Olas de calor. Inundaciones, avalanchas, lluvias torrenciales y sequías: durante los últimos años, los efectos y consecuencias del cambio climático se hicieron más patentes que nunca. Inundaciones en Brasil, olas de calor extremo en la India, hambruna en África Oriental. Al mismo tiempo, Europa y el norte de África sufren una sequía histórica, los ríos se secan y muchos países declararon el estado de emergencia. Actuar se vuelve una cuestión urgente.
La crisis climática afecta tanto a los países del norte como a los del sur. ¿Cómo estamos experimentando estos cambios y cómo nos estamos adaptando? ¿Qué soluciones existen y qué medidas sensatas hay que tomar para combatir el cambio climático? Con “Bitácora de la crisis climática” queremos documentar en cuatro artículos la crisis climática y sus consecuencias en Brasil, Argentina y Alemania y dar voz a las personas que se ven afectadas personalmente por estas consecuencias.
“Bitácora de la crisis climática” es una colaboración exclusiva entre el Goethe-Institut Buenos Aires y el Argentinisches Tageblatt para analizar nuestro presente, mirando el mañana. En esta entrega: la peor crisis hídrica en siete décadas que sufrió Uruguay
En 2022 y 2023 se registró la peor sequía de los últimos 70 años en Uruguay, el segundo país más pequeño de Sudamérica. Un fenómeno que lo sorprendió con una infraestructura obsoleta y pocos recursos.
En abril de 2023, los habitantes de la plácida Montevideo notaron que el agua comenzaba a salir salada de los grifos. En pocas semanas se volvió imbebible. Recién el 19 de junio de ese año el gobierno decretó la emergencia hídrica para la capital de Uruguay y sus alrededores.

Impacto en la población y la economía
La sequía no solo hizo estragos en el sector agropecuario, que registró pérdidas de hasta el 3% del PIB, sino también en la ciudad. Por la falta de lluvias, uno de los embalses que provee agua al sur del país prácticamente se agotó.
Con el escaso caudal de agua dulce en el embalse de Paso Severino, en abril de 2023 las autoridades permitieron captar aguas provenientes del Río de la Plata, mucho más salada que la que acostumbraban beber.
Desde el gobierno informaron que el agua que suministraba OSE (Obras Sanitarias del Estado) no era potable, aunque sí bebible. Sin embargo, recomendaba que no fuera consumida por personas con enfermedades renales o insuficiencia cardíaca ni embarazadas.

Montevideo y el agua imbebible
Los habitantes de Montevideo se quejaban del sabor y su color amarronado. Así, decenas de miles dejaron de usar agua del grifo para hacer el mate que beben a diario y para cocinar. En todos los supermercados había filas de personas comprando agua embotellada. El gobierno eliminó los impuestos para el producto. Solo se vendían seis unidades por persona, para que no faltara para los demás.
Alrededor de 1,7 millones de habitantes del área metropolitana de Montevideo se vieron afectados por la “crisis del agua”. Unas 500.000 personas recibieron subsidios del Estado para poder comprarla embotellada.

Los más vulnerables en el centro de la crisis
En el Barrio Aeroparque, en las afueras de Montevideo, Lourdes Muiño atiende el merendero “Nuestra Fe”, donde da de comer a 70 familias y 100 niños. Su mayor preocupación por esos meses era conseguir agua embotellada para repartir entre la gente que asistía al merendero. Según Muiño, el consumo de agua del grifo generaba vómitos y diarrea a muchos niños.
Una de las mujeres que concurrían a “Nuestra Fe” para comer junto a sus tres hijos comentó que ella compraba alimentos con los subsidios del gobierno para el agua. “Tenemos muchas necesidades en casa. Sobre todo necesito comida. Tomamos agua del grifo”, relató Victoria Santana.
Su pequeño hijo, Gustavo, siempre consume agua de la manguera con el único grifo de agua que tiene su casita precaria de dos ambientes. “También hay gente pobre en Uruguay y son quienes más sufren la falta de agua potable”, explicó Muiño.

Una advertencia para Sudamérica
El geógrafo y docente de la Universidad de Montevideo Marcel Achkar detalló que la falta de lluvias no fue la única causante de la merma de agua potable, sino también la agricultura intensiva que se ha desarrollado en las últimas décadas. Eso desembocó en la erosión y la degeneración de los suelos, afectando su capacidad de absorción de agua. Agregó que la crisis, que se solucionó cuando meses después volvieron las lluvias, fue una advertencia a la sociedad uruguaya y también al resto del mundo.
Cruzando el Río de la Plata, buena parte de los habitantes de la vibrante ciudad de Buenos Aires no suelen preocuparse por el agua. Allí, los cuidadores de los edificios limpian las veredas derrochando agua con mangueras. Tampoco llama la atención la limpieza de los contenedores para basura con fuertes chorros de agua.
De las obras en construcción muchas veces escapan grandes cantidades de agua, incluso durante meses, que desembocan en la calle. A nadie sorprenden esos pequeños ríos que fluyen por las veredas y obligan a los peatones a saltar para no mojar sus zapatos.
Mientras tanto, las sequías se seguirán sucediendo en Sudamérica y en el mundo. Tal vez sea tiempo de tomar conciencia de la importancia que tiene cuidar el valioso elemento que nos mantiene vivos y saludables.
*Silvina Márquez es periodista y productora para el canal alemán de televisión pública ZDF en Argentina, Uruguay, Bolivia y Paraguay. También investiga diversos temas y realiza documentales en la región.

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