Buenos Aires (AT) – Parafraseando al gran Quino, podría decirse que “Friedrich Merz tiene más ganas de convertirse en el próximo canciller de Alemania que Susanita de casarse”. A tres días de las elecciones en los cuales la sociedad alemana elegirá un nuevo Bundestag, la Cámara Baja del Parlamento, los números anticipan que Merz está cerca de cumplir su sueño. La mezcla entre ambición y ansiedad tiene su origen, en gran parte, en el año 2002. Para ser exactos, en septiembre de aquel año.
Su partido, el cristianoconservador CDU, había ganado las elecciones. Dos días después de la victoria, Angela Merkel, líder del partido, decidió competir puertas adentro y unificar en su cargo también el liderazgo de la bancada del CDU en el parlamento. Algo inédito: el CDU ya tenía a alguien que lo lideraba en el Bundestag desde hacía tiempo. Su nombre: Friedrich Merz. Sin embargo, la jefa no quería cabos sueltos, mucho menos potenciales aspirantes a su cargo en las sombras.
Un carrera interrumpida
Con menos de 40 años, Merz era entonces la joven estrella ascendente del partido. Todo indicaba que podía aspirar a suceder a Merkel en un futuro no tan lejano. Sin embargo, ella aprovechó su capital político en esos primeros días para no dejar dudas: no quería a nadie cerca con ambiciones de un futuro sin ella. Merz tenía dos opciones: la primera, masticar la bronca en silencio y alinearse detrás de Merkel. La segunda, plantarse. Conocido por sus opiniones firmes, Merz optó por renunciar a sus ambiciones políticas tras perder la votación en el seno del partido. Dejó la política para buscar sosiego en el mundo de los negocios. Allí hizo carrera y llegó a ser el Country Manager del fondo de inversión BlackRock en Alemania. Sin embargo, su pasión por la política era un secreto a voces. Cuando Merkel se retiró y, tras la dura derrota de su sucesor Armin Laschet en las elecciones de 2021, Merz no lo dudó: volvió al ruedo. Claro está, para nada menos que liderar el partido.
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La segunda oportunidad
Para febrero de 2025, propios y extraños le reconocen al abogado de formación el logro de haber reordenado el partido de Konrad Adenauer y Helmut Kohl alrededor de los valores tradicionales de la economía, la clase media y la familia. En los últimos tres años, como líder del principal partido opositor, Merz le impuso a la CDU un renovado hambre de poder y liderazgo basado en una estructura de jóvenes figuras, como Carsten Linnemann (secretario ejecutivo del partido) o Hendrik Wüst, primer ministro de Renania del Norte-Westfalia desde 2021. También encauzó y revitalizó la relación con el aliado tradicional que es la CSU, hoy en manos de quien quizás sea su mayor rival en las sombras: Markus Söder.
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No tan distinto de Merkel, Merz exige disciplina por sobre todas las cosas. Su exigencia es consigo mismo, pero también con sus empleados y los ciudadanos. El hoy candidato lidera “desde adelante”, como le gusta decir. Desde que volvió a encabezar el grupo parlamentario y el partido, las reuniones suelen terminar con anticipación. Ya no hay debates interminables como los que había con Ralph Brinkhaus, su predecesor. Merz resuelve los puntos conflictivos de antemano. Su perfil personal es el típico de la CDU: hombre de Renania del Norte-Westfalia, católico, casado, con tres hijos.
Si Merz llega a liderar el próximo gobierno, una de las grandes incógnitas será cómo será recibido este estilo de liderazgo en un gabinete. Cabe recordar que, al cierre de esta nota, todo indica que su equipo incluirá también representantes de otros partidos, entre ellos el SPD, su principal rival actual. Por otra parte, a pesar de su trayectoria política, uno de sus puntos débiles es su falta de experiencia en gestión gubernamental. Nunca ha liderado una cartera o entidad pública. Su carrera política y su formación se gestaron en el seno del partido: miembro de la Junge Union (Juventudes de la Unión), diputado en el Parlamento Europeo, luego en el Bundestag y presidente del grupo parlamentario de la CDU en la Cámara Baja.
Dicen de él
Más allá de su falta de experiencia en gestión, sus críticos utilizan su pasado como responsable de uno de los principales fondos de inversión para identificarlo con una supuesta falta de empatía. A ello suman su estilo de vida, que asocian con la alta sociedad: Merz tiene licencia de piloto y es dueño de un jet privado. El candidato suele responder a esas críticas argumentando que volar es una pasión que lo acompaña desde su juventud.
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Quizás el mayor reto que ha afrontado Merz desde su regreso a la política sea la percepción de su escasa sensibilidad hacia el papel de la mujer. Varios de sus comentarios sobre el tema han sido duramente criticados por voces feministas. El CDU de Merz es más masculino, al menos en apariencia: Carsten Linnemann, Thorsten Frei y Jens Spahn son, junto con el líder del partido, los rostros visibles de la agrupación. No obstante, las mujeres de la Unión suelen comentar que Merz no les pondría trabas. En entrevistas, cuando le preguntaron si nombraría a mujeres en su gabinete, respondió que “no por mandato”. Lo que más pesará a la hora de elegir a un futuro ministro o ministra será que la persona tenga “sólidos conocimientos técnicos” para ejercer el cargo, indicó.
La mujer que más marcó su carrera fue, sin duda, Angela Merkel. Su relación nunca volvió a ser cercana tras la salida de Merz. Sin embargo, incluso ella le reconoce una cualidad clave para alcanzar el domingo su mayor anhelo: liderar un gobierno. En la reciente presentación de su autobiografía, Merkel comentó que para la cancillería se necesita una voluntad absoluta de poder. “Friedrich Merz la tiene”, resumió. Ahora resta ver cómo Merz gestionará esa voluntad a partir del domingo para impulsar a Alemania hacia una nueva etapa.
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