miércoles, 10 de julio de 2024

Buenos Aires (AT)Carl Paul Gottfried von Linde nació el 11 de junio de 1842 en Berndorf, Alemania. Desde joven mostró un gran interés por la mecánica y la física, lo que lo llevó a estudiar ingeniería en el Politécnico de Zúrich (Eidgenössische Technische Hochschule Zürich – ETH). Su pasión y dedicación lo destacaron entre sus pares, y pronto comenzó a trabajar en proyectos que cambiarían el curso de la ingeniería térmica.

En la segunda mitad del siglo XIX, la necesidad de métodos eficientes de refrigeración era cada vez más apremiante. La conservación de alimentos, la fabricación de cerveza y las aplicaciones médicas demandaban soluciones que pudieran mantener bajas temperaturas de manera constante y segura. Los métodos tradicionales, como el uso de hielo natural, eran ineficientes y no podían satisfacer las necesidades crecientes de la industria y la sociedad.

Innovación en refrigeración: la idea del amoníaco comprimido

En 1873, mientras trabajaba como profesor de ingeniería en la Academia Politécnica de Múnich, Linde comenzó a investigar métodos para mejorar la refrigeración artificial. Inspirado por los principios de la termodinámica y la teoría de la compresión de gases, Linde concibió la idea de utilizar amoníaco, un gas con propiedades refrigerantes excepcionales, en un ciclo de compresión y expansión.

El uso de amoníaco presentaba ventajas significativas sobre otros refrigerantes utilizados en la época, como el éter y el dióxido de carbono. El amoníaco era más eficiente en la absorción de calor y podía alcanzar temperaturas más bajas, lo que lo hacía ideal para aplicaciones de refrigeración.

El primer frigorífico de amoníaco comprimido

En 1876, tras años de investigación y desarrollo, Carl von Linde presentó su revolucionario frigorífico de amoníaco comprimido. Este sistema utilizaba un compresor para aumentar la presión del amoníaco, convirtiéndolo en líquido. Luego, el amoníaco líquido se evaporaba en un intercambiador de calor, absorbiendo calor del entorno y creando un efecto refrigerante.

El diseño de Linde no solo era eficiente, sino también notablemente seguro y fiable para su época. El éxito de su frigorífico marcó un hito en la ingeniería térmica y sentó las bases para el desarrollo de sistemas de refrigeración modernos.

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La planta de Linde en Höllriegelskreuth, cerca de Múnich, en 1909.

Impacto en la Industria y la Vida Cotidiana

La invención de Linde tuvo un impacto profundo y duradero en diversas industrias. En la fabricación de cerveza, por ejemplo, su sistema permitió un control preciso de la temperatura durante el proceso de fermentación, mejorando significativamente la calidad del producto. En la industria alimentaria, la capacidad de conservar alimentos frescos por más tiempo transformó la distribución y el almacenamiento de productos perecederos, haciendo posible la creación de cadenas de suministro globales.

Además, el éxito del frigorífico de amoníaco comprimido abrió nuevas oportunidades en la ciencia y la medicina. La capacidad de mantener bajas temperaturas de manera fiable permitió avances en la conservación de muestras biológicas y el desarrollo de nuevos tratamientos médicos.

Carl von Linde y la industria cervecera

Las primeras unidades de refrigeración de Linde fueron diseñadas específicamente para cervecerías, luego de que despertaran interés en esta industria por artículos publicados en el Bavarian Industry and Trade Journal entre 1870 y 1871. La creación de estas máquinas brindó a los productores de cerveza comercial la tecnología necesaria para preservar su producto por períodos más extensos, especialmente las cervezas lager. Esta innovación también se aplicó a los vagones de ferrocarril, permitiendo el transporte de estas cervezas a distancias más lejanas manteniendo una temperatura óptima.

Es importante recordar que la elaboración de cerveza durante los meses cálidos estaba estrictamente prohibida en Baviera. Desde el Día de San Jorge (23 de abril) hasta el Día de San Miguel (29 de septiembre), nadie tenía permitido producir cerveza. Esta restricción se estableció por razones de higiene, ya que las fermentaciones a altas temperaturas y con fluctuaciones constantes generaban sabores desagradables debido a la actividad de las levaduras. Esta prohibición estuvo en vigor desde 1553 y solo se levantó en 1850, cuando los cerveceros bávaros comenzaron a almacenar sus cervezas en pequeñas bodegas con bloques de hielo recolectados durante el invierno en lagos y estanques congelados.

