Buenos Aires (AT) – Wittenberg es para la historia de occidente la ciudad alemana en donde hace más de 500 años nació la reforma protestante de la mano de Martín Lutero. Pero hace poco más de una década hay una persona que pretende que Wittenberg sea recordada por algo más. Se trata de Peter Fitzek (58), un ex profesor de karate, que en 2012 se autoproclamó rey del “Reino de Alemania” (Königreich Deutschland).
En las afueras de Wittenberg, en el estado federado de Sajonia-Anhalt, se encuentra el “Reino de Alemania” (“Königreich Deutschland”), un movimiento que ha generado sorpresa e inquietud entre las autoridades y los vecinos de la zona.
Un “país” con sus propias características
Quienes acceden al “Reino de Alemania” se encuentran con un conjunto de inmuebles que podrían parecer anodinos a simple vista. Sin embargo, al adentrarse en este lugar, descubren que están ingresando a “otro país”, con su propia bandera, sus propias leyes, su propia moneda y sus propios documentos de identidad.
Orígenes y liderazgo
Peter Fitzek se autoproclamó rey, bajo el nombre de Peter I., en una ceremonia de coronación en la que no faltaron ni la corona ni el cetro. En los edificios de su “reino” en Wittenberg, Fitzek muestra orgulloso a los visitantes los sistemas de calefacción respetuosos con el medio ambiente, y la prensa destinada a fabricar sus “nuevos marcos alemanes”.
Antes de 2012, Fitzek fue candidato en varias elecciones a diputado y alcalde, sin éxito. Fue entonces cuando decidió fundar su propio Estado para contrarrestar lo que él consideraba una “manipulación masiva” que afectaba a la sociedad alemana. Desde entonces, su “reino” se ha extendido por varios lugares en Alemania y cuenta con más de 5.000 ciudadanos.
Fitzek describe a las personas que forman parte de su “reino” como individuos con un “espíritu pionero” que desean aportar un cambio positivo en el mundo. En sus propias palabras, “Estamos abiertos a todos aquellos que tienen el corazón en el lugar correcto”, explicó mientras estaba sentado en una modesta oficina a la agencia de noticias France Press (AFP).
La vida en el “Reino de Alemania”
En Wittenberg, la cuna del “Reino de Alemania”, se encuentran diversos edificios administrativos, un taller de carpintería, una tienda de recuerdos y una cantina que solo sirve platos vegetarianos. Esta comunidad alberga a unas treinta personas, todas ellas no fumadoras, abstemias y no vacunadas contra el covid-19.
Laina y Roland, de 47 y 50 años respectivamente, se mudaron desde la región de Múnich junto a sus tres hijos de 6, 9 y 12 años, hace aproximadamente un año. Roland, antes directivo en una cadena de telecompras, explica que estaban descontentos con su situación antes de la mudanza. La pandemia y las medidas restrictivas agravaron su malestar, lo que los llevó a buscar un cambio.
Para Laina, grafista de profesión, el traslado representaba la búsqueda de un mejor equilibrio entre la vida privada y la profesional. Una de las decisiones más controvertidas es que sus hijos no asisten a la escuela, lo cual es ilegal en Alemania. La familia busca que sus hijos aprendan a su propio ritmo, sin sentirse obligados a seguir un horario impuesto.
El líder del “Reino de Alemania”, Peter Fitzek, anhela que su proyecto crezca de tal manera que “el antiguo orden (…) sencillamente se disuelva de manera pacífica”. Este objetivo refleja su visión de crear un cambio en la sociedad alemana a través de su movimiento.
Conflictos y desafíos legales
A pesar de su visión y ambiciones, Fitzek ha enfrentado problemas con la justicia. Ha sido condenado a una pena de cárcel por transacciones de seguros ilegales, y recientemente recibió una sentencia de ocho meses de prisión por agresión, aunque ha apelado la decisión y se mantiene en libertad hasta que se tome una decisión definitiva.
El movimiento de los “Reichsbürger“
El soberano Peter y sus súbditos pertenecen a los “Ciudadanos del Reich” (“Reichsbürger”), un movimiento heteróclito que incluye a extremistas de derecha y conspiranoicos nacido en los años 1980. Estos grupos se encuentran repartidos en diferentes zonas de Alemania. Su nivel de radicalización no es homogéneo. Su único rasgo en común es que todos estos grupos rechazan la legitimidad de la República Federal de Alemania. No reconocen la autoridad de la actual Alemania ni de su Constitución, su sistema de Justicia o su aparato fiscal y justifican su postura aduciendo que el Imperio Alemán sigue existiendo.
Durante muchos años, los servicios de inteligencia y las fuerzas de seguridad alemanes consideraban a este movimiento como un pequeño grupo que no representaba amenaza alguna.
Giro inesperado
En octubre de 2016, esta percepción dio un giro completo cuando uno de sus miembros abrió fuego contra agentes de policía, matando a uno e hiriendo a otros tres. Este incidente puso los ojos sobre los “reichsbürgers”, muchos de los cuales se mueven en el espectro ideológico de la extrema derecha.
Vigilancia y descubrimiento de crímenes
Desde entonces, los movimientos del grupo eran vigilados. Un informe de 2017 de la Oficina Federal para la Protección de la Constitución detallaba por primera vez los crímenes extremistas cometidos por individuos pertenecientes al Reichsbürger. Se detectaron un total de 911, de los que más de un tercio fueron perpetrados en Baviera.
