Buenos Aires (AT) – Jimmy Carter, quien gobernó Estados Unidos entre 1977 y 1981, falleció en su hogar de Plains, Georgia, rodeado de su familia. Su vida estuvo marcada no solo por su mandato presidencial, sino también por una incansable dedicación a la paz y los derechos humanos que lo consagró como uno de los expresidentes más influyentes de la historia reciente.
James Earl Carter Jr. nació el 1 de octubre de 1924 en Plains, Georgia. Antes de llegar a la presidencia, sirvió como oficial de la Marina y más tarde ingresó a la política, desempeñándose como gobernador de Georgia entre 1971 y 1975. Desde sus inicios, Carter demostró un compromiso con los derechos civiles, declarando que “el tiempo de la discriminación racial ha terminado”, una afirmación que marcó su carrera política.
Su ascenso al poder nacional se dio en un contexto de desconfianza hacia el gobierno tras el escándalo Watergate. Carter se presentó como una figura honesta y reformista, ganándose el apoyo de los votantes con su promesa de transparencia. “Si alguna vez les miento, no merezco ser su presidente”, declaró repetidamente durante su campaña electoral.
Una presidencia marcada por desafíos
Carter asumió la presidencia en 1977 en un momento de tensiones globales y crisis económica. Durante su mandato, logró varios hitos, como los históricos Acuerdos de Camp David de 1978, que facilitaron la paz entre Egipto e Israel. El entonces presidente medió intensas negociaciones entre el presidente egipcio Anwar Sadat y el primer ministro israelí Menachem Begin, logrando un tratado que sentó las bases para la estabilidad en Oriente Medio.
En el ámbito doméstico, Carter priorizó la eficiencia gubernamental y las reformas energéticas, estableciendo los departamentos de Energía y Educación. También tomó decisiones controvertidas, como el indulto a quienes evadieron el servicio militar durante la guerra de Vietnam y la promoción de los derechos humanos, enfrentándose a dictaduras en América Latina, incluyendo la de Argentina.
Su enfoque en los derechos humanos fue notablemente progresista, con medidas que impactaron directamente en países sudamericanos. Carter denunció las violaciones cometidas por regímenes militares en Argentina, Brasil y Chile, utilizando su influencia para presionar a favor de las libertades civiles y políticas en una época dominada por dictaduras represivas.
Sin embargo, su mandato también estuvo marcado por crisis. La inflación y el desempleo alcanzaron niveles alarmantes, y la crisis de los rehenes en Irán empañó su liderazgo internacional. En 1979, tras la revolución iraní, 52 estadounidenses fueron tomados como rehenes en Teherán. A pesar de los esfuerzos de Carter, los rehenes no fueron liberados hasta el día en que Ronald Reagan asumió la presidencia.
Además, la invasión soviética a Afganistán en 1979 desafió su política exterior, llevándolo a implementar sanciones económicas contra la Unión Soviética y a boicotear los Juegos Olímpicos de Moscú en 1980, decisiones que generaron divisiones tanto en el plano doméstico como internacional.
Una vida dedicada a la paz y los derechos humanos
Tras dejar la Casa Blanca en 1981, Carter se dedicó a una prolífica labor humanitaria que redefinió el rol de los expresidentes. Fundó el Centro Carter en 1982, una organización dedicada a la promoción de la democracia, la salud global y la resolución de conflictos. Durante más de cuatro décadas, el Centro supervisó elecciones en 113 países, ayudó a erradicar enfermedades como el gusano de Guinea y medió en conflictos internacionales.
En 2002, Carter recibió el Premio Nobel de la Paz por su trabajo incansable en favor de la paz y los derechos humanos. Uno de sus logros más destacados fue la mediación entre las dos Coreas y la prevención de una invasión estadounidense en Haití. Además, contribuyó a negociaciones de paz en Bosnia y Sudán.
