Buenos Aires (AT) – En tanto las aerolíneas están presionados para abandonar el uso de combustibles fósiles, una empresa emergente suiza avanza con una solución que transforma luz solar en energía. Synhelion, con sede en Zúrich, busca ocupar un lugar central en el futuro de la aviación sostenible.
Al frente está Hans Hess, ingeniero mecánico formado en la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (ETH), con una extensa trayectoria en la industria. A los 70 años, lejos de retirarse, lidera este proyecto que busca producir combustible solar a escala comercial.
Un presidente con experiencia industrial

Hans Hess no responde al perfil habitual de los líderes de startups tecnológicas. En su currículum figuran empresas como Reichle & De-Massari, Burckhardt Compression y Comet Group. También fue director general de Leica Geosystems, presidente de Swissmem y vicepresidente de Economiesuisse. Hoy, desde Synhelion, transmite su experiencia a una nueva generación.
En una entrevista con Swissinfo, cuenta que llegó a la empresa como inversor y, tras colaborar con el equipo directivo, fue invitado a asumir la presidencia en diciembre de 2020. No participa en la gestión diaria, pero se involucra en decisiones estratégicas, gobernanza y relaciones clave. También dice que dedica cerca del 40% de su tiempo a la empresa y mantiene vínculos con inversores, responsables políticos y proveedores.
Su apuesta por Synhelion responde al deseo de cerrar su carrera acompañando una tecnología con potencial real. El objetivo es claro: producir un combustible limpio que pueda sustituir al querosén tradicional sin modificar los aviones ni la infraestructura existente.
Tecnología probada, ahora viene la expansión

La empresa finalizó en 2024 una planta de demostración en Alemania. Según Hess, se superaron los principales desafíos tecnológicos. El próximo paso será construir una pequeña planta comercial en España, con fecha prevista de operación en 2027. El plan es escalar hasta 100.000 toneladas anuales de producción en 2030.
El proyecto cuenta con apoyo industrial. Empresas como Swiss International Airlines, AMAG, Eni, SMS Group y Cemex ya invirtieron en Synhelion. Para ello, se logró una recaudación de fondos por EUR 80 millones. Aun así, queda camino por recorrer. Para levantar, cuenta Hess, una planta con la capacidad mencionada se requiere una inversión de EUR 1.500 millones.
Gran parte del volumen de producción futura ya fue vendido por adelantado. Esto refuerza la confianza del equipo. La clave ahora es asegurar nuevos fondos. Hess señala que los inversionistas globales han reducido su exposición a tecnologías limpias desde 2023.
Combustible solar para un sector sin alternativas

La aviación es el mercado prioritario para Hess. Las regulaciones europeas exigen que las aerolíneas usen un mínimo del 6% de combustible sostenible para 2030. Otros países, como Brasil, Estados Unidos y Singapur, también avanzan en esa dirección. Para Hess, los aviones eléctricos o a hidrógeno no son una solución viable en el corto plazo. En cambio, el combustible solar puede integrarse al sistema actual sin cambios costosos.
El proceso de Synhelion requiere tres insumos: energía solar, agua y dióxido de carbono. Este último se obtiene de residuos agrícolas, lo que reduce el impacto ambiental sin competir con la producción de alimentos. Las plantas deben instalarse en zonas con buena radiación solar, acceso a agua y cercanía a actividades rurales.
Europa, y en especial Suiza, no ofrecen muchas ubicaciones con estas condiciones. Por eso, la empresa analiza alternativas en lugares como Marruecos. Allí, aseguran, podrían lograr una reducción del 85% de las emisiones de CO2 respecto al combustible fósil.
Licencias, propiedad intelectual y proyecciones
Hess cuenta en la entrevista que Synhelion busca otorgar licencias de su tecnología en el futuro. Actualmente, utiliza algunas patentes desarrolladas por la ETH de Zúrich, pero posee los derechos exclusivos. Además, cuenta con 20 familias de patentes propias y una plantilla de 50 personas con conocimientos técnicos clave.
Hess reconoce que la protección legal nunca es suficiente. Por eso apuesta por la innovación constante. Esa dinámica les permite mantener ventaja frente a otras propuestas similares.
En cuanto a la producción, la meta original era ambiciosa: 875 millones de litros para 2030. Hoy, el objetivo es más modesto, pero sigue siendo relevante: 125 millones de litros anuales. La diferencia para Hess responde a una planificación más realista, no a una renuncia.
Los proyectos piloto en Suiza, en colaboración con empresas como Pilatus, el aeropuerto de Zúrich, Lake Lucerne Navigation y AMAG, permiten validar la tecnología en condiciones reales. Sin embargo, dice Hess, para escalar se requiere apoyo internacional.
Una visión sin nostalgia
A diferencia de muchos ejecutivos que se retiran después de décadas en cargos de alta dirección, Hess eligió involucrarse con una empresa que todavía no alcanza su punto de equilibrio. Lo motiva la posibilidad de dejar una tecnología útil en manos del mundo industrial. No busca reconocimiento, sino resultados.
La transición energética no depende solo de decisiones políticas o activismo. También necesita soluciones concretas que funcionen en el mercado. Y, según Hess, eso es lo que Synhelion puede ofrecer. Una alternativa viable, basada en ciencia aplicada, lista para alimentar los aviones del futuro.
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