Buenos Aires (AT) – El proceso de abandono del carbón en Alemania ha alcanzado un nuevo punto de inflexión con el cierre del bloque de carbón de Zolling, el último gran complejo termoeléctrico de Baviera. La planta, que contaba con una capacidad de 500 megavatios, dejó de operar en el mercado eléctrico en la madrugada del viernes, culminando un proceso de descarbonización que comenzó hace décadas. Pese a la clausura, se mantendrá en reserva hasta 2031 para eventuales emergencias energéticas.
La decisión de clausurar la central de Zolling no es sorpresiva. En 2022, la empresa operadora Onyx Power ofreció voluntariamente retirar la planta de la red eléctrica, como parte del plan de aceleración del abandono del carbón en Alemania. La Bundesnetzagentur, la agencia federal responsable de la regulación energética, aceptó la oferta y compensó a la compañía con EUR 46,3 millones (US$ 48,4 millones) por la salida anticipada de operación.
El complejo de Zolling, ubicado en el distrito de Freising, había ido perdiendo relevancia en la matriz energética bávara en los últimos años. En 2024, la planta operó con una tasa de utilización del 24%, lo que representa apenas la mitad de su actividad registrada una década atrás. Incluso tras el cierre del reactor nuclear de Isar 2, en abril de 2023, la demanda de electricidad generada con carbón no se incrementó, como algunos sectores habían pronosticado.

El futuro energético de Baviera: renovables y biomasa
El cierre del complejo de Zolling refleja una transformación más profunda en el sistema energético alemán, donde las energías renovables han ido desplazando a las fuentes fósiles. Martin Stümpfig, diputado del partido Los Verdes en el Parlamento de Baviera, consideró el cierre como una prueba del éxito de la transición energética: “Esto demuestra que la energía solar y eólica están reemplazando progresivamente a los combustibles fósiles. El cierre de las plantas nucleares no ha generado una mayor dependencia del carbón, como se temía”, sostuvo.
El cambio es notorio en las cifras nacionales. En 2024, Alemania registró su menor nivel de consumo de carbón desde 1957, lo que confirma la reducción progresiva de esta fuente en la generación eléctrica. La Bundesnetzagentur dejó de realizar licitaciones para la desconexión de centrales a carbón, pues estas operan con niveles de actividad tan bajos que su salida del sistema eléctrico se está dando de manera natural.
En cuanto a la provisión de calefacción y agua caliente en Baviera, la energía generada por carbón también se está volviendo obsoleta. Hasta ahora, el complejo de Zolling abastecía de calefacción urbana a las ciudades de Freising, Hallbergmoos y al aeropuerto de Múnich. A partir de ahora, este suministro será cubierto por una planta de biomasa contigua, que ya se encuentra operativa.

Un modelo de transición: de carbón a gas e hidrógeno
El cierre del bloque de Zolling no significa el abandono total del emplazamiento. La empresa Onyx Power tiene previsto convertir el complejo en un centro de producción energética basado en gas natural, con capacidad de adaptación al hidrógeno en el futuro. Se evalúan dos alternativas: la reconversión de la actual infraestructura o la construcción de una nueva planta en el mismo terreno. Este enfoque sigue la tendencia europea de buscar fuentes energéticas de menor impacto ambiental sin comprometer la seguridad del suministro.

El caso Schweinfurt: el último reducto del carbón en Baviera
Con la salida de Zolling, solo queda una instalación de carbón operativa en Baviera: la central de Schweinfurt. Sin embargo, su impacto es menor, ya que sus turbinas generan apenas una vigésima parte de la potencia que tenía Zolling. Se espera que para 2028 esta planta también abandone el uso de carbón y pase a operar con energía generada a partir de la incineración de lodos de depuradora.
Este caso refuerza la idea de que Baviera está cada vez más cerca de erradicar el carbón de su matriz energética. La eliminación del carbón como fuente de energía primaria en la región se produce en un contexto de políticas climáticas más estrictas en Alemania y en la Unión Europea, que buscan acelerar la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.

Impacto global y paralelismos con Argentina
El cierre del último gran complejo de carbón en Baviera es un ejemplo del cambio de paradigma energético que se está produciendo en Europa. Alemania, tradicionalmente dependiente del carbón, ha logrado avanzar en su transición energética gracias a inversiones en energías renovables, incentivos para la reducción de emisiones y el desarrollo de nuevas tecnologías de almacenamiento y distribución.
En Argentina, el panorama es diferente. Si bien el país tiene un gran potencial en energías renovables, particularmente en energía eólica en la Patagonia y solar en el noroeste, la matriz energética sigue dependiendo en gran medida del gas natural y, en menor medida, del carbón en ciertas industrias. La experiencia alemana podría ofrecer lecciones valiosas para la transición energética argentina, especialmente en cuanto a incentivos para la inversión en fuentes renovables y la modernización de infraestructuras.
A pesar de que Argentina no enfrenta el mismo nivel de presión regulatoria que Alemania en materia climática, la diversificación de la matriz energética y la reducción de la dependencia de los combustibles fósiles son desafíos ineludibles. La posibilidad de incorporar plantas adaptadas al hidrógeno, como se plantea en Zolling, podría ser una alternativa viable para Argentina en el mediano plazo, aprovechando sus vastos recursos naturales para generar energía limpia y sustentable.
El abandono del carbón en Baviera no es solo un fenómeno regional, sino parte de una transformación más amplia hacia un modelo energético más sostenible. Mientras Alemania avanza en su descarbonización, países como Argentina pueden extraer enseñanzas clave para aplicar en sus propias estrategias de transición energética.

Hacé tu comentario