Buenos Aires (AT) – El 19 de julio de 1950 se fundó en Frankfurt el Consejo Central de los Judíos en Alemania (Zentralrat der Juden in Deutschland), apenas cinco años después del fin de la Segunda Guerra Mundial y del asesinato de seis millones de judíos europeos. En ese momento, muchos consideraban que ya no era posible vivir como judío en suelo alemán. Contra ese diagnóstico, un pequeño grupo de sobrevivientes tomó una decisión política, histórica y simbólica: reconstruir la vida judía en Alemania.
El acto fundacional del Consejo Central fue más que administrativo. Fue un gesto de resistencia frente a una Alemania que poco antes se había declarado “judenrein” (libre de judíos), pero también un desacuerdo con la postura del Congreso Judío Mundial, que en 1947 había definido al suelo alemán como “tierra empapada de sangre” donde no debía haber continuidad judía.

Una comunidad de sobrevivientes
En sus primeras décadas, el Consejo debió atender las urgencias de una comunidad marcada por el trauma. Su prioridad fue garantizar una vida digna para los sobrevivientes: asistencia espiritual, ayuda económica, restitución de bienes, educación religiosa y cuidado de los cementerios abandonados.
Una figura clave en esa etapa fue George Hendrik van Dam, abogado y secretario general del Consejo hasta su muerte en 1973, quien regresó del exilio y se dedicó con firmeza a los reclamos por reparación.

El giro hacia el futuro
Recién en los años 70 el Consejo comenzó a consolidar estructuras permanentes: se construyeron nuevas sinagogas, se contrataron rabinos, se institucionalizó la enseñanza religiosa y en 1979 se creó la Escuela Superior de Estudios Judíos en Heidelberg.
Hubo, sin embargo, momentos difíciles. En 1988 se descubrió que Werner Nachmann, presidente del Consejo hasta su fallecimiento, había desviado fondos de reparación. La gestión transparente de su sucesor, Heinz Galinski, evitó una crisis mayor.
Desde entonces, los presidentes del Consejo —Galinski, Ignatz Bubis, Paul Spiegel, Charlotte Knobloch, Dieter Graumann y Josef Schuster— enfrentaron con diplomacia y firmeza los crecientes desafíos. Bubis, en una entrevista antes de morir en 1999, expresó con amargura: “No logré nada”, al recordar los ataques neonazis en los años 90. Hoy, esa visión parece injusta: su legado fue crucial.

Un Consejo plural en tiempos de tensión
Con la reunificación alemana y la llegada de más de 200.000 judíos desde la ex Unión Soviética, el Consejo tuvo que redefinirse. Integrar esas voces, respetar el pluralismo religioso y lidiar con las distintas posiciones respecto a Israel fueron retos complejos. A eso se sumó el resurgimiento del antisemitismo, que cobró nueva fuerza tras el ataque terrorista de Hamas a Israel el 7 de octubre de 2023.
El presidente federal Frank-Walter Steinmeier reconoció el rol del Consejo como “una de las voces políticas y sociales más importantes de nuestro país y un pilar de la democracia”. En un mensaje publicado por el propio Consejo, subrayó: “Solo cuando los judíos en Alemania puedan sentirse plenamente seguros, este país será verdaderamente sí mismo”.
También el canciller alemán Friedrich Merz respaldó al Consejo. “Alemania debe ser un espacio de protección para los judíos”, escribió en la red X (antes Twitter).

Una voz necesaria frente al odio
El Consejo Central no solo representa institucionalmente a la comunidad judía en Alemania. Es también un interlocutor permanente con la política, la cultura, la sociedad civil y otras religiones.
El cardenal Reinhard Marx, arzobispo de Múnich, calificó el aniversario como “un signo de esperanza y responsabilidad duradera” y valoró la voz del Consejo como una alerta frente al aumento de actitudes judeofóbicas.
Desde la Iglesia Evangélica, su presidenta Kirsten Fehrs lo definió como “un socio confiable en el diálogo judeocristiano” y destacó su labor en el fortalecimiento de la memoria y la convivencia.

Hacia los próximos 75 años
Hoy, el Consejo representa a una comunidad visible, diversa y segura de sí misma. Ya no es un grupo marginal reunido en patios traseros, sino una red de instituciones, escuelas, centros culturales y espacios de oración activa en todo el país.
El camino recorrido en estas siete décadas y media no fue lineal ni libre de conflictos, pero el resultado es evidente: la vida judía en Alemania no solo persiste, sino que crece y se afirma como parte integral del presente alemán.
Como concluyó recientemente Josef Schuster, actual presidente del Consejo: “La comunidad judía está preparada para enfrentar los desafíos actuales, sin renunciar a sus valores y con un firme compromiso por la democracia”.







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