En áfrica y América Latina, Carter también lideró esfuerzos para erradicar enfermedades como la oncocercosis y trabajó para mejorar las condiciones sanitarias de comunidades vulnerables. Estos proyectos, aunque menos mediáticos, tuvieron un impacto profundo en la calidad de vida de millones de personas.
Carter también dedicó su tiempo a proyectos de desarrollo comunitario, como la construcción de viviendas para familias de bajos recursos a través de Habitat for Humanity, una actividad que continuó incluso en sus 90 años. En este contexto, su mensaje siempre fue claro: “Nunca dejes de trabajar para hacer del mundo un lugar mejor”.
Reacciones internacionales al fallecimiento de Carter
Gobiernos y líderes de todo el mundo expresaron sus condolencias tras la muerte de Jimmy Carter, destacando su legado como defensor de los derechos humanos y la paz.
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, recordó a Carter como un firme defensor de los derechos de los más vulnerables. “Defendió incansablemente la paz”, afirmó Macron, quien envió sus condolencias al pueblo estadounidense.
En Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva lamentó su partida y exaltó su papel en la presión a dictaduras militares sudamericanas, destacando que Carter “consiguió que su trabajo como expresidente fuera tan relevante como su mandato”.
Desde Portugal, el primer ministro Luís Montenegro lo calificó como “una referencia moral global para la democracia”. Por su parte, el presidente Marcelo Rebelo de Sousa subrayó el apoyo de Carter a la consolidación democrática en Portugal.
El presidente egipcio, Abdel Fattah al-Sisi, destacó su papel clave en los Acuerdos de Camp David, definiéndolo como “un símbolo de los esfuerzos humanitarios”. Los tratados marcaron un hito en las relaciones entre Egipto e Israel.
En América Latina, la cancillería de Panamá agradeció su liderazgo en la firma de los tratados Torrijos-Carter, que devolvieron el control del canal a Panamá. “Su compromiso con los derechos humanos y la diplomacia dejó una huella imborrable”, afirmaron.
El director de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, destacó los logros del Centro Carter en la eliminación de enfermedades tropicales desatendidas, salvando innumerables vidas.
Legado y reflexiones
Líderes de todo el mundo expresaron sus condolencias tras su fallecimiento. El presidente Joe Biden lo calificó como “un hombre de principios, fe y humildad”, mientras que Barack Obama destacó su “vida de gracia, dignidad y justicia”. Por su parte, Donald Trump señaló que “los desafíos que enfrentó Carter llegaron en un momento crucial para Estados Unidos”.
El expresidente también fue recordado por su hijo, Chip Carter, quien declaró: “Mi padre fue un héroe, no solo para mí, sino para todos quienes creen en la paz, los derechos humanos y el amor sin egoísmo”.
Más allá de los tributos políticos, la comunidad de Plains, su ciudad natal, lo honró con vigilias y ofrendas florales frente a la granja donde Carter pasó gran parte de su vida. Esta pequeña localidad se convirtió en un símbolo de los valores de humildad y servicio que Carter defendía.
Vínculos con Argentina
Carter fue un defensor incansable de los derechos humanos en una época en la que dictaduras militares marcaban la política sudamericana. Durante su presidencia, denunció los abusos cometidos en Argentina bajo el Proceso de Reorganización Nacional, contribuyendo a la visibilización internacional de las violaciones de derechos humanos. Su administración presionó al régimen militar argentino para liberar presos políticos, una acción que fue clave en la defensa de las libertades fundamentales en el país.
Además, Carter se destacó por promover el diálogo y la cooperación internacional, sentando las bases para relaciones más democráticas en la región. En este sentido, sus principios aún resuenan en la política exterior de Estados Unidos hacia Latinoamérica. El legado de Carter resuena en Argentina a través de sus valores de justicia social y compromiso con los derechos humanos, un recordatorio de cómo el liderazgo puede trascender fronteras y generaciones. Para muchos argentinos, su figura representa la esperanza de un mundo más justo y equitativo.
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