Buenos Aires (AT) – Suiza sobresale a nivel mundial en la producción de máquinas de café. La incursión de la nación alpina en dicha especialidad comenzó después de la Primera Guerra Mundial, cuando empresas suizas de otros sectores vieron una oportunidad para diversificarse haciendo máquinas de café, muy de moda en Italia, al otro lado de los Alpes.
Una de esas empresas fue Schaerer, que comenzó como una pequeña tienda minorista en 1892. El fundador, Maurice Schaerer, utilizó sus habilidades en ingeniería para desarrollar y diseñar instrumentos quirúrgicos, dispositivos de desinfección y mesas de operaciones que tenían mucha demanda durante la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, Schaerer percibió un cambio en el sentimiento público y utilizó su experiencia en procesamiento de metales y la aplicación de vapor para desarrollar una máquina de café operada con vapor.
Schaerer desarrolló el dosificador manual PIC en 1957, que ahora se considera una de las primeras máquinas de café automatizadas. En 1970, Schaerer creó la serie KM, las primeras máquinas de café completamente automáticas con molinillo integrado. El momento fue perfecto para esta innovación: en 1974, se convirtió en ley el primer convenio colectivo nacional para el sector de restaurantes suizos. El acuerdo requería que los propietarios de restaurantes pagaran un salario mensual a todos sus empleados y cobraran un cargo por servicio del 15% en la factura total. Hasta entonces, los camareros dependían de las propinas para ganarse la vida, ya que solo recibían unos pocos cientos de francos suizos como salario fijo.
Si bien la nueva ley ayudó a establecer uniformidad en los salarios, aumentó la carga salarial para los propietarios de restaurantes. Esto, junto con una escasez general de personal de restaurantes, los obligó a reducir sus operaciones. Lo cual, a su vez, modificó la forma en que se preparaba el café, e impulsó a las máquinas de café suizas sobre las italianas, que dependían de baristas capacitados.
Otro avance importante en la década de 1970 fue la apertura de las primeras sucursales europeas de cadenas de comida rápida. McDonald’s fue una de ellas y contactó al fabricante de cocinas suizo Franke en la década de 1960 para ampliar su expansión europea. Franke instaló la primera cocina de McDonald’s en Múnich (la segunda ubicación de McDonald’s en Europa) en 1972. Casi ocho años más tarde, Franke adquirió la empresa líder en máquinas de café, Augsburger, y capitalizó su inversión cuando surgió la oportunidad de suministrar máquinas de café automáticas a McDonald’s.
La consolidación de las máquinas suizas
Thermoplan, otro recién llegado al negocio de las máquinas automáticas, también decidió aprovechar la ola del café. Fundada en 1974, la empresa suiza fabricaba máquinas automáticas de nata y espumadores de leche, pero decidió entrar en el negocio de las máquinas de café recién en 1995. En 1999, logró asegurar un contrato para suministrar máquinas de café a Starbucks. Desde entonces, Thermoplan es el proveedor exclusivo de Starbucks y ya desarrolló y produjo dos generaciones de máquinas (Mastrena I y II) en su sede en Weggis, con vistas al lago de Lucerna.
La creciente popularidad de los cafés de lujo vendidos en Starbucks ayudó a que los fabricantes suizos ganaran más mercado. Thermoplan, que celebra su 50 aniversario este año, exporta el 98% de las máquinas que fabrica a más de 80 países en todo el mundo.
Hoy en día, marcas suizas como Thermoplan, Franke, Schaerer, Cafina, Rex Royal y Egro se encuentran entre los mayores fabricantes de máquinas de café automáticas profesionales. Las máquinas domésticas y semiprofesionales como Solis y Jura (que tiene al tenista suizo Roger Federer como embajador) también son líderes mundiales.
Según menciona el sitio web swissinfo.ch, hoy alrededor del 70% de las máquinas de café automáticas vendidas en todo el mundo provienen de Suiza. Una razón para el dominio suizo es la alta demanda doméstica de buen café. Procafé, la asociación suiza para la promoción del café, estima que los suizos consumieron alrededor de 9 kg de granos de café por persona en 2022, lo que equivale al doble del promedio europeo. Otra razón del éxito suizo es el desarrollo de un conglomerado industrial, no solo para construir máquinas sino también para fabricar sus numerosas piezas. La fortaleza de Suiza en la ingeniería de precisión y los estándares de alta calidad le otorga una ventaja estratégica.
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