Buenos Aires (AT) – Alemania enfrenta un escenario climático preocupante de cara al verano de 2025. El Servicio Meteorológico Alemán (DWD) estima con un 93 % de probabilidad que las temperaturas entre julio y septiembre serán más altas que el promedio registrado entre 1991 y 2020. Este nuevo pronóstico ajusta al alza la estimación inicial, que ubicaba la probabilidad en el 81 %.
A esto se suma un posible fenómeno de “cúpula de calor”, según advirtió The Weather Channel. Este evento se produce cuando un sistema de alta presión atrapa aire caliente sobre una región específica, impidiendo el movimiento de masas de aire frío. El resultado es un aumento sostenido de las temperaturas y olas de calor prolongadas, que pueden impactar tanto en la salud pública como en las infraestructuras.
Aunque los modelos climáticos de largo plazo incluyen un margen de incertidumbre, el DWD considera que existe una tendencia clara hacia un verano más caluroso. La complejidad de los sistemas meteorológicos no impide observar patrones. Factores como la temperatura del mar, la presión atmosférica, la humedad y los vientos ya muestran señales claras de desequilibrio.
En los últimos días, se registraron las temperaturas más altas del año. Sin embargo, el panorama cambió abruptamente: muchas regiones pasaron a un clima inestable, con lluvias intensas, tormentas eléctricas, granizo y vientos fuertes. Dominik Jung, meteorólogo especializado en clima europeo, describió este fenómeno como un posible “verano yo-yo”, con bruscos altibajos y sin un período sostenido de clima cálido y estable. Para él, no hay indicios de una ola de calor prolongada, sino de un clima volátil y fragmentado.
Sequía, mosquitos y fuego en los bosques

El invierno dejó poca agua en el suelo. Como resultado, varias regiones de Alemania ya presentan signos de sequía extrema. Así lo indica el monitoreo del Centro Helmholtz de Investigación Ambiental. El sur del país, en especial Baviera y Baden-Wurtemberg, combina temperaturas elevadas con aguas superficiales poco profundas. Esto genera condiciones ideales para la proliferación de mosquitos.
Julia Heiermann, integrante de la organización ambiental NABU, advirtió que podría tratarse de “un verano con muchísimos mosquitos”. Las lluvias concentradas en pocas jornadas y el calor persistente generan charcos estancados, el entorno perfecto para su reproducción.
La sequía también eleva el riesgo de incendios forestales. El Instituto Alemán de Riesgo de Incendios Forestales clasifica buena parte del este y el sur del país en niveles de alerta de 4 y 5 sobre 5. A principios de junio, ya se habían registrado focos activos en zonas rurales de Brandeburgo y Sajonia-Anhalt.
Según datos de la Oficina Federal de Protección Civil, durante el verano pasado se notificaron más de 3.500 incendios forestales en todo el país, el triple que en 2018. Las autoridades temen una nueva temporada crítica si no cambian las condiciones meteorológicas en las próximas semanas.
El Rin, en niveles mínimos: peligro logístico

El cambio climático también afecta la economía alemana. El Rin, el río más importante para el transporte comercial del país, atraviesa una etapa crítica. El nivel del agua se encuentra en los registros más bajos para esta época del año en varias décadas. En algunos tramos, ya se analizan posibles restricciones a la navegación.
Un vocero de la Administración de Vías Navegables y Navegación del Rin (WSA) informó que los buques de carga podrían verse obligados a reducir su volumen de transporte. Esta situación representa un riesgo para sectores como la industria química, la siderurgia y el comercio mayorista, que dependen del transporte fluvial para abastecerse o distribuir productos.
En agosto de 2022, un evento similar provocó pérdidas millonarias. La firma BASF, una de las principales industrias químicas del país, tuvo que reducir su producción por falta de insumos que llegaban vía fluvial. La baja profundidad del Rin también afecta al turismo fluvial y genera tensiones en las cadenas de suministro.
Una Europa más caliente, más seca y más vulnerable

El calentamiento global avanza en el continente. Mientras el planeta ya acumula un aumento promedio de 1,2 °C respecto de la era preindustrial, Europa presenta una suba cercana a los 2 °C. Los datos surgen del último informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente.
Según el reporte, las consecuencias más visibles incluyen olas de calor más frecuentes, lluvias menos regulares pero más intensas, mayor riesgo de inundaciones y una expansión de las zonas vulnerables a incendios forestales.
Carolina Kyllmann, periodista de Clean Energy Wire, resumió el panorama en una frase: “Ahora las lluvias llegan de golpe y provocan inundaciones, los incendios son más agresivos y la falta de agua ya no es un hecho excepcional”.
El verano alemán de 2025 podría ser una prueba de todo esto. Las autoridades sanitarias recomiendan medidas preventivas para evitar golpes de calor, como hidratarse, evitar la exposición directa al sol en horarios críticos y prestar atención a grupos de riesgo. También se preparan campañas para prevenir incendios y se refuerza la vigilancia sobre rutas fluviales clave como el Rin, el Elba y el Danubio.
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