Preocupaciones y análisis
Aunque pueda parecer una cifra menor respecto a los crímenes relacionados con extremismo en Alemania, saltaron las alarmas, sobre todo en Baviera, el estado federal más rico de Alemania y con un porcentaje de la población aferrado al independentismo.
Según el European Eye on Radicalization (EER), el grupo Reichsbürger no puede ser considerado, a día de hoy, una organización como tal, sino más bien un movimiento ideológico que hace las veces de amalgama de múltiples grupos autónomos.
Crecimiento y creencias compartidas
Lo que sí parece claro es que sí que se ha detectado que sus simpatizantes han ido creciendo en número y su actividad es creciente. Lo que les une, sobre todo, es su sistema compartido de creencias.
Una gran parte de su ideario gira en torno a la narrativa de que la República Federal de Alemania no existe y que no es verdadero estado. Para ellos, el Reino de Alemania no desapareció el año 1945 y todavía existe, lo que hace de la república federal un pseudo-estado ilegítimo.
Los “reichsbürgers” estiman que el Reino de Alemania es la única Alemania legítima, que ha sido ocupada y está siendo explotada por fuerzas extranjeras desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Creen además que, debido a que nunca se firmó un tratado de paz oficial, dicha ocupación continúa hasta el día de hoy. Por tanto, el actual gobierno federal sería un instrumento de las fuerzas aliadas para controlar a los alemanes y brindarles la ilusión que Alemania es un estado independiente y democrático.
Por todo ello, la norma es desobedecer a la autoridad estatal, incluyendo no pagar impuestos. Asimismo, consideran su propiedad privada, como por ejemplo su casa, entidades independientes, fuera del alcance de la autoridad de la República Federal de Alemania. También rechazan la Constitución y otras normas legales, lo que es utilizado como justificación para resistirse a todo tipo de injerencia estatal en su vida. Esto incluye desobediencia, el uso de la violencia contra empleados que intentan cobrar impuestos o hasta defenderse a sí mismos con violencia contra agentes de policía que están aplicando la ley alemana.
Conflicto con la autoridad y creación de estructuras alternativas
La negativa a aceptar toda forma de autoridad estatal coloca automáticamente al Reichsbürger en conflicto con la ley y la sociedad ordinaria. Varios grupos derivados han llegado incluso más lejos, pasando de la desobediencia civil a crear sus propias estructuras organizacionales. Por ejemplo, Alexander Schlowak, el autoproclamado jefe en el exilio del gobierno “legítimo” del Reino Alemán, y sus seguidores se someten a leyes de 1867 a 1913 y emiten Reichspässe, un pasaporte alternativo.
Citando al EER, otros grupos Reichsbürger “financian” sus propios reinos o gobiernos y emiten su propio dinero, como el Engelgeld (Dinero ángel) del “Rey de Alemania” Peter Fitzek. Mientras algunos miembros individuales del Reichsbürger podrían estar motivados en gran medida por el deseo de evadir impuestos y otros costos, la base ideológica del movimiento nos lleva directamente hacia movimientos ultra, enraizados con otros similares en Estados Unidos, incluyendo creencias racistas y anti-semitas.
Crecimiento y riesgo potencial
Según el servicio de inteligencia alemán, el movimiento de “Ciudadanos del Reich” contaba con unos 23.000 miembros en 2022, dos mil más que el año anterior. Y el número de ellos considerados potencialmente violentos pasó de 2.100 a 2.300.
Las fuerzas del orden multiplican las operaciones contra grupúsculos de este movimiento, sospechosos de querer atacar las instituciones democráticas.
En el mes de noviembre de 2023 hubo allanamientos en cinco regiones, entre ellas en el mismo “Reino de Alemania” de Wittenberg. Las autoridades sospechan que ocho personas fundaron y gestionaron una empresa de seguros de salud y efectuado transacciones bancarias sin tener los permisos necesarios.
Desmantelamiento de un grupúsculo armado
El caso más espectacular vinculado a este colectivo estalló en diciembre de 2022. Las autoridades desmantelaron un grupúsculo armado que se fijó el objetivo de tumbar las instituciones democráticas. Entre ellos figuraba un aristócrata, el príncipe Enrique XIII, antiguos soldados de élite y una ex diputada de extrema derecha.
Enrique XIII, príncipe Reuss, quería negociar un nuevo orden estatal con las potencias aliadas victoriosas de la Segunda Guerra Mundial. En diciembre de 2017 se supo que había comprado el castillo vacío de Ebersdorf, en Turingia. El órgano central de la agrupación es un “consejo” y cuenta además con un “brazo militar”, al que corresponde la toma planeada del poder por la fuerza de las armas.
Según la Fiscalía, algunos de los miembros de la organización desempeñaron en el pasado un servicio activo en el Ejército alemán. Los 22 presuntos miembros de la organización, de los cuales dos actuaban como cabecillas, son ciudadanos alemanes, al igual que dos de los tres simpatizantes detenidos, mientras que el tercero es una ciudadana rusa. Otro grupo copó titulares por haber planificado el secuestro del ministro de Sanidad, Karl Lauterbach, para protestar contra las restricciones implementadas durante la pandemia de Covid-19.
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