La apertura del nuevo Museo de la Ciudad de Naila, en el distrito bávaro de Hof, colocó nuevamente en escena un episodio emblemático de la Alemania dividida. El espacio inauguró su recorrido con la exhibición del globo aerostático utilizado por las familias Strelzyk y Wetzel para cruzar desde la República Democrática Alemana (RDA) hacia Baviera en 1979.
El artefacto, construido bajo estricta reserva, se convirtió en uno de los objetos más reconocidos de la etapa final de la Guerra Fría. La presencia de varios protagonistas en la inauguración reforzó el vínculo entre memoria individual y memoria histórica.
Una fuga reconstruida con tecnología inmersiva
Entre los elementos destacados del museo se encuentra una experiencia con gafas de realidad aumentada. A través del dispositivo, los visitantes observan una recreación del ascenso nocturno del globo, acompañada por el sonido del quemador. La secuencia revive el despegue del 16 de septiembre de 1979, cuando Petra Wetzel viajó con sus hijos, de dos y cinco años, en una estructura expuesta al viento. La simulación intenta transmitir la tensión de aquel momento y la precariedad del plan original.

La plataforma en la que viajaron estaba suspendida bajo el globo y ofrecía escasa protección. El temor a un aterrizaje forzado en territorio de la RDA y a un eventual arresto por parte de la Stasi condicionó cada minuto del trayecto. La experiencia inmersiva busca mostrar de manera directa el nivel de riesgo al que se sometieron las dos familias, sin dramatizaciones innecesarias.
La reconstrucción técnica se complementa con documentos, mapas y anotaciones originales. Entre ellos se incluyen registros de las pruebas previas que realizaron antes de concretar la fuga. Esos materiales permiten comprender mejor el proceso de planificación y la estructura del globo en su etapa preliminar.
La preparación del globo y el cruce hacia Baviera
Las familias Strelzyk y Wetzel vivían en Pößneck, en el estado de Turingia. La decisión de construir un globo aerostático surgió como alternativa frente a otros métodos de escape considerados demasiado riesgosos. Participaron ocho personas: cuatro adultos y cuatro menores. La estructura se diseñó en un sótano, donde se ensamblaron piezas adquiridas en distintos comercios para no levantar sospechas. El proyecto incluyó telas, quemadores, sogas, tanques y componentes metálicos que se reunieron de forma separada.

Los dos primeros intentos no lograron llegar a destino por fallas técnicas y por condiciones meteorológicas desfavorables. El tercer intento, ejecutado desde las cercanías de Oberlemnitz, resultó exitoso. El globo alcanzó una altura aproximada de 2.000 metros y avanzó con un viento del norte durante unos 28 minutos. El aterrizaje se produjo en Dreigrün, un área rural cercana a Naila. Ese punto marcó el final del cruce y el inicio de la vida en Alemania Occidental.
El intendente de Naila, Frank Stumpf, presenció de niño la llegada del globo. En la inauguración del museo recordó cómo vecinos de distintas zonas se acercaron al lugar para observar el artefacto y enterarse de lo ocurrido. La noticia se difundió con rapidez por la región y se transformó en un símbolo local.
El museo incorpora elementos originales del globo, incluidas partes de la envoltura y de la plataforma inferior. También se exhiben fotografías tomadas en 1979, recortes de prensa y documentación oficial vinculada al caso. La muestra explica de manera secuencial cada etapa de la construcción, los ensayos previos y el momento del despegue.
Consecuencias familiares y nuevos espacios de memoria
La fuga provocó repercusiones inmediatas en quienes quedaron del lado oriental. La prima de los Strelzyk, Anke Strzelczyk, relató que los hermanos de Peter Strelzyk fueron detenidos por el régimen de la SED. Su tía estuvo encarcelada durante dos años y su padre salió después de tres meses en un estado emocional deteriorado. Según su testimonio, nunca quiso relatar lo vivido durante su detención. La caída del Muro de Berlín permitió un reencuentro familiar que cerró, parcialmente, una distancia impuesta por la política represiva de la época.
Con el paso del tiempo, varios protagonistas visitaron escuelas y dieron charlas sobre la vida cotidiana en la RDA y sobre el sistema educativo bajo control del Estado. Entre las preguntas más frecuentes figuran las relacionadas con la disciplina escolar, la vigilancia política y las restricciones sociales. La experiencia directa de las familias funcionó como complemento a los registros oficiales y aportó una dimensión personal al análisis histórico.
El museo de Naila se suma a otros dos espacios de memoria en la región de Oberfranken. La localidad de Mödlareuth, conocida como “Little Berlin”, conserva un tramo de la antigua frontera interior alemana. Por su parte, la estación ferroviaria de Hof recuerda la llegada de los refugiados provenientes de la embajada alemana en Praga en 1989. Con la incorporación del globo como pieza central, Naila consolida un triángulo de sitios dedicados a la historia de la división alemana.



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