martes, 16 de abril de 2024

Buenos Aires (AT)Amy Webb se interesa por el futuro. En todos los aspectos de la vida. Pero más que cualquier otro simple mortal, Webb hizo del futuro una ciencia. Es por eso, que cuando le preguntan cómo hace para “predecir el futuro”, la pregunta suele molestarle un poco. Evidentemente, Webb no busca las respuestas en una bola de cristal o en el café. La “futuróloga” analiza y crea lo que hoy se denomina “escenarios futuros”, proyecciones de qué puede pasar y en tal caso cómo debemos o podemos prepararnos para afrontarlo. Ello incluye ámbitos que van desde la digitalización y la evolución política hasta el cambio climático. Su principal herramienta: los datos. “Mi campo se llama prospectiva estratégica. Hacemos predicciones para el futuro basadas en datos y modelos y creamos escenarios plausibles“, dice.

Una mujer que cambia el mundo

Que el mundo es cada vez más incierto no es una novedad. Sin embargo, justamente por eso, para un directivo nunca fue tan importante saber cómo tomar decisiones en un entorno que apenas puede mirar unos meses hacia adelante. Son ellos quienes, contratan a “futurólogos”. Amy Webb es hoy especialmente solicitada porque fue una de las primeras en el negocio. El medio alemán Südeutsche Zeitung cuenta que la estadounidense de 49 años y su equipo asesoran a grandes empresas, a varios gobiernos de todo el mundo y, cada vez más, a ejecutivos en Alemania. La revista estadounidense Forbes la calificó de “una de las cinco mujeres que están cambiando el mundo”.

Amy Webb en la conferencia de Davos en Suiza. (flickr.com)

Un instituto para el futuro

No estaba predeterminado que Webb se convertiría un día en futuróloga. Le gusta hacer preguntas, quizá incluso más que responderlas. Y le gusta hablar mucho, rápido y sobre todo tipo de temas, incluso en japonés o chino si es necesario. Tras dejar la escuela, estudió inicialmente clarinete clásico. A los 20 años, se trasladó a una zona rural de Japón sin hablar una palabra del idioma para enseñar inglés. Es licenciada en Ciencias Políticas y Económicas por la Universidad de Indiana. Después decidió dedicarse al periodismo y estudió la carrera en la Universidad de Columbia, en Nueva York. Después se incorporó al Wall Street Journal y pasó a la revista Newsweek como corresponsal en Hong Kong.

Cuando el periodismo se volvió demasiado aburrido para ella, porque casi sólo trata de la actualidad, descubrió el campo de la futurología. En 2006, fundó el Future Today Institute, una consultoría de gestión centrada en estrategias para el futuro. También lleva varios años enseñando planificación estratégica en la renombrada Stern Business School de la Universidad de Nueva York. Es una de las speakers más solicitadas en el Foro Económico Mundial de Davos y en la conferencia tecnológica SXSW de Austin (Texas).

Amy Webb desarrolla escenarios para el futuro. (wikipedia)

Pero también en Alemania, donde asesora a empresas alemanas en uno de los puntos que más les cuesta: la innovación. O al menos lo intenta, porque algunas se resisten a recibir consejos, como confesó Web en la reciente la cumbre Digital SZ, que se celebró en Múnich la semana pasada. La estadounidense reconoce que si bien pasa mucho tiempo en Alemania, todavía no entiende la cultura alemana. Y, en particular, no entiende por qué hay tanta resistencia al cambio y al progreso en un país que en su día produjo grandes investigadores e inventores y un gran espíritu emprendedor. “En algún momento, las empresas alemanas dejaron de asumir riesgos estratégicos”, afirma. La consecuencia: falta innovación.

“Alemania me saca de quicio”

Webb y su equipo han decidido ser aún más activos en Alemania. Hasta ahora, los clientes alemanes del Future Today Institute han sido sobre todo grandes empresas, pero el objetivo es asesorar también más a las PYME. La necesidad es real y existe: Si Alemania no se vuelve más innovadora, el país se quedará atrás en la competencia mundial. “Me encanta Alemania, paso mucho tiempo allí”, dice Webb, “Pero Alemania me saca de quicio”. 

Webb también reconoce que no todo son malas noticias en cuanto a la situación de Alemania. La educación y el nivel de vida son altos, la economía sigue siendo fuerte. Sólo hay que poder aprovecharlo. La directora ejecutiva se pregunta, por qué el ánimo en Alemania es siempre tan malo.

“En mi opinión, ése es el verdadero problema de Alemania, esa somnolienta sensación de malestar. Todo el mundo tiene una visión deprimida del futuro”.

Al igual que en el resto del mundo, los directivos alemanes han estado preguntando a Webb acerca de la inteligencia artificial (IA). Su respuesta: ver la IA como una oportunidad, no sólo como una amenaza. También para Alemania, Webb cree que la respuesta a la gran pregunta de la innovación está en los datos.

A Webb le encantan los datos, ha escrito un libro sobre ellos titulado “Data, A Love Story” (Datos, una historia de amor), que se publicó en 2013 y que también gira en torno a su inicialmente bastante fallida búsqueda del amor en internet. Webb vive en Baltimore con su marido, al que después de todo encontró en la world wide web, y con su hija. Es ella, su hija, que más “le sirve” para investigar el futuro, reconoce la propia madre. Al fin y al cabo, pocas personas saben tanto sobre tendencias tecnológicas como los jóvenes.

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