En el corazón del Sauerland, una región de Alemania, la ciudad de Arnsberg se transforma cada verano en escenario de una fiesta que combina historia, comunidad y celebración. El Schützenfest del St. Hubertus Schützenverein, conocido como “Muffrika”, atrae a cientos de personas vestidas con camperas verdes y sombreros con plumas.
Entre risas y charlas, los participantes desfilan por las calles al grito de “Horrido!”, un antiguo llamado de caza que mantiene viva la esencia de estas festividades.
El festival se desarrolla entre el 1 y 3 de agosto, y comienza en el estacionamiento de un almacén de bebidas, donde los miembros se reúnen antes del desfile. Una banda de música acompaña el recorrido, y los participantes saludan a los vecinos que se acercan a ver la procesión. Tras la marcha, se realiza una misa católica, seguida de discursos, bailes y cerveza en abundancia. El ambiente combina el respeto por la tradición con la diversión de la vida cotidiana.
Una tradición que persiste y se adapta
Los Schützenvereine, o clubes de tiro, tienen sus raíces en las milicias medievales alemanas. Inicialmente se centraban en la práctica del tiro, pero con el tiempo evolucionaron hasta convertirse en espacios de encuentro comunitario. En 2015, la UNESCO incluyó la cultura del tiro alemana en su lista de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, reconociendo su valor cultural y social.

En Arnsberg, el St. Hubertus Schützenverein es uno de varios clubes que mantienen vivas estas prácticas. Los miembros destacan que el club no solo enseña tiro, sino que fomenta la camaradería y la participación social. Entre bailes como el “discofox” y la formación de líneas de conga, se demuestra que la interacción social y la diversión son tan importantes como la tradición militar original.
Los Vereine, en general, representan un fenómeno amplio en Alemania. Existen más de 600.000 clubes registrados, que abarcan desde deportes hasta coleccionismo de objetos. Algunos equipos de la Bundesliga están organizados como Vereine. Otros clubes más pequeños se centran en actividades culturales o educativas. La estructura básica requiere siete miembros, una junta y estatutos, un modelo simple que perduró por más de un siglo.
Vereine como núcleo social y cultural
En Arnsberg, los participantes del St. Hubertus Schützenverein consideran que el club ofrece un lugar seguro para socializar y aprender habilidades. Jonas, un miembro joven, asegura: “Con estas camperas puestas, todos somos iguales”. La idea de igualdad y pertenencia es central en estos clubes. Miembros mayores contribuyen con su tiempo y conocimientos, mientras que los más jóvenes encuentran un espacio de socialización y aprendizaje.

Durante la pandemia, muchos Vereine se involucraron en tareas comunitarias. Por ejemplo, miembros de clubes de tiro ayudaron a trasladar personas vulnerables a centros de vacunación, y durante la llegada de refugiados se ofreció asistencia para la integración en la comunidad local, aunque con resultados mixtos.
Algunos inmigrantes encuentran en estos clubes un primer contacto con la sociedad alemana. Asadullah Nemati, un afgano llegado a Stuttgart en 2016, cuenta que gracias a su club de lucha encontró amigos, empleo y vivienda, convirtiéndose en un miembro destacado de su equipo.
El apoyo económico también forma parte de la función social de los Vereine. Con presupuestos municipales ajustados, los Fördervereine o clubes de apoyo recaudan fondos para escuelas, instituciones culturales y programas educativos. En algunos casos, se destinan sumas considerables; un ejemplo reciente registra contribuciones de hasta EUR 12.000 por año a proyectos locales.
Desafíos contemporáneos y medidas de adaptación
A pesar de su relevancia cultural, los Vereine enfrentan obstáculos. La burocracia y la dificultad para atraer jóvenes dispuestos a asumir roles de liderazgo son problemas recurrentes. Wolfgang Heitner, presidente del club Muffrika, confiesa: “Me gustaría retirarme, pero no encuentro a nadie que quiera tomar mi lugar”.

Otro desafío proviene de la política. La reaparición de grupos de extrema derecha, como la AfD, llevó a la prohibición de miembros vinculados a estos partidos en algunos Vereine. Además, clubes de Arnsberg lanzaron campañas puntuales contra el extremismo, reforzando su compromiso con los valores democráticos. Jürgen Hufnagel, veterano del Muffrika, aclara: “La política es lo último de lo que hablamos en el club”, subrayando que la prioridad sigue siendo la convivencia y la tradición.
A pesar de estos problemas, la pasión por la tradición sigue viva como nunca. Muffrika fue fundado en los años 50 y su longevidad refleja el apego de sus miembros por la historia y la comunidad. En el cierre de la jornada, mientras las bratwurst se cocinan y la música continúa, los participantes muestran que la continuidad cultural no depende solo de la antigüedad, sino del compromiso y la participación activa de todos los miembros.



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