Buenos Aires (AT) – Hubo algo más que discursos y brindis. La noche del cocktail organizado por la Sociedad Alemana de Beneficencia (DWG) en el Centro Los Pinos no fue sólo una celebración protocolar. Fue también un encuentro cálido y emotivo, cargado de memoria, comunidad y futuro compartido. Allí, en un ambiente sereno y cuidado, con los jardines del centro como telón de fondo, se conmemoraron los 200 años de amistad entre Alemania y la Argentina.
El evento reunió a figuras del ámbito diplomático, empresarial, educativo y social. El embajador alemán en la Argentina, Dieter Lamlé, asistió acompañado por su esposa. Junto a ellos, referentes institucionales, representantes de clubes, voluntarios actuales y antiguos de la DWG, empleados, colaboradores y amigos de la comunidad germano-argentina se dieron cita para celebrar una historia que comenzó en 1825.

Palabras con historia y mirada al futuro
El embajador Lamlé fue el primero en tomar la palabra. Se refirió a estos 200 años de vínculos como una “sinergia que ha dejado huella en la cultura, la ciencia, la economía y la política de la Argentina”. Agradeció al país por haber recibido inmigrantes alemanes en momentos difíciles, y remarcó que “el compromiso con un futuro más sostenible también es parte de esta relación bilateral”.
Luego fue el turno de Federico G. Leonhardt, presidente de la DWG, quien destacó la necesidad de profundizar el trabajo en red. “Hay que seguir fortaleciendo la interacción entre cámaras empresarias, instituciones educativas y asociaciones civiles”, afirmó, apuntando a una cooperación dinámica y actualizada, sin perder el legado solidario que caracteriza a la institución.
Gabriel Mulero, gerente general del Centro Los Pinos, celebró que el espacio haya sido elegido para dar inicio al ciclo de festejos. Describió al centro como “un hogar de adultos mayores, un espacio integral de rehabilitación y cuidados paliativos”, y subrayó que comparten con la DWG valores como la confianza, la mejora continua y la transparencia.

Dos siglos de vínculo, desde el mar hasta la comunidad
La celebración recordó que en 1825, el gobierno argentino lanzó un programa de fomento a la inmigración alemana. La primera expedición trajo a 331 personas que iniciaron una historia colectiva con fuerte impacto en el país. Olas migratorias posteriores ampliaron ese legado, con aportes a la educación, la salud, la industria, la agricultura y la vida social en distintas regiones.
Al mismo tiempo, también se cumplió un aniversario importante para la propia DWG, cuya historia comenzó hace exactamente dos siglos como un grupo de ayuda comunitaria, hasta consolidarse como una de las organizaciones alemanas de mayor trayectoria activa en la Argentina.

Un repaso visual y musical con acento lírico
Tras los discursos, se proyectó un video institucional que recorrió los principales hitos de la DWG, su labor en el país y su papel dentro de la comunidad alemana en Argentina. El material incluyó testimonios, imágenes de archivo y escenas actuales del trabajo que se realiza cotidianamente, con énfasis en el rol de los voluntarios.
La noche continuó con una presentación del grupo lírico Positano, integrado por cantantes del Teatro Colón. Su repertorio emocionó a los asistentes y sumó un momento artístico de alto nivel a la velada. El acompañamiento no fue menor: vinos de la Bodega Familia Schroeder, que aportaron el maridaje perfecto a un encuentro pensado para celebrar con todos los sentidos.

Un espacio donde el presente se nutre del pasado
El Centro Los Pinos, ubicado en un entorno verde y preparado para recibir a personas mayores con necesidades médicas o sociales, fue el lugar elegido no sólo por su infraestructura, sino por su fuerte vínculo con los valores que promueve la DWG: atención, respeto, acompañamiento.
Este cocktail fue apenas el comienzo de un ciclo de actividades conmemorativas que se extenderán durante el año y que buscarán no solo celebrar el pasado, sino proyectar una cooperación renovada entre Alemania y Argentina. La DWG dejó en claro que el aniversario no es una postal nostálgica, sino una oportunidad para renovar compromisos. Como se vio en los discursos, en la elección del lugar y en cada detalle del evento, la identidad germano-argentina se vive hoy como una construcción en movimiento, que conecta generaciones, territorios y desafíos.

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