el lugar. A comienzos de octubre de ese mismo año, un equipo de especialistas en arqueología y conservación inició un relevamiento más amplio. En esa intervención se descubrieron decenas de monedas adicionales, elevando el total a 450 piezas de plata, lo que convierte el hallazgo en uno de los mayores tesoros romanos encontrados en la región.
El material se encontraba en distintos estados de conservación. Algunas monedas todavía mostraban la efigie de emperadores, mientras que otras estaban corroídas por la humedad del suelo. También aparecieron fragmentos de joyería y restos metálicos que aún se analizan.
El hallazgo fue descrito como de enorme valor científico. Los investigadores explicaron que las monedas pertenecen al período inicial del Imperio Romano, posterior al colapso de la República, cuando los emperadores consolidaron su poder político y militar.
Los especialistas estiman que el tesoro fue enterrado durante una etapa de tensión entre las tribus germánicas y las legiones romanas que avanzaban hacia el norte de Europa. En esa época, los intercambios comerciales y los conflictos bélicos coexistían en la frontera cultural entre Roma y los pueblos locales.
El arqueólogo Sebastian Messal, responsable del Departamento Regional de Conservación de Monumentos, indicó que el depósito ayudará a entender las rutas de circulación de metales preciosos y el tipo de relaciones que existían entre ambas civilizaciones.
Los objetos serán sometidos a estudios de laboratorio para determinar su composición exacta y su datación precisa. El proceso de limpieza y conservación llevará varios meses. Los resultados permitirán saber si el tesoro fue enterrado por mercaderes romanos o por miembros de comunidades germánicas, y qué circunstancias motivaron su ocultamiento.
La ley y las consecuencias
En Alemania, el uso de detectores de metales con fines arqueológicos está regulado por cada estado federado. En Baja Sajonia, la normativa exige contar con un permiso especial que garantiza la correcta manipulación y registro de los objetos hallados. El objetivo es evitar que se destruyan contextos arqueológicos que aportan información sobre el pasado.
Al no cumplir con la ley, el descubridor enfrentó una investigación penal. Sin embargo, la Fiscalía de Hildesheim decidió cerrar el caso porque el plazo de prescripción había vencido. Los delitos de este tipo prescriben en un lapso de cinco años, por lo que no fue posible aplicar sanciones.
El hombre, hoy de 31 años, se inscribió en un curso oficial de detección metálica, ofrecido por el propio gobierno regional. Allí se enseña a los aficionados cómo actuar ante un hallazgo y cómo notificarlo sin alterar el entorno.
Las autoridades destacaron que, pese al error inicial, el hecho de que el tesoro haya sido entregado finalmente permitirá su estudio y preservación. Una parte de las piezas será exhibida en el Museo Regional de Baja Sajonia, mientras que otras quedarán bajo resguardo para investigación científica.

El gobierno regional anunció que reforzará los controles y campañas de información. También propuso ofrecer incentivos a quienes reporten hallazgos de forma voluntaria, con el fin de promover la colaboración entre ciudadanos y arqueólogos.
El tesoro de Borsum se suma a una lista de hallazgos notables en el norte de Alemania, una zona que durante siglos fue frontera entre Roma y el mundo germánico. Cada nueva pieza recuperada aporta información sobre el comercio, las alianzas y los conflictos de aquella época.
La magnitud del depósito y su antigüedad lo convierten en un descubrimiento clave para la arqueología europea. Los estudios iniciales estiman que las monedas fueron acuñadas entre los siglos I a.C. y I d.C. Algunas de ellas presentan inscripciones latinas aún legibles.
Un descubrimiento con valor histórico
Los arqueólogos consideran que el tesoro podría haber sido enterrado en momentos de peligro, como una reserva de emergencia ante una invasión o un desplazamiento forzoso. La hipótesis más aceptada indica que un comerciante romano o un aliado local ocultó el metal para protegerlo de un ataque y nunca regresó a recuperarlo.
Además del interés científico, el caso tuvo impacto mediático por el componente humano: un joven que guardó en secreto un hallazgo extraordinario, sin medir las consecuencias legales ni la pérdida de información que su silencio implicó.
El valor económico del tesoro es difícil de calcular. Solo las monedas de plata podrían alcanzar EUR 200.000, pero su valor histórico supera cualquier tasación comercial. Las autoridades de Hildesheim confirmaron que todas las piezas pasarán a propiedad pública.



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