El robo en el Museo del Louvre que sacude al mundo tiene su correlato en Alemania. Entre las piezas desaparecidas se encuentra una diadema de oro y diamantes que unía a Napoleón III, la emperatriz Eugenia y la familia Thurn und Taxis. La joya, usada por la princesa Gloria en su boda, condensaba más de 170 años de historia europea. Su robo, además de un golpe al patrimonio francés, reavivó la fascinación por una mujer que supo pasar del punk al púlpito.
El robo ocurrió durante la madrugada del pasado domingo 19, cuando cuatro ladrones ingresaron al Louvre y se llevaron varias piezas del tesoro francés. Entre ellas estaba el diadema que perteneció a la familia Thurn und Taxis. La pieza fue confeccionada en 1853 para la boda imperial de Napoleón III y Eugenia de Montijo. Décadas más tarde, tras una serie de ventas y herencias, el objeto pasó a manos del linaje bávaro.
En 1887, durante una subasta pública en París, el coleccionista Julius Jacobi lo adquirió por 78.100 francos. Años después, Albert, octavo príncipe de Thurn und Taxis, lo compró como obsequio de matrimonio para su esposa, la archiduquesa Margarita de Austria.

La tradición familiar hizo que la joya se transmitiera de generación en generación hasta llegar a Gloria von Thurn und Taxis, quien la usó el 31 de mayo de 1980 en su boda con Johannes von Thurn und Taxis, entonces el mayor terrateniente de Alemania.
La diadema, hecho de oro y diamantes, fue considerado una de las piezas más valiosas del patrimonio familiar. En 1990, tras la muerte de Johannes, la princesa decidió subastarlo para pagar deudas e impuestos sucesorios. La pieza terminó en el Museo del Louvre, donde se mantuvo expuesta durante más de tres décadas. El robo del 19 de octubre rompió esa larga custodia pública.
La hija de la princesa, Elisabeth von Thurn und Taxis, publicó en redes sociales un mensaje breve: “Qué tragedia. Un robo de tal magnitud a plena luz del día en uno de los museos más visitados y prestigiosos del mundo.”
De ícono punk a figura del catolicismo conservador
Gloria von Thurn und Taxis, nacida Gloria Schönburg de Glauchau y Waldenburg, siempre atrajo la atención del público. En los años ochenta fue descrita por la prensa internacional como “la princesa TNT”, un apodo que hacía alusión a su energía explosiva. Con solo veinticinco años, se movía entre celebridades como Mick Jagger y Andy Warhol, y representaba un contraste entre la aristocracia tradicional y la rebeldía punk.
Esa imagen cambió por completo tras la muerte de su esposo. La pérdida de Johannes en 1990 la obligó a hacerse cargo de tres hijos y de una fortuna en crisis. Las deudas familiares superaban los EUR 350 millones, y para saldarlas vendió varias propiedades, negocios y una parte importante de las joyas. Entre ellas, el diadema que hoy vuelve a ser noticia.

En ese proceso, Gloria experimentó una transformación personal. Se volcó al catolicismo y pasó de ser un ícono de la moda a una defensora de valores religiosos tradicionales. Con el tiempo, su castillo de 500 habitaciones en Ratisbona se convirtió en un centro de reuniones conservadoras y conferencias teológicas. Figuras como Stephen Bannon, estratega político vinculado a Donald Trump, la describieron como anfitriona de una “escuela de gladiadores” para católicos que se oponen al papa Francisco.
Pese a su militancia, Gloria mantiene una presencia social activa. Asiste a eventos en Roma, Nueva York o Viena y conserva vínculos con el mundo cultural y político. Su estilo directo y sus declaraciones polémicas la volvieron una figura difícil de clasificar. Sus comentarios racistas y críticas al feminismo y la comunidad LGBT generaron múltiples controversias, aunque ella suele relativizarlos o presentarlos como provocaciones intelectuales.
Escándalos, contradicciones y una vida sin filtros
El nombre de la princesa volvió a los titulares este año por una donación al juez estadounidense Samuel A. Alito, miembro de la Corte Suprema. Gloria le obsequió entradas por un valor estimado de EUR 900 para asistir a un festival en su castillo y a la inauguración del Festival de Bayreuth, dedicado a las óperas de Wagner. El gesto despertó cuestionamientos éticos, ya que Alito es uno de los magistrados señalados por recibir regalos de benefactores sin declararlos a tiempo.
Gloria defendió su acción y dijo al New York Times que considera al juez “un héroe”, por defender la vida en tiempos dominados por lo que ella llama “la cultura de la muerte”. Afirmó también que lo invitó en calidad de amigo y no por motivos políticos. Sin embargo, esto reforzó su imagen como figura de influencia entre sectores religiosos ultraconservadores.

A lo largo de su vida, Gloria encarnó extremos. Fue joven, rebelde y mediática, luego madre viuda, empresaria endeudada y finalmente símbolo del catolicismo tradicional. Esa mezcla de lujo, religión y provocación la convirtió en un personaje fascinante y contradictorio. En 2022 participó del Congreso Mundial de las Familias en México, donde ratificó su oposición al aborto y la eutanasia, asegurando que asiste a misa todos los días y que mantiene un comedor social en una de las salas más elegantes de su palacio.
Su hermano, Alexander von Schönburg, periodista y escritor, explicó alguna vez que su complejidad radica en esa dualidad. Dijo que Gloria es “una conservadora absoluta, pero con un espíritu libre”, capaz de citar a G. K. Chesterton y a William Burroughs en la misma conversación. Esa paradoja la define mejor que cualquier etiqueta política.
Robo en el Museo del Louvre: una joya con historia
El robo del diadema del Louvre no solo es una pérdida patrimonial. Es también una metáfora del recorrido vital de Gloria von Thurn und Taxis, marcado por el lujo, la fe, la exposición mediática y la polémica. La pieza que acompañó su boda, pasó por subastas y museos, y terminó desaparecida en un golpe audaz, resume en su propia historia el tránsito de la princesa entre el esplendor y la controversia.
Las autoridades francesas investigan el caso con reserva. Según trascendió, los ladrones actuaron de manera coordinada y sabían con precisión qué piezas buscaban. Hasta el momento, no se difundieron estimaciones oficiales sobre el valor del botín, aunque se presume que el conjunto sustraído podría superar los EUR 10 millones.
En su última aparición pública, Gloria evitó referirse al tema y prefirió concentrarse en una exposición religiosa en Baviera. Pero su silencio no detuvo la curiosidad del público. La historia del diadema perdido volvió a unir en un mismo relato la elegancia imperial, la tragedia personal y el magnetismo mediático de una mujer que nunca pasó inadvertida.



Artículos muy interesantes.