martes, 15 de agosto de 2023

En 2015, el lema de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) fue determinante: “No dejar a nadie atrás”. Ese año, las Naciones Unidas (ONU) adoptaron 17 objetivos en su Agenda 2030. Las mismas  debían servir como una guía para la política, la economía y la sociedad a nivel mundial.

Sin embargo, la foto que nos deja el balance a mediados de 2023 es más que desalentador: el mundo aún está lejos de lograr estos objetivos. La Ministra de Desarrollo de Alemania, Svenja Schulze, advirtió en una entrevista reciente, brindada al ZDF, la segunda cadena de televisión pública alemana, que “es hora de actuar con mayor determinación”.

La Agenda 2030 creó una especie de programa de recuperación mundial. Con 17 objetivos concretos y 169 metas más específicas, la idea era presentar un “plan de acción para las personas, el planeta y la prosperidad”, según el preámbulo: “una fórmula para lograr una transformación positiva en la que todos los países del mundo aportarían”.

A diferencia de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) anteriores, los ODS también se aplicarían a países industrializados como Alemania, basándose en la idea de que esta tarea colosal solo podría lograrse con la contribución de todos.

Ecología: la ONU advierte 

En la última presentación del informe de progreso de los ODS mediante una revisión a mitad de período, el Secretario General de la ONU, António Guterres, advirtió de manera categórica que las promesas de 2015 están en riesgo. Y en relación con los 17 objetivos de desarrollo sostenible, añadió: “Ningún país puede permitirse que fracasen”.

De acuerdo con los cálculos de las Naciones Unidas, más del 30 por ciento de las metas no han experimentado ningún avance o incluso la situación ha empeorado. Tan solo el 15 por ciento de las metas están en camino, lo cual es insuficiente para alcanzar los objetivos en 2030.

A pesar de avances en áreas específicas, como el acceso a la electricidad para el 91 por ciento de la población mundial y la cobertura de banda ancha móvil para el 95 por ciento, así como la creación de áreas protegidas más extensas en el océano, aún queda mucho por hacer. Aunque más países ahora exigen a las empresas informar sobre estándares ambientales y sociales, solo un tercio de los países logrará reducir a la mitad la tasa de pobreza. Con base en las cifras actuales, 575 millones de personas seguirán viviendo en pobreza extrema.

Este resultado desalentador tiene varias razones: las crisis globales, como la pandemia de COVID-19 y la guerra en Ucrania, han retrocedido en el camino hacia una mayor sostenibilidad y desarrollo. A esto se suman crisis de deuda, mala gobernanza y falta de interés, así como conflictos locales en países como Yemen, Eritrea, Congo, Camboya y Venezuela.

En 2015, las Naciones Unidas (ONU) adoptaron 17 objetivos en su Agenda 2030.

Alemania, cuarto en carrera pero con el desafío de la transformación estructural

Alemania es uno de los países que intensifica ahora sus esfuerzos. “Debemos establecer el rumbo adecuado ahora para lograr un progreso rápido”, enfatizaba recientemente Bärbel Kofler, Secretaria de Estado Parlamentaria en el Ministerio Federal de Cooperación Económica y Desarrollo, al medio alemán Deutschland. “Estamos impulsando una transformación estructural a nivel global que sea socialmente justa y ecológica, e invertimos en solidaridad a nivel mundial”.

Sin embargo, estos objetivos no solo son un criterio para la política exterior y de desarrollo, sino que Alemania también debe trabajar para alcanzarlos en su propio país. En términos generales, la República Federal de Alemania tiene un desempeño positivo en este sentido: ocupa el cuarto lugar en una clasificación internacional de ODS, después de los países nórdicos Finlandia, Suecia y Dinamarca. No obstante, existen áreas en las que es necesario avanzar, como el consumo y la producción sostenibles, así como la protección del clima.

En este contexto, Axel Berger, Subdirector del Instituto Alemán de Desarrollo y Sostenibilidad, advirtió al medio Die Zeit sobre los “efectos negativos colaterales” en los países en desarrollo, ya que estos sienten los efectos del cambio climático de manera más intensa que los países industrializados del norte. Además, según el especialista, estos países también están más expuestos al impacto de “cómo producimos y consumimos”, especialmente en el ámbito de los derechos humanos fundamentales y los derechos laborales.

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