El Papa León XIV aprobó este viernes los decretos que reconocen a 11 nuevos mártires y a cuatro venerables, tras una audiencia con el cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos. Con esta decisión, la Iglesia Católica les rinde homenaje a hombres y mujeres que ofrecieron su vida por su fe o que vivieron con una santidad ejemplar.
Los nuevos santos fueron asesinados “por odio a la fe” durante los regímenes totalitarios del siglo XX. Nueve de ellos eran sacerdotes polacos de la Sociedad Salesiana de San Juan Bosco, víctimas del nazismo entre 1941 y 1942. Fueron ejecutados en los campos de concentración de Auschwitz y Dachau por negarse a renunciar a su ministerio religioso.
Los mártires polacos son Jan Świerc, Ignacy Antonowicz, Ignacy Dobiasz, Karol Golda, Franciszek Harazim, Ludwik Mroczek, Włodzimierz Szembek, Kazimierz Wojciechowski y Franciszek Miśka. Todos padecieron torturas antes de morir, y fueron recordados por su serenidad y compromiso espiritual.
Junto a ellos, también fueron canonizados Jan Bula y Václav Drbola, dos sacerdotes diocesanos de la antigua Checoslovaquia. Ambos fueron ejecutados entre 1951 y 1952, en los años posteriores al ascenso del régimen comunista en su país. Su causa de canonización subraya la fidelidad de los sacerdotes frente a la persecución política y religiosa de la época.
Fidelidad hasta el final
Los documentos aprobados por el Papa describen a estos religiosos como testigos de una fe inquebrantable. Sus historias muestran la dureza de las dictaduras del siglo XX y el papel de la Iglesia como refugio espiritual. En Polonia, los salesianos fueron vigilados, detenidos y asesinados por sostener actividades pastorales prohibidas por el régimen nazi.

En Checoslovaquia, los sacerdotes Bula y Drbola fueron acusados falsamente de conspirar contra el Estado. Los juicios, realizados bajo presión política, concluyeron con su ejecución. Décadas después, sus comunidades impulsaron las causas de beatificación, argumentando que murieron perdonando a sus verdugos.
El reconocimiento de estos 11 mártires representa un gesto de memoria histórica y reparación hacia los religiosos que defendieron la libertad de conciencia y la dignidad humana. Según el Dicasterio para las Causas de los Santos, los procesos de canonización contaron con documentos, testimonios y pruebas que acreditan el carácter martirial de las muertes.
Cuatro nuevos venerables
Además de las canonizaciones, el Papa León XIV firmó los decretos que declaran “venerables” a cuatro siervos de Dios, cuyos ejemplos de vida y virtudes heroicas serán objeto de devoción y estudio. Entre ellos se encuentran tres religiosos europeos y un sacerdote con obra misionera en América Latina.
El dominico José Merino Andrés, nacido en Madrid en 1905, dedicó su vida a la formación espiritual. Durante su etapa como maestro de novicios en Palencia, formó a más de 700 sacerdotes, transmitiendo el carisma de la Orden de Predicadores. Su humildad y entrega pastoral fueron reconocidas por toda la comunidad. Falleció el 6 de diciembre de 1968.

Otro de los nuevos venerables es Gioacchino della Regina della Pace, carmelita descalzo italiano, que antes de profesar en la orden sirvió durante diez años como custodio del Santuario de la Reina de la Paz, en Liguria. Ingresó formalmente a la vida religiosa en 1967 y murió en 1985, a los 95 años. Fue recordado por su sencillez y su vida de oración constante.
También fue reconocida María Evangelista Quintero Malfaz, monja cisterciense española del siglo XVII. Ingresó al monasterio con fama de mística y dedicó su vida a la contemplación y a la oración por la conversión de los pecadores. Sus hermanas la consideraban un ejemplo de pureza interior y buscaban su consejo espiritual. Murió en 1648, dejando escritos de profunda inspiración religiosa.
Por último, fue declarado venerable Angelo Angioni, sacerdote italiano y fundador del Instituto Misionero del Inmaculado Corazón de María. Nacido en 1915, fue ordenado en 1938 y enviado a Brasil como misionero en 1951. En la diócesis de São José do Rio Preto, trabajó con los pobres y acompañó a seminaristas y sacerdotes. Su humildad y serenidad se convirtieron en su sello personal. Falleció el 15 de septiembre de 2008, dejando un legado de caridad y servicio.
La santidad como testimonio
El anuncio de las canonizaciones y reconocimientos fue recibido con alegría en las diócesis de origen de los homenajeados. En Polonia, las comunidades salesianas preparan celebraciones y peregrinaciones en memoria de los mártires. En España e Italia, las órdenes dominicana, carmelita y cisterciense destacaron el valor de sus miembros como modelos de fe y perseverancia.
El Papa León XIV subrayó que estos nuevos santos y venerables representan diferentes caminos hacia la santidad: el martirio, la enseñanza, la oración y la misión. Cada uno, desde su lugar, encarnó una respuesta concreta al Evangelio en tiempos difíciles.
La Congregación para las Causas de los Santos confirmó que los próximos pasos incluirán la preparación de ceremonias litúrgicas y la publicación de los decretos oficiales. Con estas canonizaciones, el pontífice amplía el testimonio espiritual de la Iglesia y reafirma el valor del sacrificio y la entrega como signos de esperanza.



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