La atleta alemana Laura Dahlmeier, bicampeona olímpica y siete veces campeona mundial, murió durante una expedición de montañismo en el Karakórum, Pakistán. La muerte ocurrió tres semanas antes de que se confirmara la noticia, cuando un desprendimiento de rocas la alcanzó mientras realizaba una travesía en altura. Tenía 31 años.
La tragedia conmovió no solo al mundo del biatlón, sino también al ambiente del montañismo, en el que ella se había involucrado intensamente desde su retiro del deporte profesional.
Una pérdida que impacta al biatlón alemán
El fallecimiento de Dahlmeier golpeó con fuerza a sus compañeras y compañeros. En un evento reciente en el Bayern-Park de Reisbach, Baviera, su ausencia fue recordada en cada momento. La temporada olímpica que se aproxima hace todavía más dolorosa la noticia, ya que el equipo alemán de biatlón la consideraba una referente insustituible.

Franziska Preuß, de 31 años y ganadora de la clasificación general de la Copa del Mundo en la última temporada, expresó su conmoción: “La muerte de Laura todavía no la puedo comprender. En invierno lo vamos a sentir más, porque ella ya no va a estar. Pienso en ella todo el tiempo, también en los entrenamientos. Si fallo un disparo, siempre me digo: ‘Mei, la Laura los hubiera acertado todos’”.
Su pareja, el exbiatleta Simon Schempp, de 36 años, coincidió en el dolor: “Franzi y yo seguimos hablando mucho por las noches sobre Laura. Lo que más me entristece es pensar en todo lo que todavía podría haber vivido. Nos damos cuenta de que solo tenemos una vida, y hay que disfrutarla, porque nunca sabemos cuándo puede terminar”.

Las palabras de ambos reflejan no solo la magnitud deportiva de Dahlmeier, sino también el vacío personal que deja entre quienes compartieron su trayectoria. Era más que una campeona: representaba un espíritu competitivo y humano muy valorado.
El homenaje íntimo de su familia
El recuerdo de Laura también se expresó en su círculo más cercano. Su madre, Susi, que se dedica a la orfebrería, publicó en redes sociales una pieza artesanal como homenaje a su hija. Se trataba de un collar con un dije en el que se distinguían montañas, una estrella fugaz, un corazón y una “L” grabada con trazo curvo. Lo acompañó con las palabras: “Puente al paraíso”.
Ese gesto simbolizó el vínculo profundo de la familia con Laura y su pasión por la naturaleza. Desde niña había mostrado interés tanto por el deporte como por las montañas, un escenario que terminó siendo parte de su destino final.
El hecho de que su madre eligiera un objeto tan personal como homenaje revela la dimensión íntima de la pérdida. Dahlmeier no solo era una figura pública del biatlón, también era hija, amiga y compañera de vida. Su muerte recordó que detrás de cada atleta hay un entorno que vive con intensidad los logros y también las tragedias.
Una carrera que inspira a nuevas generaciones
El biatlón alemán entra ahora en una nueva temporada marcada por la ausencia de su gran referente. El 29 de noviembre comenzará en Östersund, Suecia, la Copa del Mundo. Y en febrero, los Juegos Olímpicos de Milán y Cortina d’Ampezzo serán el escenario donde las y los atletas buscarán medallas en honor a quien fue considerada su “reina del biatlón”.
Los logros de Dahlmeier son parte de la historia reciente del deporte. En Pyeongchang 2018 conquistó dos medallas de oro, en la prueba de sprint y en la persecución, además de un bronce en la competencia individual. A lo largo de su carrera sumó siete títulos mundiales, consolidándose como una de las figuras más importantes de la disciplina.

Se retiró del biatlón a los 25 años, una decisión temprana que sorprendió a muchos. Sin embargo, ella explicó que necesitaba un cambio de rumbo. Se dedicó a terminar sus estudios, a la docencia y, sobre todo, a la montaña. Su pasión por el alpinismo la llevó a realizar expediciones exigentes en los Alpes y en cadenas montañosas de Asia.
El accidente en Pakistán dejó en claro los riesgos de esa actividad, pero también mostró su coherencia vital. Laura siempre eligió caminos difíciles, tanto en el deporte como en la montaña, y en ambos ámbitos dejó una pasión imposible de borrar.



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