Buenos Aires (AT) – En los últimos tiempos, Europa ha visto el surgimiento de la “ciudades esponja”. La razón es el aumento de las amenazas de inundaciones debido al cambio climático. Los expertos sugieren que las ciudades necesitan transformarse en gigantescas esponjas capaces de drenar el agua de manera segura.
El término “ciudades esponja” se refiere a áreas urbanas con una abundancia de espacios naturales como parques, árboles, lagos, o un diseño adecuado que facilita la absorción de lluvia y previene inundaciones.
El interés en emplear la naturaleza, o soluciones basadas en ella, para contrarrestar los efectos del cambio climático vienen ganando terreno en los últimos años. Ciudades tan diversas como Shanghái, Nueva York y Cardiff están adoptando medidas para aumentar su “esponjosidad” mediante jardines urbanos, mejoras en el sistema de drenaje de ríos y calles ajardinadas.
¿Por qué son importantes las ciudades esponja?
Un número cada vez más grande de áreas urbanas enfrenta inundaciones devastadoras a causa del cambio climático, que trae consigo lluvias más intensas y un mayor riesgo de desbordamientos.
Según un informe reciente del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), 700 millones de personas ya residen en zonas donde se intensificaron los eventos de la lluvia, una cifra que se espera aumente con el incremento de las temperaturas globales.
Recordemos que en 2016 inundaciones repentinas en Nairobi dejaron calles anegadas, árboles caídos y edificaciones en ruinas, mientras que la tormenta tropical Elsa afectó a Nueva York en 2021. Ambos sucesos perturbaron medios de vida y causaron numerosas víctimas.
Otro beneficio de las ciudades esponja es su capacidad para retener agua en ríos, vegetación y suelo en lugar de perderla por evaporación, lo que las hace más resilientes ante la sequía.
Las soluciones naturales para la absorción del agua urbana son aproximadamente un 50% más económicas y un 28% más efectivas que las soluciones artificiales, según investigaciones previas realizadas por la firma global de diseño Arup y el Foro Económico Mundial.
¿Cómo se mide la “esponjosidad”?
Expertos de Arup evaluaron el porcentaje de “infraestructura verde” en siete ciudades, incluyendo césped, árboles, estanques y lagos, en comparación con la “infraestructura gris” como concreto, pavimento y edificaciones.
También examinaron el tipo y la textura del suelo urbano para determinar su capacidad de retención de agua, así como la cobertura vegetal, que contribuye a retener el agua y evitar la escorrentía.
Estos cálculos se realizaron utilizando imágenes satelitales, inteligencia artificial y aprendizaje automático. Según Arup, su herramienta de cartografía digital de inteligencia artificial, Terrain, es un 80% más rápida que el mapeo manual del paisaje urbano.
Las siete ciudades analizadas fueron Nueva York, Londres, Singapur, Mumbai, Auckland, Shanghái y Nairobi. A cada una se le asignó un porcentaje de “esponjosidad” del 1 al 100%. Aquellas con puntajes más altos tienen una mayor capacidad de absorción durante las lluvias.
Auckland, en Nueva Zelanda, encabezó la lista con un 35% de esponjosidad, gracias en gran parte a sus sistemas de aguas pluviales, numerosos campos de golf, parques verdes y jardines residenciales amplios.
Le siguió Nairobi con un 34%, mientras que Nueva York, Mumbai y Singapur empataron en tercer lugar con un 30%, y Shanghái ocupó el cuarto puesto con un 28% de calificación como ciudad esponja. Londres se ubicó en el último lugar, con un 22%, principalmente debido a sus altos niveles de concreto y la baja capacidad de absorción del suelo.
Berlín, la ciudad esponja
El área de Rummelsburg, en el este de Berlín, construida hace 25 años, sirve como un ejemplo interesante del concepto de “ciudad esponja” (“Stadtschwamm” en alemán).
Los edificios están envueltos en paredes verdes, techos y terrazas ajardinadas, con profundas zanjas de suelo de hasta 80 centímetros de profundidad. Además, las zanjas a lo largo de las veredas y calles forman un humedal urbano en miniatura, capaz de retener agua como una esponja y redistribuirla hacia el manto acuífero o evaporarla para mantener fresca la ciudad.
Durante las lluvias, las densas capas de vegetación gestionan, o absorben, el agua de manera más eficiente que el sistema convencional de drenaje y hormigón en la ciudad. Esto reduce la probabilidad de desbordamientos de desagües debido a obstrucciones o sobrecargas, y disminuye el riesgo de que las aceras se conviertan en corrientes temporales de agua.
En Rummeblsburg, el sistema también mejora la calidad del agua en lagos y ríos. Durante eventos climáticos extremos, los desechos y contaminantes urbanos son arrastrados hacia estos cuerpos de agua, lo que podría dañar la vida silvestre. En contraste, materiales naturales como polen y hojas pueden saturar el agua con nutrientes de manera excesiva, afectando a la vida acuática.
A pesar de ser una idea innovadora, la implementación de la ciudad esponja puede presentar desafíos. En el Reino Unido, por ejemplo, gran parte de la infraestructura ya está construida con materiales tradicionales como calles de asfalto y veredas de hormigón, lo que requiere un enfoque de modernización. Aunque existen incentivos, como la mayor demanda de edificios con techos verdes accesibles, y el potencial para la agricultura urbana en estos espacios, no está claro si estos beneficios compensarán los costos adicionales.
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