El mundo de la música clásica sumó esta semana un hallazgo que movió el tablero. Dos obras anónimas guardadas en la Biblioteca Real de Bélgica fueron atribuidas a un joven Johann Sebastian Bach y presentadas en Leipzig. La investigación llevó décadas y terminó con un estreno que mezcló emoción, cautela y un consenso sólido entre los especialistas.

La atribución que cambió 30 años de investigación
La historia empezó hace más de tres décadas. El musikwissenschaftler Peter Wollny, hoy director del Bach-Archiv Leipzig, descubrió en 1992 una serie de manuscritos del siglo XVII en la Biblioteca Real de Bélgica.
Según explicó, las partituras mostraban señales claras de proceder del centro de Alemania hacia 1700. Con el tiempo, rastreó la escritura hasta Salomon Günther John, quien en 1727 se describió como alumno de Bach cuando se postuló a un puesto en Schleiz.
Wollny afirmó en la presentación que alcanzó “un 99,9 por ciento de seguridad” sobre la autoría del compositor alemán. La clave fueron las primeras caligrafías de John, revisadas recién el año pasado, que confirmaron que las copias databan de los años de Bach en Arnstadt. “Largo tiempo busqué la pieza que faltaba. Ahora aparece el cuadro completo”, dijo el investigador.

Dos Chaconas que reescriben una etapa poco documentada
Las obras, identificadas como “Ciacona en d-Moll BWV 1178” y “Ciacona en g-Moll BWV 1179”, suman alrededor de catorce minutos cada una. Son piezas tempranas, formadas sobre una línea de bajo repetida y variaciones en las voces superiores. Para Wollny, incluyen “huellas estilísticas únicas” del Bach joven, huellas que luego reaparecieron en composiciones maduras.
Claus Fischer, periodista de la MDR y especialista en órgano, sostuvo a la televisión pública alemana que la importancia del hallazgo “no debe subestimarse”. Aseguró que estos dos trabajos permiten entender mejor la evolución de Bach, sobre todo porque se conoce poco de su período inicial. Recordó también que la última música olvidada del compositor se redescubrió en 2008, lo que vuelve esta aparición algo excepcional.

El estreno en la Thomaskirche y las reacciones oficiales
Las obras se estrenaron en la Thomaskirche de Leipzig, donde Bach trabajó durante más de 25 años. El organista neerlandés Ton Koopman fue el encargado de tocarlas por primera vez en más de 320 años. Dijo sentirse “orgulloso” de presentarlas y destacó que son accesibles incluso para órganos pequeños, lo que podría impulsar su circulación.
El acto contó con la presencia del Kulturstaatsminister Wolfram Weimer, quien calificó el hallazgo como “una Sternstunde, una verdadera sensación musical”. Elogió el trabajo de Wollny, al que describió como un esfuerzo “casi detectivesco”. Para Weimer, Bach es “un artista universal, capaz de unir épocas y generaciones”.
Burkhard Jung, alcalde de Leipzig, celebró la noticia y remarcó que esta investigación “fortalece la proyección internacional” de la ciudad. Aseguró que la trayectoria de Wollny muestra la importancia de sostener investigaciones a largo plazo. “A veces se necesitan desvíos y fracasos. Sin eso, no hay descubrimientos”, dijo.

Un tesoro que salió del fondo Fétis
Las partituras formaban parte del fondo Fétis, una colección reunida por François-Joseph Fétis, primer director del Conservatorio de Bruselas. La curadora de la Biblioteca Real de Bélgica, Marie Cornaz, recordó que la institución conserva “un acervo excepcional de manuscritos y ediciones entre los siglos XV y XIX”. Subrayó que el hallazgo amplía su catálogo bachiano, que ya incluía piezas de relevancia histórica.




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