Buenos Aires (AT) – El 10 de diciembre de 1924, el Salón del Automóvil de Berlín celebraba su 16ª edición en el barrio de Charlottenburg. Este evento no solo conmemoró el 25º aniversario de la primera exposición de la industria automotriz en Alemania, sino que también se convirtió en el escenario donde se popularizó el concepto de los coches pequeños. Con más de 650 expositores, incluyendo 70 fabricantes de automóviles y 450 proveedores de repuestos, la muestra reflejaba el renacimiento de la industria tras los duros años de la Primera Guerra Mundial y la hiperinflación.
A pesar de las dificultades económicas, la exposición fue un éxito rotundo. Los pabellones en Kaiserdamm estaban llenos hasta el último metro cuadrado, demostrando el renacimiento de la confianza en la industria automotriz. Para los asistentes, el evento simbolizaba una nueva era de innovación y accesibilidad.
Los protagonistas: Hanomag y Opel
Dos modelos destacados capturaron la imaginación del público: el Hanomag 2/10 PS, conocido como “Kommissbrot”, y el Opel 4 PS, apodado “Laubfrosch”. Ambos coches representaron enfoques diferentes pero igualmente revolucionarios en la búsqueda de la movilidad asequible.
El Hanomag 2/10 PS: innovación radical
Diseñado por tres ingenieros jóvenes, el Hanomag 2/10 PS era un coche compacto de dos plazas que rompía con los paradigmas tradicionales. Su diseño aerodinámico eliminó los guardabarros externos al integrar las ruedas en la carrocería, marcando un claro distanciamiento de la estética de los carruajes. Este modelo se produjo en masa siguiendo el ejemplo del Ford T, con un precio inicial de 2.300 Reichsmark, que luego se redujo a 2.000 Reichsmark gracias a un sistema de pagos en cuotas.
Con un peso de solo 370 kg y una velocidad máxima de 60 km/h, el “Kommissbrot” era económico y eficiente. Aunque su apariencia peculiar generó escepticismo inicial, vendió casi 16.000 unidades en dos años, marcando un precedente para futuros coches pequeños.
El Opel 4 PS: tradición con accesibilidad
Por su parte, el Opel 4 PS ofrecía un diseño más convencional, inspirado en los automóviles de mayor tamaño. Equipado con un motor de cuatro cilindros y 12 caballos de fuerza, este modelo tenía un precio inicial de 4.500 Reichsmark. Sin embargo, su producción en serie permitió reducir costos significativamente, democratizando el acceso al automóvil. Opel fabricó más de 120.000 unidades hasta 1931, consolidándolo como un vehículo emblemático de su tiempo.
Una nueva era: la movilidad para las masas
El impacto del Salón de 1924 fue más allá de la mera exhibición de nuevos modelos. Este evento marcó el inicio de la transición hacia la movilidad masiva en Alemania. Si bien el coste inicial de los coches pequeños seguía siendo elevado para la mayoría de los alemanes, el uso de líneas de producción y sistemas de financiamiento flexible allanó el camino hacia una mayor accesibilidad.
Un informe de la época publicado en el diario socialista Vorwärts destacó que, aunque Alemania estaba rezagada frente a otros países como Estados Unidos, el cambio hacia coches más económicos estaba en marcha. “El automóvil está dejando de ser un lujo para convertirse en un medio de transporte popular”, afirmaba el artículo, aunque también criticaba los altos precios de los modelos nacionales en comparación con el Ford T, que costaba apenas US$ 300 en EE.UU.
El legado de 1924
El centenario del Salón del Automóvil de Berlín de 1924 no solo celebra un hito en la historia automotriz, sino también el inicio de una transformación cultural. Este evento sentó las bases para modelos icónicos como el Volkswagen Tipo 1, más conocido como el “Escarabajo”, que décadas después popularizó aún más el concepto del coche pequeño.
En retrospectiva, el Salón de Berlín de 1924 fue más que una exhibición: fue un catalizador para la innovación y la accesibilidad en la industria automotriz. Hoy, al reflexionar sobre este evento, recordamos cómo los desafíos de una época compleja inspiraron soluciones que cambiaron el curso de la historia.
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