martes, 23 de julio de 2024

Buenos Aires (AT) – Para aquellos propietarios que viven en diferentes partes del mundo pero no pueden desprenderse de sus departamentos en Viena existe una solución práctica y lucrativa para sus propiedades: alquilarlas mediante Airbnb durante su ausencia. Empresas especializadas se encargan de todo, como las reservas, la entrega de llaves y la limpieza.

Desde el 1 de julio, el Ayuntamiento de Viena ha restringido severamente esta práctica. Ahora sólo se pueden alquilar departamentos a turistas durante un máximo de 90 días al año, o se necesita una licencia excepcional. Además, al menos la mitad de las unidades residenciales de un edificio deben ofrecerse en el mercado regular de alquiler.

Los propietarios de los departamentos están descontentos con la nueva normativa, aunque una breve encuesta entre los afectados muestra que muchos también entienden las medidas. Al fin y al cabo, el exceso de alquileres de corta duración está privando al mercado regular de propiedades de alquiler que los vieneses necesitan urgentemente.

Viktoria le cuenta al diario Der Stantard que vive en el extranjero y en el futuro solo ofrecerá su piso vienés en Airbnb durante 90 días al año. Dice que tener que solicitar una licencia especial es demasiada burocracia para ella. Además, el dinero de alquilar su piso es un bonito ingreso extra que no necesita.

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Los propietarios, en desacuerdo con la medida, optan, muchas veces, por recurrir a “un amigo de un amigo” para poder continuar utilizando la plataforma Airbnb.

Como seguir utilizando Airbnb a pesar de la nueva normativa

Un amigo de un amigo gestiona los alquileres en Viena y recibe a cambio una parte de los ingresos de las reservas. Airbnb denomina a estas personas coanfitriones. Tienen sus propias cuentas en la plataforma, que están vinculadas a los respectivos anuncios. Esto les permite intercambiar mensajes con los huéspedes, gestionar los anuncios e incluso pagar a los coanfitriones a través de la aplicación.

Lo que más le gusta a Viktoria de alquilar su piso es que está en contacto con gente de todo el mundo, al menos a través de los mensajes de la aplicación. La estancia media de sus huéspedes dura entre tres días y una semana como máximo, dice. Si Viktoria o alguien de su familia necesita el piso ella misma, lo bloquea para alquilarlo en la plataforma, lo que ocurre unas tres o cuatro semanas al año. Vender el piso es imposible para ella. “He amueblado el piso completamente yo, es una garantía para mi pensión”. También lo alquilaría por unos meses o tal vez un año, pero no de forma permanente, hasta dentro de unos cinco años.

Poca flexibilidad

Thomas tiene una opinión similar. También vive en el extranjero y trabaja en una empresa que organiza alquileres en Viena. Como sus contratos de servicios en el extranjero son de uno o dos años como máximo, no quiere alquilar el piso de forma permanente durante tres años: “No puedo planificarlo con tanta antelación y necesito más flexibilidad”. Probablemente quiera volver a vivir en el piso en algún momento, dice.

Debido a la nueva normativa, desde principios de año sólo alquila su piso de uno a seis meses, por ejemplo a personas que trabajan en Viena durante unos meses. Este tipo de alquiler no turístico y a medio plazo sigue estando permitido. Así lo confirma también Stephan Grundei al diario Der Standard, portavoz de Kathrin Gaál, concejal de Vivienda de la ciudad. Según la ley de construcción, todo lo que dure menos de 30 días es un alquiler a corto plazo. Por tanto, los alquileres de un mes o más ya no están sujetos al endurecimiento actual.

Grundei cree que es poco probable que todos los arrendadores a corto plazo de los más de 10.000 departamentos de Airbnb en Viena se pasen ahora a este modelo. No hay tanta demanda de estancias más largas, y este tipo de alquileres son también menos lucrativos. “Así que la normativa va muy en contra de lo que queremos evitar”, dice Grundei, y subraya que el clásico uso compartido de la vivienda, que era la idea de Airbnb al principio, debe seguir siendo posible, por ejemplo cuando un estudiante se muda a casa de sus padres en verano o se va de viaje por el mundo durante unas semanas.

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Kathrin Gaál, funcionaria responsable de vivienda de la capital austriaca.

La desocupación como problema

No hay cálculos sobre cuántas propiedades saldrán realmente al mercado como consecuencia de la normativa más estricta. Es probable que haya al menos unos cuantos, como el de Markus. Hasta hace poco subarrendaba su piso en Airbnb, pero desde entonces lo ha dejado libre. Debido a la nueva normativa municipal y a la cobertura mediática, hubo resistencia entre los vecinos de su edificio. Así que renunció al piso.

Sin embargo, Markus no entiende el rigor del Ayuntamiento de Viena con los propietarios de Airbnb. Duda de que la nueva normativa devuelva muchos departamentos al mercado regular de alquiler y critica al ayuntamiento por no haber hecho nada antes con las viviendas vacías. En su opinión, se trata de un problema mucho mayor, cuya solución podría repercutir en el mercado inmobiliario.

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