martes, 15 de julio de 2025

Buenos Aires (AT) – En 2019, Elon Musk anunció la construcción de la primera Gigafactory de Tesla en Europa. Eligió Grünheide, una localidad de unos 9.000 habitantes ubicada al sureste de Berlín, en el estado de Brandeburgo. Desde el inicio, el proyecto generó oposición entre vecinos y ambientalistas. La preocupación central estaba en el posible impacto de la planta sobre el bosque de pinos que la rodea y el suministro de agua subterránea.

Con el correr del tiempo, surgieron nuevos motivos de tensión. Las posiciones políticas del propio Musk, expresadas de forma cada vez más directa, provocaron rechazo en varios sectores sociales y políticos alemanes. Su respaldo público al partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) encendió alarmas. Lo hizo a través de publicaciones en redes sociales, donde pidió explícitamente votar por esa fuerza en las elecciones locales.

Manu Hoyer, vecina de Grünheide y cofundadora de una Iniciativa Ciudadana contra la planta de Tesla, escribió una carta al primer ministro del estado, Dietmar Woidke (Partido Socialdemócrata), preguntándole: “¿Cómo se puede hacer negocios con alguien que apoya el extremismo de derecha?”. Según ella, la respuesta fue evasiva: Woidke negó conocer personalmente a Musk, como si eso lo eximiera de responsabilidad.

El descontento escaló cuando, tras la asunción de Donald Trump en 2017, Musk participó de un acto en el que hizo un gesto similar al saludo nazi. Aunque el hecho no ocupó demasiado lugar en los medios locales, los grupos opositores lo recuperaron y proyectaron su imagen sobre la fachada de la fábrica. Colocaron la palabra “heil” —de fuerte connotación nazi— junto al logotipo de Tesla, como forma de denuncia pública.

Ventas en caída y turnos recortados

Tesla

Más allá del rechazo político, Tesla enfrenta un escenario económico complejo en Europa. Las ventas de sus vehículos cayeron durante cinco meses seguidos, incluso en un contexto donde las matriculaciones de autos eléctricos se mantuvieron en alza. La competencia con marcas europeas como Volkswagen, Mercedes-Benz y Renault, que ofrecen modelos más económicos o con subvención estatal, afectó directamente su posición en el mercado.

La planta de Grünheide no quedó al margen. La producción del Model Y, el único vehículo fabricado allí, redujo su ritmo: de tres turnos diarios se pasó a dos. Según informes regionales, la empresa trasladó cientos de unidades sin vender a un aeropuerto abandonado en el este alemán, ubicado a unos 60 kilómetros de la fábrica. Allí, los autos permanecen estacionados al sol, detrás de paneles solares y lejos de la vista del público.

El sindicato IG Metall, que logró afiliar a varios centenares de empleados de Tesla a pesar de la resistencia de la empresa, propuso activar el mecanismo de “kurzarbeit” o trabajo reducido. Esta herramienta, común en la industria automotriz alemana, permite mantener los puestos laborales durante las crisis con apoyo del Estado.

Tesla aún no confirmó si aplicará ese esquema. Pero el malestar en el personal crece. En el último año, varios empleados denunciaron jornadas extenuantes, falta de representación gremial y condiciones laborales que no se corresponden con el estándar de la industria alemana.

Una comunidad que nunca se convenció

Elon Musk, Tesla, X
Elon Musk, fundador y CEO de Tesla.

Para muchos vecinos de Grünheide, la llegada de Tesla fue vista desde el principio con recelo. La promesa de empleo y modernización no logró disipar el temor por el daño ambiental. Los primeros estudios alertaban sobre la presión que la fábrica podría ejercer sobre el consumo de agua en la región, especialmente en épocas de sequía. A eso se sumó la deforestación de decenas de hectáreas de pinos, con impacto en la fauna local.

La oposición se organizó en torno a iniciativas ciudadanas, que presentaron recursos legales, organizaron protestas y dialogaron con autoridades locales. Con el tiempo, a la cuestión ecológica se sumó la desconfianza por la conducta errática de Musk. Las intervenciones del empresario en política alemana y europea se volvieron cada vez más incómodas. Su relación con líderes de la ultraderecha y su retórica provocadora, muchas veces cargada de desinformación, alimentaron las críticas.

Heiko Baschin, otro miembro de la iniciativa vecinal, expresó sin rodeos su satisfacción por el revés comercial de Tesla: “Nosotros pusimos nuestras esperanzas en esto”, dijo durante una caminata por el bosque cercano a la planta. Para él, la caída en las ventas valida las objeciones planteadas desde el inicio.

Según datos de la Asociación Federal del Automóvil (VDA), Tesla registró en el primer semestre de 2025 una baja del 12% en las matriculaciones respecto al mismo período del año anterior. En contraste, marcas alemanas incrementaron sus ventas de modelos eléctricos en promedio un 9% durante ese mismo lapso.

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