La Federación de Industrias Alemanas (BDI) elevó el tono en su diagnóstico sobre la situación de la economía del país. Su presidente, Peter Leibinger, afirmó que Alemania enfrenta “la crisis más profunda desde la Segunda Guerra Mundial” y presionó al gobierno federal para que modifique su estrategia. El sector productivo describe un panorama de caída estructural.
La advertencia surge en un contexto de recesiones consecutivas, tensiones comerciales y costos energéticos que complican la actividad industrial. Para la BDI, el país necesita un giro inmediato en políticas económicas, algo que, según su visión, todavía no aparece con nitidez en la agenda oficial.
El canciller Friedrich Merz asumió en mayo con la promesa de recuperar competitividad y reactivar la economía. Sin embargo, la organización empresarial sostiene que las respuestas ofrecidas hasta ahora no cambiaron la tendencia.

La crítica subraya que el gobierno movió sus piezas con lentitud y sin un plan capaz de modificar expectativas. “La industria está en caída libre”, afirmó Leibinger, quien pidió decisiones rápidas y un programa enfocado en productividad y crecimiento.
Advertencia de la industria: un deterioro prolongado
El análisis de la BDI sostiene que la producción industrial caerá también en 2025. Sería el cuarto año consecutivo de retroceso. Para la organización, este dato muestra que el problema no surge de un ciclo pasajero. Habla de estructuras que perdieron fuerza, de costos que quitan competitividad y de mercados que cambiaron su composición.
Los altos precios de la energía golpean a fabricantes grandes y pequeños. El sector señala que varias compañías recortaron turnos o ajustaron programas de inversión. Algunas trasladaron parte de su producción a otros países. Este movimiento se aceleró en los últimos años por la presión de los costos y por la volatilidad del mercado energético europeo.
La demanda externa también se debilitó. Varios de los principales destinos de exportación ajustaron compras por motivos internos. A esto se suma la competencia de China, que amplió su presencia industrial en sectores donde Alemania solía ocupar posiciones dominantes. La federación describe ese avance como un desafío directo para la estructura productiva del país.

A esto se agregan tarifas aplicadas por Estados Unidos que encarecen bienes industriales alemanes. El resultado es un escenario donde la industria pierde mercados y enfrenta presiones adicionales en sus cadenas de valor.
La economía cerró dos años consecutivos de recesión. Los pronósticos más recientes indican que el país solo alcanzaría un crecimiento modesto en 2025. Para el empresariado, este dato confirma la debilidad acumulada. Aunque algunos sectores mantuvieron estabilidad parcial, la visión general muestra fragilidad. La industria considera que el país se alejó de los niveles de dinamismo vistos en períodos previos y que ese deterioro afecta empleo, innovación y competitividad exportadora.
Críticas al gobierno: lentitud y falta de dirección
El canciller Friedrich Merz prometió reactivar la economía con un plan de reformas. Sin embargo, la BDI reclama una acción más definida. Señala que las iniciativas actuales no alteran los factores que explican la caída industrial. Leibinger afirmó que el Ejecutivo “no responde con la determinación necesaria”. La federación sostiene que existen medidas puntuales, pero sin un enfoque integral que marque prioridades.
El reclamo incluye pedidos para simplificar regulaciones, reducir cargas impositivas y estabilizar el mercado energético. La industria considera que estos puntos deben resolverse para evitar más retrocesos en producción y empleo. También pide incentivos para inversión en tecnología, infraestructura y digitalización. Aunque el gobierno difundió planes en esas áreas, los empresarios advierten que los tiempos de implementación son demasiado largos.
Merz tiene tensiones dentro de su coalición. El debate interno dilata definiciones que la industria considera urgentes. La falta de consenso ralentiza proyectos de estímulo y bloquea decisiones vinculadas a energía, comercio y política industrial. Según la BDI, esta situación genera incertidumbre y desalienta inversiones. La organización insiste en que las empresas necesitan señales claras para planificar.
La distancia entre el gobierno y el sector empresarial creció en los últimos meses. Varias cámaras regionales apoyaron el diagnóstico de la BDI. Documentaron recortes de producción, pérdida de participación en mercados internacionales y dificultades para sostener competitividad. La federación afirma que estos datos requieren una estrategia de Estado que hoy no se percibe.



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