En medio del cansancio social tras años de pandemia, una nueva variante del Covid-19 se impone en Europa. Se trata de la cepa XFG, conocida en los medios como la “variante Frankenstein” por su estructura híbrida. En Alemania, el Instituto Robert Koch (RKI) confirmó que ya representa más del 80% de los casos detectados, desplazando a las anteriores sublíneas del virus.
El apodo no es casual. XFG surgió de la combinación genética de las variantes LF.7 y LP.8.1.2, dos descendientes de Ómicron. Como un experimento salido de un laboratorio ficticio, esta fusión generó un virus más resistente y con una capacidad de contagio superior. Aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo clasifica como “variante bajo vigilancia” y no lo considera más letal, su velocidad de propagación preocupa a los especialistas.
En paralelo, los casos de enfermedades respiratorias agudas aumentan en todas las edades, y el Covid-19 volvió a ubicarse como el segundo virus más detectado, solo detrás del rinovirus. La incidencia estimada en Alemania ronda los 600 contagios por cada 100.000 habitantes, aunque los expertos admiten que la cifra real podría ser mucho más alta, debido a la escasa cantidad de testeos.
Síntomas, apodos y efectos prolongados
El apodo de “razor blade throat” o “garganta de cuchilla” acompaña a esta variante por los intensos dolores que describen algunos pacientes. Sin embargo, los especialistas aclaran que no hay pruebas científicas de que XFG cause más irritación o fiebre que otras cepas. La mayoría de los síntomas son los habituales: dolor de garganta, tos, congestión, cansancio, fiebre y pérdida de olfato o gusto.

Más allá de los cuadros agudos, el mayor temor recae en el aumento de los casos de long Covid, una condición que provoca fatiga crónica, niebla mental y disfunciones neurológicas. En Alemania, ya más de 1,5 millones de personas figuran con diagnósticos vinculados a Covid-19 prolongado o síndrome ME/CFS. Solo un 5% logra recuperarse cada año, según los registros oficiales.
La situación sanitaria se agrava por los recortes presupuestarios. El Ministerio de Salud redujo el gasto hospitalario en EUR 1.800 millones, y el presupuesto general del sistema pasó de EUR 64 000 millones en 2022 a EUR 20 000 millones en 2025, menos de un tercio. Las clínicas advierten que los recursos no alcanzan para enfrentar una nueva ola ni para atender la demanda de rehabilitación de los pacientes con secuelas.
Desinterés oficial y saturación social
Pese al avance de la XFG, las autoridades sanitarias minimizan la situación. El RKI y el Ministerio de Salud solo recomiendan vacunarse de manera voluntaria, especialmente a mayores y grupos de riesgo. No existen planes de emergencia ni medidas preventivas como uso de barbijo o testeos obligatorios. La Conferencia de Ministros de Educación ratificó la asistencia presencial en las escuelas y descartó reintroducir protocolos.

El discurso oficial apunta a tratar el Covid-19 como una gripe común, dejando en manos de cada ciudadano la responsabilidad de protegerse. Para los médicos y científicos, esta decisión representa una peligrosa banalización del riesgo. El propio RKI reconoció un aumento de licencias laborales por enfermedades respiratorias, que ya representan más de un tercio de las ausencias en el trabajo. Los docentes, enfermeros y empleados del transporte son los más afectados.
El abandono estatal de la pandemia tiene consecuencias directas: geriátricos y hospitales funcionan al límite, y los trabajadores deben cubrir ausencias sin refuerzos ni incentivos. En paralelo, las familias enfrentan el dilema de cuidar a parientes enfermos mientras las guarderías y escuelas también sufren bajas de personal.
Un virus que no se fue
La OMS mantuvo sus recomendaciones internacionales de salud para el Covid-19 hasta abril de 2026. Aunque su evaluación actual del riesgo sea “baja”, el hecho de extender las medidas demuestra que la pandemia no terminó. En palabras del médico alemán Christoph Specht, “el virus llegó para quedarse”.
Los expertos consideran que el enfoque sanitario actual —centrado en prevenir solo los casos graves— equivale a renunciar a cualquier estrategia de control o erradicación. De esta forma, XFG se propaga sin restricciones en espacios públicos, escuelas y transportes. La población vulnerable vuelve a quedar expuesta.
El virus, que alguna vez detuvo al mundo, se adaptó a convivir con la indiferencia. La variante Frankenstein no solo combina fragmentos genéticos de cepas anteriores: también encarna la mezcla de desinformación, cansancio y desinterés político que rodea al Covid-19 cinco años después de su irrupción.



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