martes, 23 de enero de 2024

Buenos Aires (AT) – En la provincia de Entre Ríos, a tan solo 10 km de la ciudad Colón, se esconde un pequeño pueblo que supo ser hace casi 120 años la “cocina mundial” más importante de las primeras décadas del Siglo XX: Liebig. De su principal producto, el corned beef, se alimentaron, por ejemplo, los soldados aliados en las dos guerras mundiales.

¿Por qué Liebig?

El pueblo lleva el nombre del Barón Justus von Liebig. Pero Justus no fue un conquistador, tampoco un navegante, ni siquiera un comerciante quien, víctima de un naufragio, hubiera quedado varado en esas playas del Río Uruguay y fundado el pueblo. Él fue químico y uno muy importante.

El Barón Justus von Liebig fue un destacado químico alemán del siglo XIX, pionero en el estudio de la química orgánica. Como profesor en la Universidad de Giessen, que en la actualidad también lleva su nombre, introdujo el método de enseñanza orientado al laboratorio, siendo considerado uno de los mejores profesores de química de la historia. Además, aplicó los conocimientos de la química a la biología y a la agricultura, siendo conocido como el “padre de la industria del fertilizante” por su énfasis en el nitrógeno y los minerales como nutrientes esenciales para las plantas, y por su formulación de la ley del mínimo, que describe cómo el crecimiento de las plantas depende del recurso nutritivo más escaso.

Liebig, Entre Ríos, Barón Justus von Liebeg,
Monumento al Barón Justus von Liebig en la Maximilianplatz, en Múnich. (Foto: Diego Delso, Wikipedia)

¿Por qué entonces este pueblo entrerriano ubicado a más de 15 mil kilómetros de distancia del laboratorio en donde Liebig se transformó en uno de los científicos más importantes de su época lleva su nombre? La explicación se encuentra en el trabajo de Justus. Una de sus fórmulas más conocidas fue la del extracto de carne. Este invento permitía encapsular el valor alimenticio de la carne en latas. En 1847, Liebig, formuló el Extractum carnis. Pero la comercialización en Europa del invento del químico se vio obstaculizada por el elevado costo del producto, ya que se requerían cuarenta libras de carne fresca para producir una libra de extracto.

Recién en 1862, el ingeniero Georg Christian Giebert, de origen belga, quien trabajaba en Uruguay, viajó a Múnich para visitar a Justus von Liebig con una noticia que transformaría la industria alimentaria a nivel global. Giebert había observado que en las curtiembres de Villa Independencia (más tarde Fray Bentos), se desechaba la carne de vacas sacrificadas, la cual quedaba expuesta al sol en campos abiertos hasta que los carroñeros la consumían. Convenció entonces a Liebig de que el futuro de su Extractum carnis se encontraba en Sudamérica.

Los británicos adquirieron la patente y establecieron factorías alrededor del mundo como parte de su expansión capitalista, dando origen a la Liebig’s Extract of Meat Company Limited. En dicho proceso expansivo la compañía arribó a tierras sudamericanas. En 1865 se establecieron en Fray Bentos, donde Giebert había “visto” primero el negocio.

Casi 40 años más tarde la empresa británica decidió expandir el emprendimiento de Fray Bentos. Para ello le compró a un irlandés de apellido O´Connor un saladero llamado Colón, ubicado en la orilla del río Uruguay, al norte de Colón. Allí la empresa construyó una nueva fábrica y fundó el pueblo al que le dieron el nombre de Pueblo Liebig. Lo curioso de esta historia es que el propio químico alemán nunca llegó a poner un pie en la provincia de Entre Ríos.

Liebig, Entre Ríos, Barón Justus von Liebeg,
Vista aérea de la fábrica. (Foto: lt9.com.ar)

La fábrica de Liebig abrió sus puertas en 1904. La calidad del producto y su facilidad de transporte (reduciendo el peso a solo 1/40 del original) lo convirtieron en un negocio sumamente exitoso. Además de venderse al público, tuvo momentos épicos, alimentando a los enfermos en hospitales alrededor del mundo, a los expedicionarios de Fridtjof Nansen en el Polo Norte, y a los ejércitos Aliados durante las dos guerras mundiales del siglo XX.

El Pueblo Liebeg estaba atravesado por una manga por la que cada mañana ingresaba la hacienda (en épocas de esplendor se llegaron a faenar 1.500 cabezas diarias), dicha manga que corría de oeste a este, separaba a los habitantes en dos sectores distintos. Por un lado, se encontraban los obreros y los capataces, y por el otro, los directivos y los empleados jerárquicos.

Liebig, Entre Ríos, Barón Justus von Liebeg,
Vista de una parte del barrio de los obreros. (Foto: Wikipedia)

El “barrio obrero” se ubicaba al sur y se componía de viviendas idénticas que se agrupaban de diferentes maneras: en línea, en paralelo o alrededor de un gran patio central. Un sistema ordenado de zaguanes, sin puertas ni rejas que franquear, permitía el acceso a los patios floridos de las casas adosadas.

