La reunificación alemana, ese hito que marcó el final de la Guerra Fría y la transición hacia un nuevo orden global, está lejos de haber cerrado todas sus heridas. En el marco del 35º aniversario de la caída del Muro, dos series alemanas producidas por Netflix vuelven sobre ese momento clave desde géneros opuestos.
Se trata del documental “Detlev Rohwedder: un crimen perfecto”, centrado en el magnicidio del político responsable del proceso de privatización de las empresas estatales de la RDA; y de la serie de ficción “Kleo”, una suerte de parodia violenta y colorida de la Alemania postsoviética.
Un crimen sin resolver en el corazón de la reunificación
Netflix estrenó en 2020 “Detlev Rohwedder: Einigkeit und Mord und Freiheit” (título original), su primera serie documental producida en Alemania. La dirección estuvo a cargo de Jan Peter, junto a los productores Georg Tschurtschenthaler y Christian Beetz.
El foco está puesto en el asesinato del político socialdemócrata Detlev Karsten Rohwedder, ocurrido el 1 de abril de 1991, cuando un francotirador disparó desde un jardín vecino a su casa en Düsseldorf. La escena fue limpia y meticulosamente ejecutada, su esposa resultó herida, y el asesino nunca fue identificado con certeza.
Rohwedder presidía la Treuhandanstalt, la agencia pública creada para privatizar las más de 15.000 empresas estatales de la República Democrática Alemana. El trabajo implicaba desmantelar el aparato productivo del socialismo real e insertarlo en una economía de mercado. Fue una transformación brutal: entre 1990 y 1994, el 94% de las empresas fueron privatizadas, y millones de trabajadores del este quedaron desempleados.
La Treuhand: “La mayor empresa holding del mundo”
En su momento, la Treuhand fue descripta como la empresa más grande del planeta. Su tarea no solo fue técnica, sino también profundamente política. Rohwedder intentaba balancear reconversión con privatización, pero eso no lo libró del odio ni de las amenazas. Según el documental, era uno de los hombres más amenazados del país. Y sin embargo, su casa no contaba con vigilancia ni ventanas blindadas.
La serie reconstruye tres grandes hipótesis sobre su asesinato. La primera apunta a la tercera generación de la Fracción del Ejército Rojo (RAF), que dejó un panfleto en la escena del crimen. La segunda involucra a ex agentes de la Stasi, con capacidad técnica y motivación. La tercera teoría, más conspirativa, plantea que el asesinato fue orquestado desde la propia Alemania occidental, ante la sospecha de que Rohwedder no privatizaba lo suficientemente rápido.
Una narrativa que erosiona el relato oficial
El gran valor de “Detlev Rohwedder” está en mostrar el lado oscuro de la reunificación. Muestra, con archivos inéditos y entrevistas a funcionarios de la época, que el proceso no fue el cuento de hadas de la “unidad nacional”. Christian “Flake” Lorenz, músico de Rammstein, declara: “Cuando llegó la reunificación, yo no quería ser ciudadano de este nuevo país”. Y Thilo Sarrazin, entonces funcionario del Ministerio de Finanzas, dice frente a cámara: “Para mí, el valor de la RDA era cero”.
Las cuatro partes de la serie llevan títulos simbólicos: “Mártir”, “Capitalista”, “Ocupante” y “Víctima”. Cada uno refleja una faceta de la figura de Rohwedder, pero también del proceso histórico en su conjunto. La narrativa se estructura con saltos temporales, documentos confidenciales, ficcionalizaciones breves y recursos del true crime. El resultado es una pieza tensa, ambigua y políticamente provocadora.
Kleo: venganza pop con telón de acero de fondo
En el extremo opuesto del espectro estético y narrativo, “Kleo” propone una lectura paródica y estilizada del mismo periodo. Estrenada en 2022, y renovada con una segunda temporada en 2024, la serie fue creada por Richard Kropf, Hanno Hackfort y Bob Konrad. La protagonista, Kleo Straub, es una espía de la RDA traicionada por su propia organización. Tras ser encarcelada injustamente y liberada con la caída del Muro, inicia una violenta búsqueda de venganza.
La serie mezcla thriller, comedia negra y una estética pop fuertemente inspirada en Quentin Tarantino. La propia protagonista, interpretada por Jella Haase, recuerda a la “Novia” de Kill Bill. Las muertes son coreografiadas con humor negro, el vestuario es excesivo, y la banda sonora va del tecno a los clásicos pop de los ‘90. “Esta es una historia real. Nada de esto sucedió realmente”, aclara el primer episodio.
La caída del Muro como comedia sangrienta
“Kleo” no busca fidelidad histórica, pero sí construye una atmósfera política reconocible. Muestra un Berlín donde la anomia reina: casas tomadas, fiestas rave, viejos espías buscando reinventarse. La protagonista transita ese paisaje caótico mientras persigue una maleta roja, que actúa como Macguffin, pero también como símbolo de secretos enterrados.
La segunda temporada profundiza en la psicología del personaje y en la transición de Alemania hacia un orden neoliberal. Los escenarios se expanden a Moscú, Belgrado y el desierto de Atacama en Chile. El absurdo gana terreno, pero también una reflexión sobre la identidad y el desarraigo en un país que se reconstruye sobre las ruinas de otro.
Dos enfoques, una misma herida
A su manera, “Kleo” y “Detlev Rohwedder” hablan de lo mismo: la reunificación fue un proceso traumático, desigual y lleno de zonas oscuras. Mientras el documental busca explicar por qué una parte de Alemania nunca se sintió parte del nuevo país, la serie de ficción lo dramatiza desde la venganza personal. Una apuesta por lo emocional en tiempos de pérdida colectiva.
Ambas producciones reflejan un interés creciente por revisitar los ‘90 desde el presente, a medio camino entre la memoria y la reescritura. En un contexto donde las democracias tambalean y las identidades se reconfiguran, la historia reciente se vuelve campo de disputa.
Un espejo para Europa y el mundo
La caída del Muro de Berlín fue, para muchos, el inicio de una era de esperanza. Pero también dejó resentimientos latentes, desigualdades estructurales y preguntas sin resolver. Netflix, a través de estas dos producciones alemanas, propone mirar esos fantasmas de frente. No se trata solo de Alemania.
El caso Rohwedder habla de los costos sociales de las transiciones neoliberales. Kleo, en cambio, expone la estetización de la violencia como válvula de escape ante un pasado que no encaja en la narrativa oficial. En ambos casos, la pregunta es la misma: ¿qué quedó del otro lado del Muro?
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