El 8 de agosto, Daniel Barenboim abrió en Bremen su tradicional gira estival al frente de la West-Eastern Divan Orchestra, formación que fundó en 1999 junto al intelectual palestino Edward Said. El segundo concierto tuvo lugar el 10 de agosto en el célebre Waldbühne de Berlín, de allí la gira continuó en la ciudad de Lübeck y la presentación en el Festival de Schleswig-Holstein. Las próximas paradas incluyen, el Rheingau Musik Festival, el Festival de Salzburgo y el de Lucerna.
La gira de este año tiene un invitado de excepción: el pianista chino Lang Lang, quien interpreta el Concierto para piano n.º 1 de Mendelssohn antes de que el maestro argentino-israelí cierre con la Sinfonía “Eroica” de Beethoven. El programa se abre con el Siegfried-Idyll de Wagner, una elección que, según asistentes, solo alguien con la trayectoria y autoridad de Barenboim podría proponer en un contexto tan cargado de simbolismo para músicos judíos y árabes.

Una orquesta que nació como mensaje
La West-Eastern Divan Orchestra reúne a jóvenes músicos de Israel, Palestina y diversos países árabes, además de integrantes de Turquía e Irán. Desde su creación, el proyecto sostiene que la música no resuelve conflictos políticos, pero sí genera espacios de encuentro y entendimiento.
Barenboim, consciente de la carga que supone esa afirmación en el contexto actual de tensiones en Medio Oriente, dirige sin discursos políticos, pero con la convicción de que cada gesto sobre el podio es también un mensaje. “Cuando tocamos juntos, mostramos que es posible colaborar a pesar de las diferencias”, ha dicho en otras oportunidades.
El peso de la enfermedad y la fuerza de la batuta
En febrero pasado, Barenboim anunció públicamente que padece Parkinson. A comienzos de 2023, su salud ya lo había llevado a dimitir como director general de la Staatsoper de Berlín. Sus apariciones se han reducido, y su actividad como pianista prácticamente cesó. Sin embargo, en el escenario mantiene la precisión y el control que lo caracterizan.
En Lübeck, durante el Schleswig-Holstein Musik Festival, dirigió sentado la mayor parte del programa, pero de pie en el arranque, demostrando que, aunque su físico esté limitado, su autoridad artística permanece intacta. Un leve movimiento de mano, una inclinación de cabeza o un simple cruce de miradas bastan para que la orquesta responda con cohesión milimétrica.

Lang Lang: virtuosismo y complicidad
El pianista chino, una de las figuras más mediáticas del mundo clásico, alterna en el Mendelssohn momentos de lirismo delicado con pasajes de energía fulgurante. “Ellos tienen grandes raíces europeas, pero cada uno trae un bagaje cultural distinto. Eso le da a la orquesta un sonido único”, comentó Lang Lang sobre sus compañeros de gira. “Las cuerdas tienen un timbre emocional y liviano, pero con una pasión intensa, como un sonido que fluye”.
Su conexión con el Divan no es nueva: lleva más de dos décadas colaborando con algunos de sus integrantes. En escena, el entendimiento es inmediato.

Programas que invitan a la reflexión
El Siegfried-Idyll que abre los conciertos está cargado de historia personal: Wagner lo compuso como regalo para su esposa y su hijo recién nacido. Barenboim lo aborda con un equilibrio entre ternura y sobriedad, evitando el sentimentalismo excesivo. La elección de esta obra, interpretada por una orquesta que incluye músicos judíos, árabes e iraníes, añade un matiz de reconciliación cultural.
La “Eroica” de Beethoven, en el cierre, despliega una potencia que trasciende lo puramente musical. El segundo movimiento, un Marcia funebre, adquiere bajo la batuta de Barenboim una dimensión casi política, como si quisiera condensar las decepciones y esperanzas de un mundo en crisis.

Un puente en medio de las tensiones
Aunque ni Barenboim ni Lang Lang enmarcan explícitamente la gira como un acto político, el público percibe otra cosa. “Estamos en medio de un conflicto terrible entre Israel y Gaza, y ver a estos músicos tocando juntos es un acto de esperanza”, señaló una espectadora en Lübeck. Otro asistente destacó la “capacidad única” del maestro para reunir a intérpretes de orígenes tan diversos en un proyecto artístico común.
Escenarios de alto perfil
Las próximas funciones en Salzburgo y Lucerna llevarán la propuesta a dos de los escenarios más prestigiosos de Europa. Ambos festivales atraen a públicos internacionales y a la crítica especializada, lo que asegura que cada gesto y cada matiz interpretativo serán observados con atención. La combinación de Barenboim y Lang Lang, junto a la singular identidad del Divan, promete actuaciones que no pasarán inadvertidas.

Más allá de la música
La gira 2024–2025 del West-Eastern Divan Orchestra, en su escala por Alemania, Austria y Suiza, no es solo un itinerario de conciertos: es la reafirmación de una idea que Barenboim ha defendido durante décadas.
La música no puede firmar tratados ni detener guerras, pero sí demostrar, con la evidencia viva de un grupo en el que conviven culturas en conflicto, que la cooperación es posible. En tiempos de discursos fragmentarios y polarización, la figura del maestro, sentado o de pie, sigue enviando un mensaje de unidad que trasciende idiomas y fronteras.




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