La empresa Casimir Kast Verpackung und Display GmbH, uno de los fabricantes de envases más antiguos de Alemania, declaró su quiebra el 2 de septiembre en el tribunal de Baden-Baden. Con sede en Gernsbach, en el estado de Baden-Wurtemberg, la compañía empleaba a 160 personas y representaba a uno de los mayores empleadores de la región del Murgtal.
Fundada en 1550 por Jakob Kast, quien inició sus actividades con aserraderos y transporte de madera por el río Murg, la empresa permaneció desde entonces en manos familiares. Hoy es dirigida por la 13.ª generación, encabezada por Christian Oetker-Kast.

De los aserraderos al cartón
La compañía atravesó varias etapas de transformación. En 1869 Heinrich-Adolf Casimir Kast fundó el aserradero moderno, que luego incursionó en la producción de pasta de madera (1885), cartón (1904) y su procesamiento industrial (1910). Desde entonces, la empresa se consolidó como un referente en la fabricación de embalajes de cartón y cartón corrugado.
Durante la pandemia, la firma vivió un auge gracias al crecimiento del comercio electrónico, que disparó la demanda de envases de cartón. A fines de 2022, el balance de la compañía aún reflejaba una “sólida situación económica”, con incremento en volúmenes de producción pese a las dificultades para conseguir materias primas.
Inversiones que no alcanzaron
En la última década, Casimir Kast invirtió alrededor de ocho millones de euros en su planta de Gernsbach, ubicada entre la Bundesstraße 462 y el río Murg. El programa incluyó mejoras en infraestructura, maquinarias y la ampliación de la capacidad productiva. La empresa también planificaba instalar una imprenta de última generación y un sistema de energía propia mediante paneles fotovoltaicos.
“Las inversiones trajeron mejoras de rendimiento y ampliaron nuestro portafolio de productos”, explicó en ese entonces el director Oetker-Kast. Sin embargo, esas medidas no bastaron para compensar el fuerte aumento de los costos energéticos, la presión fiscal y la competencia internacional.

Las causas de la quiebra
En un comunicado, la dirección atribuyó la insolvencia a “la situación económica general de Alemania”. Los expertos del sector coinciden en que las pequeñas y medianas empresas del rubro enfrentan crecientes dificultades para competir con grandes proveedores internacionales. La concentración en la industria alimenticia, que reduce la cantidad de clientes y plantas a abastecer, también golpeó a la demanda.
Oetker-Kast reconoció que no quedaban alternativas: “La empresa llegó a una situación financiera que no permitía más que solicitar la quiebra”.
Garantías para los empleados
El procedimiento judicial establece que los salarios de los 160 trabajadores estarán cubiertos por el fondo de insolvencias durante tres meses, hasta alcanzar el tope de la base salarial. La producción continuará de manera regular en ese período.
La dirección aseguró que los empleados serán “integrados estrechamente en todas las decisiones” sobre el futuro de la compañía. El objetivo inmediato es sostener la operación y garantizar la continuidad de las cadenas de suministro.

Un administrador para salvar al emblema
El tribunal designó como administrador concursal a Dirk Pehl, abogado de la firma Schultze y Braun, con sede en Achern. Su tarea será estabilizar las operaciones, asegurar la relación con proveedores y clientes y encontrar un inversor que permita mantener con vida a la empresa de Gernsbach.
El intendente de la ciudad, Julian Christ (SPD), expresó su preocupación: “Tomamos el pedido de insolvencia con mucha seriedad. Casimir Kast es parte esencial de nuestra comunidad y sostiene 160 puestos de trabajo. Esperamos que se logre atraer a socios fuertes que aseguren la continuidad de la empresa”.

Un caso que refleja una crisis mayor
La insolvencia de Casimir Kast sorprendió en la región, sobre todo porque la industria del cartón fue considerada esencial durante la pandemia. Para especialistas en economía industrial, el caso ilustra las tensiones que atraviesan muchas firmas medianas en Alemania: altos costos energéticos, burocracia pesada y escasez de mano de obra calificada.
La desaparición de empresas familiares con varios siglos de tradición marca un cambio en la estructura económica alemana. Si bien la búsqueda de un socio inversor abre la posibilidad de rescatar al fabricante, el desenlace dependerá de la capacidad de atraer capital en un contexto europeo cada vez más competitivo. Por ahora, la fábrica sigue en pie y las máquinas no se detuvieron. El futuro de una empresa con 475 años de historia, símbolo de la región del Murgtal, está en manos de las decisiones que se tomen en los próximos meses.





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