El Hospital Alemán fue escenario, en la mañana del miércoles, de una conmemoración que se sintió más íntima que protocolar. El acto por los 200 años de amistad entre Alemania y Argentina reunió a referentes de ambas comunidades en el nuevo auditorio del centro de salud, en un evento que mezcló emoción, música, recuerdos personales y un gesto simbólico con fuerte proyección de futuro.
Con el auditorio colmado, la conducción estuvo a cargo de Martín Wullich, quien guió las distintas etapas del encuentro. Entre los presentes, se contaron autoridades del hospital, de la embajada alemana y de entidades como la FAAG, el Hogar María Luisa, la DWG, el Club Alemán en Buenos Aires, el Centro DIHA y miembros del cuerpo médico del Hospital Alemán.

Un discurso desde el corazón
Ricardo R. Berthold, presidente del Hospital Alemán, fue el encargado de abrir el acto. En un discurso cálido y muy personal, destacó que está al frente de “una institución con historia, y esa historia está marcada por una continuidad”. Con un repaso por los orígenes de la entidad, fundada en 1867, Berthold recordó que fue creada “para asistir a los inmigrantes de habla alemana en la Argentina” y celebró que hoy el hospital sea parte de la comunidad en su conjunto.
Con emoción contenida, compartió un recuerdo personal: “Mis padres, Gertrud Zimmermann y Robert Berthold, llegaron hace 95 años al puerto de Buenos Aires. Hoy, a pesar de que ya no están con nosotros, su legado vive en una familia de 19 integrantes”.
Además de homenajear a sus padres, Berthold extendió el reconocimiento a todos los inmigrantes alemanes llegados al país desde 1825, y afirmó con convicción: “Nunca vamos a dejar de ser el Hospital Alemán. Honramos nuestras raíces y las llevamos con orgullo”.

Un vínculo simbólico
El embajador de Alemania en la Argentina, Dieter Lamlé, tomó la palabra luego de Berthold. Abrió su discurso con humor y cercanía: “Nos comprometemos a encontrarnos dentro de 200 años aquí, en el Hospital Alemán, para celebrar los 400 años de amistad entre Alemania y Argentina”, dijo entre risas.
Agradeció especialmente al personal médico y de enfermería: “El trabajo que ustedes realizan es admirable: permiten que cientos de pacientes puedan ser atendidos cada día”. Y subrayó la relevancia del hospital dentro del entramado institucional germano-argentino: “Son líderes en el sector salud aquí en Argentina, trayendo tecnología de última generación, siempre adelante”.

El embajador explicó que esta conmemoración del bicentenario se impulsa por cuatro motivos centrales. El primero: rendir homenaje a los inmigrantes alemanes y a sus descendientes. “Emigrar nunca es fácil —dijo—. Significa dejar atrás todo: la familia, el idioma, los amigos. Muchos llegaron después de dos meses de viaje en condiciones duras, sin hablar castellano, sin conocer a nadie. Y sin embargo, se integraron, trabajaron, y dejaron una huella profunda en la salud, la ciencia y la agricultura”. Recordó como ejemplo la fundación de la Academia de Ciencias en Córdoba: “De sus 20 fundadores, 19 eran alemanes”.
El segundo motivo fue dirigido a la Argentina. “Este país salvó la vida de al menos 45.000 alemanes perseguidos por el régimen nazi. Cuando otros países cerraban sus puertas, Argentina las abrió. Por eso decimos con claridad: gracias por haber salvado vidas”.

La tercera razón se orientó al futuro. En ese marco, Lamlé destacó la importancia de “seguir construyendo puentes entre Alemania y Argentina”, y planteó el desafío de hacer que las nuevas generaciones se involucren con las instituciones alemanas.
“No alcanza con la danza, la cerveza o la salchicha —señaló—. Tenemos que ofrecer algo más: formación, empleo, oportunidades concretas”. Reivindicó la formación dual —modelo de educación técnica y profesional que combina teoría y práctica— como uno de los caminos posibles para fortalecer ese puente intergeneracional. “Las empresas alemanas en Argentina, y las argentinas con perfil alemán, pueden jugar un rol clave en ese proceso”.

En ese sentido, relató sus múltiples viajes por el interior del país, en particular a provincias como Misiones y Entre Ríos. “En Misiones, uno de cada tres habitantes tiene ascendencia alemana. En Crespo, el 50% de la población es de origen germano. Hay un potencial increíble —remarcó—. Y nosotros, desde la Embajada, estamos comprometidos en visibilizarlo y acompañarlo”.
Recordó su última gira por el interior, en la que estuvo acompañado por representantes de la Cámara de Comercio Argentino-Alemana, de la Fundación Verbundenheit, de la FAAG y de la Iglesia Evangélica Alemana: “Visitamos comunidades que hoy ya tienen vínculos estrechos con nuestras instituciones. Las semillas ya están dando frutos”.
El cuarto motivo con el que justificó esta conmemoración tuvo una dimensión simbólica: la plantación de un árbol. “Un árbol representa nuestras raíces —la historia, la tradición, los valores—, pero también el crecimiento, la renovación, el futuro que queremos construir”, dijo. Y agregó que ese gesto resume el espíritu del bicentenario.
Antes de cerrar, el embajador compartió una anécdota personal. Su esposa, Ulrike, presente en la ceremonia, había trabajado como pasante en el Hospital Alemán en 1982, cuando aún era estudiante de medicina. “Fue en plena Guerra de Malvinas —relató—. Como toda joven idealista, ella quiso viajar a las islas para asistir a los soldados. Por suerte, su padre se enteró a tiempo, vino a la Argentina y la convenció de volver a casa y terminar sus estudios”. Con una sonrisa, Lamlé concluyó: “Estoy muy feliz de que haya tomado esa decisión”.
Música y memoria
Luego de los discursos, el escenario fue tomado por un cuarteto de cuerdas integrado por solistas de la Orquesta Nacional de Música Argentina. Bajo la dirección de Pablo Bercellini, e integrado por María Cecilia García, Bruno Ismael Franco, Elizabeth Ridolfi y el propio Bercellini, el conjunto interpretó piezas de Haydn, generando un momento de pausa y contemplación en medio del acto.

A continuación, se proyectó un emotivo video realizado por el Hospital Alemán. El material ofreció un recorrido visual e histórico que integró tres relatos: el de la inmigración alemana en la Argentina, el desarrollo del país a lo largo de los siglos XIX y XX, y los 158 años de historia de la institución médica.
Plantando el futuro
El cierre del acto se trasladó a los jardines del hospital, donde Ricardo Berthold y Dieter Lamlé plantaron juntos un ejemplar de Ginkgo Biloba, como símbolo de los 200 años de amistad. El gesto, cargado de sentido, reforzó la idea de un vínculo que no solo honra el pasado, sino que apuesta al porvenir.

Hubo tiempo para una última sorpresa: el vicepresidente del Hospital Alemán, Ferdinand Porák, le obsequió a Ulrike Lamlé un delantal oficial del hospital con su nombre bordado. Ulrike, esposa del embajador, fue pasante en el Hospital Alemán en 1982, y el gesto sirvió para sellar un vínculo personal con la institución.
Una celebración compartida
El evento concluyó con un ágape en la recientemente renovada confitería del hospital, donde los invitados compartieron un brindis informal y distendido. En un clima de camaradería, la historia y el presente volvieron a cruzarse. Porque como dijo el embajador, “este vínculo no es solo memoria. Es una apuesta, un compromiso y un futuro por construir”.









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