Buenos Aires (AT) – No había que verlo para saber quién era. Su marcado acento alemán mezclado con su profunda y ronca voz lo delataba. Hasta ayer, miércoles, 29 de noviembre, cuando Henry Kissinger falleció a los 100 años de edad. El dos veces Secretario de Estado estadounidense marcó la política global desde sus días en la primera Administración Nixon hasta prácticamente su lecho de muerte. Apenas unos meses atrás, Kissinger había visitado al presidente chino Xi Jinping para ayudar a mediar entre EEUU y China.
En los obituarios, que por estas horas inundan las páginas de medios en todo el mundo, es reconocida la influencia que tuvo Kissinger para lograr el acercamiento entre Asia y EEUU. Totalmente opuesto es considerado su involucramiento en la política de América Latina y especialmente en el Cono Sur, donde apoyo abiertamente a las dictaduras de Chile y de la Argentina, entre otras.
Sin embargo, pocos recaban en los primeros años de su vida que forjaron la base para el futuro político internacional. En un encuentro con otra figura que marcó a la Argentina -Margaret Thatcher- el entonces elder stateman reconoció que fueron sus orígenes alemanes y el amor secreto por el país como por el continente de su infancia, formaron su visión sobre el orden que requería un mundo amenazado por la sombra de la guerra.
De la emigración a la liberación
Heinz Alfred Kissinger nació el 27 de mayo de 1923 en Fürth, en el seno de una familia de académicos judía. En 1938, los Kissinger huyeron a EEUU para escapar de la persecución nazi. Allí, “Heinz” se convirtió en Henry y se naturalizó en su nueva patria en 1943. En esos años marcados por la Segunda Guerra Mundial, Kissinger regresó a Alemania como soldado estadounidense y, entre otras cosas, ayudó a localizar a criminales de guerra y especialmente de la Gestapo. Kissinger participó en las investigaciones en Krefeld, luego en Hannover y después en Bensheim an der Bergstraße. Con casi 22 años recibió una medalla por desarticular una célula clandestina de la Gestapo en Hannover, recuerda el diario Die Welt.
Según los registros públicos, el régimen nacionalsocialista asesinó a 23 familiares de Kissinger, probablemente incluso a más, pero las huellas de los demás se pierden en el Holocausto. Cuando Kissinger se vio obligado a abandonar Alemania, a la entrada de más de un pueblo de su Franconia natal ostentaban carteles como “Judíos fuera”.
En abril de 1945, el joven soldado Kissinger fue uno de los liberadores de un campo de concentración en Ahlem, cerca de la ciudad de Hannover. Pasarían 70 años, antes de que él ex Secretario de Estado hablara sobre el hecho. Lo hizo cuando se publicaron fotos de su unidad en las que se ve al joven Kissinger. En la biografía del ministro de Asuntos Exteriores, el historiador británico Niall Ferguson cita una nota que Kissinger escribió sobre sus primera sensaciones al entrar al campo de concentración: conmocionado y completamente devastado.
Guerra, academia y política
Su experiencia personal en la Alemania de los años ´30 así como sus vivencias en una Alemania devastada y quebrada por el terror nazi, primero, y las secuelas de la ocupación, después, dejaron las huellas que marcarían su visión sobre el mundo. En referencia a los dos modelos -el democrático-capitalista de EEUU y el comunista-centralista del bloque soviético- que se enfrentaban en la Europa de la posguerra, el estadunidense naturalizado Henry Kissinger le escribió a su padre todavía desde Alemania: “Estados Unidos debe demostrar que la democracia es realmente una alternativa viable”. La “desnazificación”, añadió en otro lugar, “requiere sentido de la responsabilidad, empatía psicológica y sentido de la proporción”. Kissinger no quería destruir Alemania, sino reconstruirla. Antes de regresar a Nueva York, en 1947, Kissinger se enroló por ello como profesor en la nueva escuela militar estadounidense que el ejército de EEUU creo en Oberammergau, Bavaria. Sin saberlo había iniciado el camino hacia la política internacional.
Kissinger: una visión basada en las alianzas de poder
A su paso por el ejército estadounidense le siguió una carrera académica en la Universidad de Harvard. Estuvo a punto de especializarse en Ciencias pero finalmente se decantó por las Relaciones Internacionales. Más tarde, el ya politólogo llamaría la atención con sus análisis de la estrategia de defensa y las armas nucleares y comenzó a asesorar al gobierno estadounidense. Su visión: un concepto del orden global de marcado tinte europeísta que se ordenaba en base a las alianzas de poder y normas imperiales, que priorizaban el pragmatismo -o el “arte de lo posible”-, haciendo muchas veces caso omiso de aspectos morales.
Heinz Alfred Kissinger regresó varias veces a su Alemania natal. La última vez, hace pocos meses, cuando cerró en Fürth la gira global por los reconocimientos que recibió por su centuria cumplida. A lo largo de su vida, mantuvo contacto y amistades en la alta política de su país de nacimiento y siempre por encima de las distancias políticas. Entre sus más cercanas amistades figuran tanto la fundadora y directora del grupo de Medios Die Zeit, Marion Gräfin Dönhoff como también el recordado canciller socialdemócrata, Helmut Schmidt. Con su ciudad natal, sin embargo, lo unía otra de sus pasiones: el fútbol. Hasta el fin de los días mantuvo su afición por el club local SpVgg Greuther Fürth, que por estas horas conmemora a su más ilustre miembro.
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