Buenos Aires (AT) – Austria decidió cerrar 24 puntos de su frontera con Hungría y Eslovaquia tras confirmarse brotes de fiebre aftosa en ambos países vecinos. Se trata de una medida preventiva de gran alcance que busca frenar la expansión del virus, el cual afecta gravemente a animales de producción como vacas, cerdos y cabras. Esta acción, anunciada el 5 de abril, se extenderá al menos hasta el 20 de mayo, con posibilidad de prórroga si la situación epidemiológica lo exige.
La fiebre aftosa, también conocida como “enfermedad mano-pie-boca” en algunos contextos veterinarios, es altamente contagiosa entre animales de pezuña hendida. Aunque no representa una amenaza directa para los humanos, sí tiene efectos devastadores sobre la producción ganadera y genera fuertes restricciones comerciales. Austria ya vivió un episodio crítico en los años 70: en aquel entonces, la propagación del virus obligó al sacrificio de casi 80.000 animales.

Brotes en Hungría y Eslovaquia: la alarma inicial
El primer foco actual se detectó en Hungría el 7 de marzo en una explotación de ganado bovino próxima a la frontera eslovaca. En cuestión de días, se confirmaron nuevos casos en granjas de la región de Trnava, en el oeste de Eslovaquia. La respuesta fue inmediata: ambos países activaron protocolos sanitarios, restringieron la circulación de animales y productos derivados, y procedieron al sacrificio de más de 3.500 cabezas de ganado en cada uno.
El Ministerio de Agricultura húngaro desplegó soldados en las zonas afectadas y aplicó estrictos protocolos de desinfección. Eslovaquia, por su parte, declaró el estado de emergencia sanitaria para facilitar la implementación de medidas urgentes.

Controles en Austria: alfombras epidémicas y decomiso de productos
En respuesta al avance de la enfermedad, las autoridades austriacas intensificaron los controles en los pocos pasos fronterizos que permanecen abiertos. En esos puntos se instalaron “alfombras epidémicas”, una tecnología sanitaria diseñada para evitar el ingreso del virus a través de los neumáticos de los vehículos y el calzado de los peatones.
La Policía también comenzó a revisar de forma sistemática los autos particulares, camiones y ómnibus que cruzan la frontera, con especial énfasis en productos cárnicos o animales transportados. “La prioridad es evitar a toda costa que el virus entre al país”, declaró el ministro del Interior, Gerhard Karner, en rueda de prensa.
Según explicó el funcionario, la responsabilidad de la vigilancia recae en las direcciones de Policía de los estados federados afectados, especialmente en Burgenland y Baja Austria. Sin embargo, reconoció que el personal disponible no alcanza para controlar toda la línea fronteriza, por lo que se optó por cerrar pasos secundarios y concentrar los recursos humanos en los principales cruces habilitados.

Un virus con alto impacto económico
La fiebre aftosa es considerada por la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA) como una de las enfermedades más temidas en el ámbito ganadero. Su rápida transmisión y la necesidad de aislar zonas enteras obligan a tomar medidas drásticas, como el sacrificio preventivo de animales y la suspensión de exportaciones.
En términos económicos, la aparición de un brote puede representar pérdidas millonarias. También implica la pérdida temporal del estatus de “país libre de fiebre aftosa”, lo que impide exportar carne y productos de origen animal a mercados clave.
“La fiebre aftosa es el virus más peligroso que conocemos en veterinaria”, advirtió el virólogo Norbert Nowotny, profesor en la Universidad de Medicina Veterinaria de Viena (Veterinärmedizinische Universität Wien). Según explicó, la velocidad de contagio obliga a actuar con rapidez: “Si no se toman medidas desde el primer minuto, puede expandirse por todo el territorio en cuestión de semanas”.

Protocolos similares en Alemania
Aunque Austria es el país que tomó las medidas más visibles, Alemania también ha lidiado recientemente con la enfermedad. El pasado 10 de enero, se detectaron tres casos en una explotación de búfalos de agua en Hoppegarten, al este de Brandeburgo. Las autoridades confirmaron que se trataba del serotipo O2, uno de los más comunes.
En respuesta, se establecieron zonas de protección de tres kilómetros y de vigilancia de diez kilómetros, junto con la inmovilización de los animales susceptibles. Hasta el momento no se detectaron nuevos focos, pero el país se mantiene en estado de alerta.

La estrategia austriaca: rápida, costosa y preventiva
Austria optó por una estrategia basada en la prevención a gran escala. La prohibición de importar animales y productos animales desde Hungría y Eslovaquia fue una de las primeras decisiones, acompañada del cierre de pasos fronterizos.
“No podemos permitirnos otro brote como el de hace cincuenta años”, señaló la ministra de Agricultura, Norbert Totschnig. “La experiencia nos ha enseñado que es preferible asumir los costos del control temprano antes que enfrentar una crisis sanitaria que nos obligue a sacrificar decenas de miles de animales”.
En las zonas rurales cercanas a la frontera, los productores ganaderos se mantienen en estado de alerta. Las asociaciones rurales han respaldado la decisión del Gobierno, aunque piden asistencia técnica y subsidios si la situación se prolonga.

Implicancias para la Unión Europea
El brote actual pone a prueba la coordinación sanitaria en el espacio Schengen, donde la libre circulación de personas y mercancías dificulta el aislamiento de focos infecciosos. La Comisión Europea respaldó las medidas tomadas por Austria y calificó la respuesta como “rápida y adecuada”.
No obstante, algunas voces en Bruselas piden revisar los protocolos conjuntos. “La fiebre aftosa no respeta fronteras”, señaló Stella Kyriakides, comisaria europea de Salud y Seguridad Alimentaria. “Necesitamos mecanismos más ágiles y recursos comunes para actuar ante brotes en zonas limítrofes”.

Animales en riesgo, personas fuera de peligro
A pesar del pánico inicial que puede generar el término “pandemia”, la fiebre aftosa no afecta directamente a los seres humanos. Según los informes médicos, las personas no son huéspedes naturales del virus y no presentan riesgo de contagio ni de enfermedad clínica.
Los síntomas en animales incluyen fiebre, debilidad, pérdida de apetito y ampollas en la boca, ubres y patas. El período de incubación varía entre dos y catorce días, y los animales pueden contagiar antes de presentar síntomas evidentes.
En casos extremos, los brotes pueden provocar una caída significativa en la producción de leche, carne y derivados, lo cual tiene impacto directo en el mercado local e internacional.

Qué sigue: vigilancia, prevención y espera
Por ahora, Austria seguirá monitoreando la situación con controles en sus fronteras y dentro del territorio nacional. Los cierres vigentes podrían extenderse si se detectan nuevos casos o si la situación en Hungría y Eslovaquia no mejora.
Las autoridades también advirtieron que, de confirmarse un brote dentro del país, se activará un protocolo de emergencia que incluye cuarentenas, cierres internos y medidas de sacrificio preventivo en zonas de riesgo.
La población, por su parte, ha recibido instrucciones claras para no transportar alimentos de origen animal desde el extranjero y colaborar con los controles sanitarios.

Austria se blinba contra la fiebre aftosa:
- Brotes en Hungría y Eslovaquia: la alarma inicial
- Controles en Austria: alfombras epidémicas y decomiso de productos
- Un virus con alto impacto económico
- Protocolos similares en Alemania
- La estrategia austriaca: rápida, costosa y preventiva
- Implicancias para la Unión Europea
- Animales en riesgo, personas fuera de peligro
- Qué sigue: vigilancia, prevención y espera
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