Durante el verano de 1871, Linde llegó a un acuerdo con dos destacados cerveceros de la época: el austriaco August Deiglmayr de la cervecería Dreher y el cervecero muniqués Gabriel Sedlmayr. Juntos planearon la construcción de una máquina piloto en la cervecería Spaten en Múnich. Esta primera máquina a gran escala se instaló y probó posteriormente en 1873 en la cervecería Dreher, la más grande de Austria en ese entonces, ubicada en Trieste, conocida por sus altas temperaturas y humedad.

A pesar de algunos contratiempos, la máquina no estuvo completamente operativa hasta enero de 1874, justo antes de que venciera la fecha límite para la obtención de la patente. Para superar los problemas, Linde necesitaba recursos económicos y se vio obligado a compartir parte de su patente con Sedlmayr, el fabricante de locomotoras Georg Krauss y el director de Maschinenfabrik Augsburg, Heinrich von Buz.

Gracias a esta nueva fuente de ingresos, Linde pudo construir una segunda máquina más eficiente, cuya patente se le concedió en marzo de 1876. En septiembre del mismo año, vendió esta máquina a la cervecería Dreher, que la puso en funcionamiento desde la primavera de 1877 hasta 1908.

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La primera máquina frigorífica Linde vendida a la fábrica de cerveza Dreher de Trieste.

La tercera máquina de Linde que cambiaría la industria cervecera

La perseverancia y la creatividad de Linde lo llevaron a construir una tercera máquina unos años más tarde, la cual se convertiría en el diseño más común de la empresa Linde en las décadas siguientes. En 1877, con Sedlmayr como intermediario, la cervecería Heineken de Rotterdam, dirigida por Feldmann, le encargó la fabricación de una máquina de hielo.

A partir de esta colaboración, Linde desarrolló su teoría sobre el enfriamiento por convección natural mediante un sistema de tuberías de enfriamiento instalado en el techo de la bodega. Posteriormente, Feldmann conectó a Linde con J. C. Jacobsen, responsable de la producción en Carlsberg en Copenhague, quien solicitó la construcción de una gran unidad de refrigeración en 1878.

Basándose en el principio fundamental de la refrigeración, que establece que el frío es simplemente la ausencia de calor y que para enfriar algo es necesario extraer el calor, Linde se convirtió en una figura destacada en el campo de la refrigeración para las principales cervecerías europeas. Para 1890, Linde había vendido 747 unidades de refrigeración a diversas cervecerías y plantas de almacenamiento en frío.

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Edificio del Grupo Linde en Múnich.

El legado de Carl von Linde

Carl von Linde continuó innovando en el campo de la refrigeración y la ingeniería térmica a lo largo de su vida. En 1879, fundó la empresa Linde AG, con sede en Wiesbaden, que se convertiría en un líder mundial en tecnologías de gases industriales y refrigeración.

Linde continuó inventando nuevos dispositivos durante la mayor parte de su vida, incluyendo equipos para la licuefacción del aire y la producción de oxígeno puro, nitrógeno e hidrógeno. Su legado perdura en la tecnología moderna, y su nombre sigue siendo sinónimo de innovación y excelencia en ingeniería.

El impacto de la invención de Linde va más allá de la refrigeración. Su trabajo sentó las bases para el desarrollo de tecnologías que han mejorado la calidad de vida de millones de personas en todo el mundo. Desde los sistemas de aire acondicionado hasta la preservación de alimentos y medicinas, la influencia de Linde se siente en innumerables aspectos de la vida cotidiana.

En 1934, Carl von Linde falleció en Múnich a la edad de 92 años. En la actualidad, Linde AG es una empresa líder en gases e ingeniería, con cerca de 48,000 empleados que operan en más de 100 países alrededor del mundo.

La historia de Carl von Linde y su invención del primer frigorífico de amoníaco comprimido es un testimonio del poder de la innovación y la ingeniería. Su visión y dedicación no solo resolvieron un problema práctico de su tiempo, sino que también abrieron nuevas posibilidades para el futuro. Hoy, más de un siglo después, seguimos beneficiándonos de su ingenio y creatividad, y su legado sigue inspirando a ingenieros y científicos en todo el mundo.

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