sábado, 9 de noviembre de 2024

Buenos Aires (AT) – La caída del Muro de Berlín, que marcó un antes y un después en Europa del Este, es un hecho que transformó la historia del continente y el mundo. Treinta y cinco años después, en la capital alemana, todavía quedan algunas huellas de la vieja República Democrática Alemana (RDA). Berlín es un espacio donde pasado y presente se cruzan en las calles, en los restos de estructuras y en los sitios donde el Muro se alzaba para separar formas de vida muy distintas.

Los restos del Muro, como los que se pueden ver en la East Side Gallery, a orillas del río Spree, son puntos que atraen a turistas. Un sector con murales pintados por artistas se convirtió en un lugar que nadie se quiere perder en su visita. Checkpoint Charlie, el antiguo cruce fronterizo donde la tensión fue moneda corriente durante la Guerra Fría, es otra parada en el recorrido de quienes llegan a Berlín buscando rastros de la división. Pero la ciudad tiene más para mostrar en relación con ese pasado.

Los bloques y las estructuras desaparecidas

El tiempo y las decisiones políticas cambiaron el paisaje de Berlín. Varias estructuras levantadas por la RDA ya no están. El Palast der Republik es un ejemplo claro de estas transformaciones. Este edificio de vidrio, acero y concreto, construido para el parlamento y actividades públicas, ocupó el sitio donde antes se encontraba el palacio de los Hohenzollern, destruido durante la Segunda Guerra Mundial. A mediados de los 90, se descubrió que el edificio contenía asbesto. El riesgo sanitario llevó a considerar su demolición. En lugar de salvarlo, se optó por desmantelarlo.

Plattenbauten
Plattenbauten en el este de Berlín: los bloques prefabricados, construidos para resolver la crisis habitacional en la RDA, siguen dominando el paisaje urbano, ahora renovados y transformados en viviendas modernas (Foto: trendengel.com)

La idea de reconstruir parte del palacio de los Hohenzollern no fue algo que se aceptó sin cuestionamientos. Hubo quienes defendieron la idea de devolver a Berlín una parte de su pasado imperial, mientras otros criticaron la decisión por lo que ese pasado representaba. Esa reconstrucción terminó siendo sede del Humboldt Forum, un museo con colecciones interculturales que trajo consigo otra discusión. Se planteó que algunos objetos expuestos no pertenecen a Alemania y debieran ser devueltos a sus lugares de origen.

A la par de este cambio, otras estructuras también fueron foco de debate. En el oeste de Berlín, el Centro Internacional de Congresos, otro edificio de los años 70 con asbesto, fue declarado patrimonio histórico. Esa decisión generó preguntas sobre por qué algunas construcciones se preservan y otras no. Mientras tanto, se modernizaron los bloques de departamentos conocidos como plattenbauten, que la RDA construyó para enfrentar una crisis de viviendas. Estas estructuras prefabricadas siguen marcando la fisonomía de varios barrios del este de Berlín.

El Muro que queda y lo que se transforma

Palast der Republik
El Palast der Republik antes de su demolición (Foto: deutschlandfunk.de)

El recorrido del Muro que una vez dividió la ciudad es ahora una línea de metal incrustada en el suelo o una franja de adoquines que pasa casi desapercibida. Lo que fue una frontera de concreto, alambrados y torres, es ahora un recuerdo que se pisa sin darse cuenta. La intención original de la construcción del Muro, para proteger a la RDA del mundo capitalista, perdió fuerza ante los cambios. Sin embargo, quienes caminan por las calles pueden tropezar con esta marca y, de alguna manera, con esa parte de la historia.

No todo lo que dejó la RDA se borró o transformó de manera evidente. Las decisiones que se tomaron en los últimos años, en torno a los edificios y estructuras, tienen un impacto en cómo se recuerda el pasado. Los plattenbauten, por ejemplo, fueron renovados por una cuestión práctica: la necesidad de mantener viviendas funcionales. En los años 2000, esos bloques se pusieron de moda entre jóvenes y estudiantes que buscaron una forma de vida urbana diferente en Berlín. La falta de espacio llevó a invertir en estas renovaciones, sin que se les diera demasiada importancia al trasfondo político de los edificios.

Checkpoint Charlie
Checkpoint Charlie, un vestigio de la Guerra Fría (Foto: tip-berlin.de)

Pero la modernización también tiene su lado complejo. Al intervenir estos bloques para hacerlos más útiles, se neutralizan sus orígenes. Algunas construcciones prefabricadas fuera de Berlín ya son patrimonio histórico, y en el último tiempo se propuso un reconocimiento similar para un sector en pleno centro. Sin embargo, esos edificios no son los mismos que ayudaron a resolver la falta de viviendas en la RDA. Los que se encuentran en calles como Münzstraße, Torstraße o Neue Schönhauser Straße tienen un diseño que busca imitar la arquitectura de principios del siglo XX, lejos del modernismo que caracterizó a los plattenbauten.

Los símbolos en una ciudad disputada

Berlín es una ciudad que quedó marcada por la Guerra Fría y el peso de ser la capital de una Alemania reunificada. Las decisiones sobre qué conservar y qué eliminar no son inocentes. Las preferencias de los políticos y urbanistas se hacen sentir, aunque no siempre sean conscientes. El Palast der Republik desapareció, pero otras huellas de la RDA siguen ahí, en las calles y en las estructuras. La manera en que se encara la memoria de esa época habla del presente tanto como del pasado.

Las tensiones sobre cómo se debe recordar el pasado y qué queda de la RDA son parte del día a día en Berlín. Lo que se elige preservar y lo que se decide demoler es un reflejo de prioridades que van más allá de la historia. El Muro, aunque ya no se levante con su imponente presencia, sigue siendo parte de las conversaciones y de la identidad de la ciudad. Las marcas visibles e invisibles de esa división se entrelazan con la vida moderna, en un espacio que nunca deja de transformarse.

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