Adidas presentó en agosto su modelo “Oaxaca Slip-On” y, casi de inmediato, desató un conflicto diplomático y cultural. La sandalia, diseñada por el estadounidense Willy Chavarría —quien tiene raíces mexicanas—, exhibe un trenzado y una estética inspirados en las tradicionales huaraches fabricadas en la comunidad zapoteca de Villa Hidalgo Yalálag, en el estado de Oaxaca. Sin embargo, según denuncian autoridades y representantes de pueblos originarios, no existió consulta previa ni autorización para el uso de este diseño patrimonial con fines comerciales.
El gobernador de Oaxaca, Salomón Jara Cruz, exigió públicamente que Adidas retire el producto del mercado y advirtió sobre una posible demanda judicial contra el diseñador. “Kreative Inspiration no es una justificación válida para apropiarse de elementos culturales que dan identidad a nuestras comunidades. La cultura no se vende, se respeta”, señaló el mandatario.
Patrimonio cultural y propiedad colectiva
En México, la confección de huaraches no es solo una práctica artesanal: es parte del patrimonio cultural inmaterial de varias comunidades indígenas. En Yalálag, la tradición se transmite de generación en generación y constituye una fuente clave de ingresos. De acuerdo con cifras oficiales, el sector artesanal genera empleo para unas 500.000 personas en el país y aporta cerca del 10% del producto bruto interno de estados como Oaxaca, Jalisco, Michoacán y Guerrero.

El gobierno mexicano considera que el diseño de la sandalia forma parte del “patrimonio cultural colectivo” protegido por la Constitución desde la reforma de octubre de 2024, que reconoce el derecho de los pueblos y comunidades a preservar y desarrollar su herencia material e inmaterial.
La respuesta de Adidas y del diseñador
Frente a la ola de críticas, Adidas México aceptó reunirse con autoridades estatales para analizar “acciones de reparación del daño” y publicó un comunicado en el que se disculpó por el uso del diseño: “Nos disculpamos públicamente y reafirmamos nuestro compromiso de dialogar de manera respetuosa con Yalálag, valorando su herencia cultural”, expresó la compañía.

Por su parte, Willy Chavarría reconoció que “el diseño se apropió” de elementos tradicionales y lamentó no haber trabajado “en directa y significativa colaboración con la comunidad de Oaxaca”. El creador señaló que su intención era reinterpretar las huaraches en una clave urbana, pero admitió que el proceso no cumplió con estándares de respeto ni participación comunitaria.
Intervención presidencial y reclamo de compensación
La presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, se sumó al reclamo y afirmó que se trata de un caso de “apropiación cultural” que debe ser compensado económicamente. “Es un acto que involucra un patrimonio colectivo. Grandes empresas toman productos, ideas y diseños de comunidades indígenas para sus fines. Debemos impedir que esto ocurra y garantizar que haya una reparación”, declaró en su conferencia de prensa diaria.
Sheinbaum confirmó que el gobierno trabaja en reformas legales para reforzar la protección de la propiedad intelectual indígena y evitar casos similares. No es la primera vez que autoridades mexicanas acusan a empresas internacionales de plagiar diseños: en los últimos años, marcas como Zara, Louis Vuitton, Hermès y Shein fueron señaladas por apropiarse de motivos y técnicas artesanales sin autorización.

¿“Apropiación cultural” o inspiración legítima?
El concepto de “apropiación cultural” se refiere, en términos generales, a la utilización de elementos de una cultura minoritaria por parte de miembros de una cultura dominante, sin el reconocimiento o compensación adecuada. La polémica radica en que estos casos suelen implicar beneficios económicos para las empresas involucradas, mientras que las comunidades de origen no reciben retribución.
En México, la línea entre inspiración legítima y plagio deliberado es objeto de debate. Para las comunidades afectadas, la utilización no autorizada de sus símbolos y técnicas no solo vulnera derechos colectivos, sino que también erosiona el valor cultural y comercial de su producción artesanal.

Impacto económico y moral
El caso de Adidas pone en primer plano la dimensión económica del problema. Mientras que un par de huaraches auténticos elaborados en Oaxaca puede costar entre 10 y 20 euros, las “Oaxaca Slip-On” tenían un precio estimado de entre 90 y 120 dólares en los mercados internacionales. La diferencia refleja el desbalance de beneficios entre las grandes marcas y los artesanos locales.
Pero más allá de la economía, el conflicto tiene un componente simbólico: para las comunidades indígenas, cada pieza representa historia, identidad y dignidad. La reproducción masiva de estos diseños sin participación comunitaria es percibida como una forma de explotación cultural.
Antecedentes y futuro de la controversia
La disputa todavía no está resuelta. Las sandalias no figuran actualmente en tiendas en línea y Adidas no ha confirmado si relanzará el modelo. Tampoco ha respondido públicamente si ofrecerá compensaciones monetarias. La reunión con las autoridades de Oaxaca podría ser determinante para el futuro del producto y para definir un precedente legal.
Este caso se suma a una lista creciente de denuncias que han llevado a retirar productos del mercado y a abrir mesas de diálogo entre marcas y comunidades. Organizaciones culturales advierten que, mientras no exista un marco internacional claro sobre la propiedad intelectual indígena, estas controversias seguirán repitiéndose.
Un conflicto que trasciende la moda
El enfrentamiento entre Adidas y Oaxaca no es solo una disputa por un diseño de calzado: es un ejemplo de cómo la globalización, la industria de la moda y la economía creativa pueden entrar en tensión con derechos culturales y tradiciones locales. El desenlace de este caso será observado de cerca no solo por la industria, sino también por gobiernos, juristas y comunidades de todo el mundo.

En palabras del gobernador Jara: “Este patrimonio es uno de nuestros mayores tesoros y no podemos permitir que se trate como mercancía”. El reto para Adidas y para cualquier empresa global será encontrar formas de colaborar que reconozcan, respeten y beneficien a quienes son dueños de ese tesoro.





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