Naomi Seibt se convirtió, con apenas 19 años, en una de las activistas más controvertidas de la escena política alemana. Formada en Münster y con un discurso que combina escepticismo climático, crítica al feminismo y oposición a la inmigración masiva, fue presentada en 2019 por el Heartland Institute —un think tank conservador estadounidense— como la contracara de Greta Thunberg.
“Naomi no quiere que entremos en pánico. Ella quiere que pensemos”, anunció entonces la institución. Desde su canal de YouTube, Seibt comenzó a difundir videos en los que se definía como una defensora del “realismo climático”.

Según contó, su “despertar político” comenzó en 2015, durante la crisis migratoria europea: “Empecé a cuestionar la narrativa oficial, primero sobre migración, después sobre feminismo y cambio climático. Entendí que todos esos temas estaban conectados por un pensamiento totalitario”, explicó.
El think tank detrás de su ascenso
El Heartland Institute, fundado en 1984 en Chicago, es uno de los principales laboratorios de ideas que cuestionan las políticas de reducción de emisiones. Su director del Centro de Políticas Climáticas, James Taylor, la calificó como “una voz fantástica para los mercados libres y el realismo climático”.
La organización —financiada, según el sitio DeSmog, por grandes donantes anónimos y empresas vinculadas a la energía fósil— le dio a Seibt una plataforma internacional. En 2019 fue invitada a hablar en el Foro de Realismo Climático de Madrid, paralelo a la COP25. Allí, en plena cobertura de The Washington Post y otros medios, fue presentada como “la anti-Greta”.

Aunque la joven rechaza ese apodo (“Sugiere que soy un títere del lado opuesto”), el contraste mediático entre ambas quedó instalado. “Yo no quiero que sientan pánico. Quiero que piensen”, repitió en varios de sus videos, como respuesta directa al “I want you to panic” de la activista sueca.
Investigaciones, filtraciones y el giro político
Su alianza con Heartland no tardó en generar controversia. Una investigación encubierta de los medios alemanes CORRECTIV y Frontal 21 mostró conversaciones con James Taylor en las que se discutían estrategias de comunicación y “palabras clave” para influir en el debate climático. Seibt respondió con un video titulado “¿Cómo se atreven?”, en alusión a la frase de Thunberg en la ONU. “Los medios distorsionan mi mensaje y me convierten en una caricatura”, denunció.
A partir de entonces, la prensa alemana la vinculó con Alternativa para Alemania (AfD), el principal partido nacionalista del país. Ella lo negó, aunque reconoció haber hablado en un acto de esa fuerza. “Soy libertaria, no partidaria”, aclaró.
Del escepticismo climático al exilio político
Cinco años después, ya con 25 años, Seibt volvió a los titulares al anunciar que había solicitado asilo político en Estados Unidos. En diálogo con Fox News Digital, declaró que su decisión respondía a “amenazas de muerte del grupo Antifa” y a la “falta de protección” del gobierno alemán.
“Descubrí que la inteligencia alemana me había espiado durante años”, afirmó. “Fui a la policía y me dijeron que no podían hacer nada hasta que me hubieran violado o asesinado”. Según la activista, la legislación alemana contra los discursos de odio “se ha vuelto orwelliana” y castiga incluso las críticas a funcionarios: “En Alemania es ilegal dañar la reputación de un político. Si vuelvo, me detendrían”, sostuvo.
La joven presentó su petición bajo el artículo 208 de la Ley de Inmigración y Nacionalidad de EE. UU., que contempla el asilo para perseguidos por motivos políticos o de libertad de expresión. “Mi objetivo es convertirme en ciudadana estadounidense, porque este país me dio esperanza”, dijo.
Apoyo de Elon Musk y clima político transatlántico
La historia de Seibt llamó la atención del empresario Elon Musk, con quien asegura mantener contacto a través de X (antes Twitter). “Durante las elecciones europeas de 2024 publiqué que iba a votar a la AfD, y Elon fue el primero en responder. Desde entonces me retuitea y me anima”, afirmó. Según Seibt, Musk “le confirmó personalmente que teme viajar a Europa por la persecución a la libertad de expresión”.

El caso aparece, además, en medio de un debate mayor en Washington. Documentos citados por The New York Times señalan que la administración de Donald Trump analiza dar prioridad, en una eventual reforma migratoria, a los solicitantes perseguidos por razones de opinión política o censura estatal. Su vicepresidente, J. D. Vance, criticó en la Conferencia de Seguridad de Múnich las leyes alemanas contra la incitación al odio, a las que calificó de “orwellianas”.
En ese contexto, Seibt podría convertirse en uno de los primeros casos en invocar esa nueva interpretación del asilo. “Cada vez que hablo de libertad de expresión, me arriesgo a ser censurada”, declaró.
Una figura entre la controversia y el símbolo
Su imagen polariza. Para algunos sectores conservadores, es un emblema del pensamiento libre frente al consenso climático. Para otros, una influencer amplificada por think tanks que buscan debilitar la política ambiental europea.

En Alemania, sus 50.000 seguidores en YouTube contrastan con los millones de Thunberg, pero su discurso encuentra eco entre jóvenes críticos del “alarmismo verde”. Mientras espera la resolución de su pedido de asilo en Estados Unidos, Naomi Seibt se define de un modo que sintetiza su cruzada política:
No soy la anti-Greta. Soy alguien que se niega a tener miedo por pensar distinto”.




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