Austria vive un proceso de transformación religiosa profundo que se acelera año tras año. En 2024, 71.531 personas abandonaron la Iglesia Católica, mientras solo 5.154 se unieron o regresaron. Los datos, publicados por la Conferencia Episcopal Austriaca y recogidos por medios como Bluewin y FSSPX News, muestran que la cantidad de católicos cayó a 4.557.471, frente a 4,73 millones en 2022 y 4,63 millones en 2023. En apenas dos años, la Iglesia perdió más de 175.000 fieles, un claro reflejo de la secularización en Europa Central.
La propia Conferencia Episcopal atribuye este fenómeno a un distanciamiento entre la fe y la vida pública, sumado a la pérdida de confianza en las instituciones eclesiales. Las diócesis más afectadas son Viena, Linz y Graz-Seckau, donde el descenso supera el dos por ciento anual. Este retroceso en la afiliación católica es un cambio histórico en un país que durante siglos se consideró un bastión del cristianismo europeo.
El avance del islam y los cambios demográficos
Mientras el catolicismo pierde adherentes, el islam crece de manera firme. De acuerdo con Statistik Austria y el portal académico Euro-Islam, la comunidad musulmana en 2021 alcanzó 745.608 fieles, lo que representa aproximadamente el 8,3 % de la población total.
En Viena, el fenómeno es todavía más evidente: el 41,2% de los alumnos de escuelas públicas son musulmanes, frente al 34,5% de cristianos. En algunos distritos de la capital, los estudiantes musulmanes constituyen ya la mayoría, un reflejo de la transformación demográfica que se extiende más allá del sistema educativo.

Los expertos coinciden en que este crecimiento se debe a dos factores principales: inmigración desde Turquía, Bosnia, Siria y Afganistán y una tasa de natalidad más alta que la media nacional. El sociólogo Paul Zulehner, profesor emérito de la Universidad de Viena, sostiene que Austria deja de ser un país culturalmente católico, y que las grandes ciudades son epicentros de esta transformación.
El Estado también ajustó la forma de medir la afiliación religiosa. Desde 2001, los censos obligatorios dejaron de incluir la religión, y los datos se obtienen a partir de encuestas voluntarias y registros administrativos. Statistik Austria afirma que esta medida refleja una relación más débil entre la religión y la sociedad moderna, y evidencia la dificultad de mantener estadísticas precisas en un contexto de cambio cultural acelerado.
Práctica religiosa, integración y espacio urbano
El crecimiento musulmán se consolida como una tendencia estructural. La comunidad joven, la cohesión social y un alto nivel de práctica religiosa contrastan con la disminución del catolicismo. En Viena, mezquitas y centros islámicos se multiplican, mientras parroquias católicas cierran o se fusionan debido a la baja asistencia. Este contraste ocurre en el corazón de un país que fue símbolo del catolicismo europeo durante siglos.

El impacto social de este cambio es amplio. Las escuelas, los barrios y los espacios públicos reflejan la diversidad religiosa creciente. Según un estudio citado por The European Conservative en 2024, la proporción de estudiantes musulmanes en Viena supera a la de cristianos en varias instituciones.
El editorialista del diario Die Presse resumió la situación: “Austria fue durante siglos el corazón católico de Europa. Hoy ese corazón late más débil mientras otro modelo religioso se fortalece”. Esta frase sintetiza un proceso que no solo afecta al catolicismo, sino a toda la estructura social y cultural del país.

En perspectiva europea, Austria no es un caso aislado. El declive del cristianismo como matriz cultural y la expansión del islam se repite en otros países de la región. Sin embargo, el caso austríaco destaca por la rapidez del cambio y la concentración de la población musulmana en áreas urbanas, lo que acelera la transformación de la vida cotidiana, la educación y los patrones culturales.
Austria demuestra que los cambios religiosos pueden ser rápidos y profundos. La disminución de fieles católicos y el aumento de la población musulmana reflejan un fenómeno que afecta tanto a la religión como a la identidad nacional. En los próximos años, la atención se centrará en cómo el país gestiona la integración, la convivencia y la adaptación de sus instituciones a esta transformación histórica.



Hacé tu comentario