Por otro lado, el “barrio rico” al norte estaba conformado por elegantes chalets con jardines, pérgolas, techos rojos a cuatro aguas, y paredes de colores ocre y verde inglés en puertas y ventanas. En esta zona se encontraba el “Mess” o Soltería, donde solían residir los hombres solos, ya fueran solteros o casados, además del Lawn Tennis Club y la Casa Nº1, la más lujosa de todas. En 1925, el príncipe de Gales durante una visita al país pernoctó allí, y en la actualidad es el hogar de Gonzalo Vizental, actual propietario del Frigorífico Colón SA.

Liebig, Entre Ríos, Barón Justus von Liebeg,
Chalets del barrio norte. (Foto: elentrerios.com)

En 1908 se inauguró la escuela de Liebig. El pueblo contaba con su propia planta potabilizadora. Las calderas se alimentaban con carbón de piedra proveniente de Gales, el cual era transportado por los mismos barcos que luego se llevaban los productos de la fábrica. Todo crecía con velocidad, así comenzaron a funcionar un centro comercial, un consultorio médico y una estafeta postal.

La fábrica cuenta con una extensión de 350 metros a lo largo de la costa y todavía conserva restos de una red ferroviaria que operaba con tracción animal: varias zorras eran tiradas por mulas para transportar las diversas cargas de un almacén a otro. Además, disponía de 3 muelles propios donde los barcos cargaban la producción y partían directamente hacia Europa, sin necesidad de hacer escala en ningún otro puerto del país.

En su apogeo, Liebig fue un ejemplo de modernidad, ya que disponía de electricidad, teléfono, telégrafo, agua potable y sistema de cloacas mucho antes que otros lugares.

Liebig, Entre Ríos, Barón Justus von Liebeg,
Un grupo realizando una visita guiada a la fábrica en el fondo se destaca la mítica chimenea. (Foto: elentrerios.com)

Liebig, los Vizental y su actualidad

Hoy Pueblo Liebig es la sombra de lo que era. La mitad de su actual población, aproximadamente dos mil habitantes, son jubilados de la Fábrica que cerró sus puertas a fines de la década de 1970. En sus mejores épocas llegaron a trabajar 3.500 obreros. A los que se sumaban trabajadores golondrina. Había trabajadores que venían desde el Uruguay para sumarse a la producción.

Gonzalo Vizental y su familia son los actuales dueños de la antigua fábrica Liebig, que solía ser una competencia directa de la compañía Liebig en la industria de frigoríficos. En 1978, tuvieron la oportunidad de adquirir las acciones de la empresa inglesa, pero se encontraron con obstáculos, ya que el terreno había perdido algunos de sus permisos y obtener nuevos era muy costoso.

A pesar de esto, utilizaron las cámaras frigoríficas para almacenar mercadería y el puerto para el transporte marítimo. También aprovecharon algunos galpones para la producción de hojalata destinada a latas de conserva, pero eventualmente tuvieron que cerrar la fábrica.

Gonzalo Vizental ha intentado revivir la fábrica con varios proyectos, como un campo de Paintball en la zona de la manga, que no tuvo éxito, y un restaurante cerca de la fábrica que se vio afectado por la pandemia. En la actualidad, la familia Vizental alquila algunos galpones para ser utilizados como aserraderos, con un flujo mínimo de camiones.

El nuevo proyecto de Gonzalo Vizental busca transformar el espacio de la fábrica en un centro multicultural, que incluiría visitas guiadas, la creación de un museo, un área de compras, un patio de comidas y un circuito turístico a lo largo de la costanera, que abarca 350 metros de acceso al río.

Liebig, Entre Ríos, Barón Justus von Liebeg,
“El monumento al corned beef” en la plaza. (Foto: turismodebolsillo.com.ar)

Pueblo Liebig patrimonio histórico de la humanidad

En noviembre de 2023, las autoridades nacionales, provinciales y municipales presentaron ante la Comisión Nacional de Monumentos, Lugares y Bienes Históricos un informe para solicitar que la UNESCO declare el casco histórico de Pueblo Liebig como Patrimonio Histórico de la Humanidad. El proyecto, respaldado por diversas entidades y liderado por la Fundación IAPSER, destaca la singularidad de Liebig como una ciudad diseñada en torno a una industria, siendo todo su casco histórico y fábrica concebidos como una gran unidad funcional.

La iniciativa busca preservar la riqueza arquitectónica y cultural de Liebig, que ya es patrimonio histórico y cultural de Entre Ríos desde 2012. La legislación vigente garantiza la conservación de las construcciones originales, estableciendo un régimen de Monumento Histórico provincial para todas las estructuras en el área urbana. Este esfuerzo conjunto refleja el compromiso con la preservación del legado histórico de Liebig, fundada en la era comercial de la Inglaterra victoriana en la región, y destaca la importancia de su casco histórico y la icónica chimenea del frigorífico.

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