Buenos Aires / Berlín – Peter, de 16 años, rubio y delgado, al que le gusta usar chaquetas con capucha y jugar con su computadora, es uno de los jóvenes alemanes que se benefició con este tratamiento. Usa anteojos y un parche autoadhesivo donde antes estaba su ojo izquierdo. Sobrevivió a un tumor sobre el ojo, en parte, gracias al KiTZ.
Según indica el Registro Alemán de Cáncer Infantil poco antes del Día Mundial contra el Cáncer, que se conmemora el 4 de febrero, cada año se diagnostica cáncer a unos 2.400 niños y jóvenes en Alemania. Esto significa que un total de 20.100 niños y adolescentes viven con cáncer en Alemania. A los niños se les diagnostica con mayor frecuencia cáncer en la sangre (leucemia) y a los adolescentes cáncer en los ganglios linfáticos (linfoma).
En el verano europeo de 2021, el ojo izquierdo de Peter se hinchó de repente y comenzó a bizquear un poco. “Entrecerraba el ojo izquierdo”, cuenta su madre, Eva. “Al segundo día ya me pareció raro y le pregunté: ‘¿Por qué entrecierras así el ojo?'”. El niño contestó que ni siquiera se daba cuenta. Fue entonces que su madre pidió cita con un oftalmólogo.
Poco después, la familia recibió el diagnóstico de la Clínica de Niños del hospital universitario de Mainz: rabdomiosarcoma embrionario, un tumor maligno de los tejidos blandos, según explica la doctora de Peter, Alexandra Russo. “Fue el peor día de nuestras vidas”, recuerda la madre del joven.
Más allá de los tratamientos tradicionales
Russo indicó para el niño seis meses de quimioterapia y radioterapia, el tratamiento estándar para este cáncer. Peter viajaba regularmente a la clínica de Mainz, se le caía el pelo y perdió más de 20 kilos, según cuenta él mismo. “Cada inyección era un horror para mí. De hecho, vomitaba inmediatamente después de casi todas las inyecciones”, recuerda. En algún momento, la sola visión de la inyección era suficiente para que enfermara.
En febrero de 2022, todo parecía haber terminado, el cáncer había desaparecido. Peter solo tenía que ir a Mainz cada pocas semanas para hacerse controles, según recuerda la médica. En el otoño europeo volvió al colegio, pero entonces se le volvió a hinchar el ojo. El cáncer había vuelto. Los médicos de Mainz tomaron una muestra de tejido y la enviaron al Centro Hopp de Tumores Infantiles (KiTZ) en la ciudad alemana de Heidelberg, dependiente, entre otros, del Centro Alemán de Investigación Oncológica (DKFZ).
KiTZ: una propuesta que aprende
“El peligro era inminente”, dice Russo. Como consecuencia de la recaída, ya no había un procedimiento de tratamiento establecido para Peter. Según el KiTZ, el tiempo medio de supervivencia de los niños tras una recaída así es de ocho meses.
Desde 2019, los médicos -también los extranjeros– pueden enviar al KiTZ muestras de tejido de niños con cáncer considerados pacientes de alto riesgo o que hayan sufrido una recaída. Las muestras frescas deben ser “del tamaño de un guisante”, dice Ina Oehme, jefa de la Sección de Pruebas de Medicamentos. Los científicos las utilizan para cultivar cientos de minitumores con la forma de pequeñas esferas. A su vez, se prueban en ellos 80 fármacos, en diferentes dosis y en diversas combinaciones.
Los medicamentos testeados son para tratar el cáncer en adultos, tanto los aprobados como los que aún están en fase de ensayo clínico. Según Stefan Pfister, director del KiTZ, uno de los principales problemas en el tratamiento de pacientes jóvenes con cáncer es el escaso número de fármacos aprobados para niños, apenas una fracción de los que están disponibles para pacientes adultos.
Los minitumores como aliados
Según Oehme, hasta la fecha recibieron más de 500 muestras de tejidos, de las que dos tercios aproximadamente se utilizaron para pruebas. Para alrededor del 80 % de ellas, encontraron fármacos que hicieron retroceder los minitumores en el laboratorio.
En el caso de Peter, los minitumores responden a dos fármacos usados en la quimioterapia. Basándose en un estudio realizado en Francia, la médica de Peter, Russo, ya había empezado a administrarle estos dos fármacos en combinación con un tercero unos días antes. Los resultados del KiTZ confirmaron este ensayo y dieron esperanzas de que el tumor de Peter retrocediera.
El tratamiento de Peter duró nueve meses e hizo que el tumor se redujera a la mitad. Los médicos decidieron de todas formar extraer el ojo de Peter, dado que le habían encontrado células cancerosas. Desde noviembre de 2023, Peter está libre de cáncer.
De acuerdo con Oehme, la oferta del KiTZ es única en Europa. A ella se suma la descodificación genética de todo el genoma tumoral y un informe de resultados en tres semanas.
Por Stefanie Järkel, dpa
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