Casi la mitad de los alemanes dice sentirse muy satisfecha con su vida. Es la principal conclusión del “Glücksatlas 2025”, o Atlas de la Felicidad, un estudio que analiza cada año el bienestar de la población. El trabajo, elaborado por la Universidad de Friburgo junto con la South German Class Lottery (SKL), combina factores subjetivos y objetivos como ingresos, infraestructura, medio ambiente y seguridad.
El promedio nacional alcanzó 7,09 puntos sobre 10, una leve mejora respecto del año anterior, cuando el índice fue de 7,06. Según los investigadores, la satisfacción general se estabilizó en un nivel alto, aunque con diferencias marcadas por edad, ingresos y región.
Además, el estudio detectó un cambio cultural: los alemanes expresan más emociones que antes, tanto de alegría como de enojo, miedo o tristeza. Ese hallazgo, según los autores, marca una transformación en la forma en que la sociedad vive y comunica su bienestar.
Un país que siente más
Durante décadas, Alemania fue vista como una nación racional, donde predominaba la moderación. El Atlas de la Felicidad 2025 muestra que esa imagen empieza a cambiar. Las emociones ganaron terreno, impulsadas por la tensión social, la inflación y la recuperación tras la pandemia.
El 30 % de los encuestados afirmó sentir enojo con frecuencia, ocho puntos más que en 2023. El 22 % dijo experimentar miedo de manera habitual y el 28 % reconoció sentir tristeza recurrente. Al mismo tiempo, el 57 % aseguró sentirse feliz con frecuencia, un salto de doce puntos en comparación con el año anterior.
Los investigadores explican que este aumento simultáneo de emociones positivas y negativas refleja una sociedad más dispuesta a hablar de lo que siente. Los cambios económicos y sociales de los últimos años modificaron la percepción del bienestar, que ya no depende solo de la seguridad material sino también de la calidad de los vínculos y del equilibrio emocional.
En términos generales, la nota media de satisfacción (7,09) se ubica muy cerca de los niveles previos a la pandemia, lo que sugiere una recuperación del ánimo colectivo. Sin embargo, las diferencias entre grupos sociales se ampliaron.
Desigualdad y brecha generacional
El estudio indica que los jóvenes de entre 16 y 25 años muestran un aumento de satisfacción respecto de los años anteriores, con una mejora de 0,11 puntos. Valoran más su tiempo libre, las relaciones personales y la posibilidad de expresarse.
En cambio, los adultos mayores de 61 a 74 años reportan una caída en su bienestar. Las principales causas son la inflación, el aumento del costo de vida y la soledad. Muchos de ellos mencionan la pérdida de poder adquisitivo y el temor a no poder sostener su nivel de vida.
También se observó una brecha creciente entre los sectores de mayores y menores ingresos. Mientras los grupos con estabilidad laboral o patrimonial mantienen buenos niveles de satisfacción, los de ingresos bajos registran un descenso pronunciado. Según los autores, la caída en la satisfacción económica se concentra exclusivamente en los estratos más pobres.
La satisfacción con el trabajo, la familia y el ocio mejoró respecto de 2024, pero la percepción sobre el ingreso empeoró. El estudio señala que, aunque la economía general se mantiene sólida, la desigualdad en la distribución del bienestar es un foco de preocupación.
Hamburgueses, los más felices de Alemania
Las diferencias regionales se mantienen, aunque el estudio muestra una reducción de la distancia entre el este y el oeste del país. El promedio entre ambos sectores es de apenas 0,24 puntos, el más bajo en años.
Hamburgo volvió a liderar el ranking con 7,33 puntos, seguida por Baviera y Renania-Palatinado (ambas con 7,21) y Renania del Norte-Westfalia (7,19). En el otro extremo figuran Berlín (6,83), Sarre (6,78) y Mecklemburgo-Pomerania Occidental, última con 6,06 puntos.
El avance de las regiones orientales se explica por una mejora en la infraestructura y el mercado laboral, sumada a una mayor estabilidad social. Estas zonas ganaron 0,12 puntos de satisfacción en comparación con 2024, frente a solo 0,02 puntos en el oeste.
El estudio también midió la satisfacción con la vida familiar, que promedió 7,61 puntos, por debajo de los niveles previos al coronavirus. Los investigadores atribuyen esta baja a la caída en la cantidad de matrimonios y nacimientos, junto con un aumento de hogares con personas mayores o con necesidades de cuidado.
En cuanto al ocio, la puntuación llegó a 7,20. Aunque muestra una recuperación tras la pandemia, sigue por debajo de los valores de la década de 2010. Las causas incluyen el encarecimiento de las actividades recreativas y la sustitución del encuentro presencial por el tiempo en redes sociales.
Una radiografía de la vida cotidiana
El Glücksatlas se basa en más de 13 000 entrevistas a personas mayores de 16 años, realizadas por el Instituto Allensbach de Investigación de la Opinión Pública. Las respuestas se combinan con indicadores objetivos, como el ingreso per cápita, el acceso a servicios y la seguridad.
La edición 2025 confirma que, pese a los cambios sociales, Alemania mantiene un alto nivel de bienestar general. Sin embargo, el informe advierte sobre los riesgos de una sociedad polarizada entre quienes disfrutan de estabilidad y quienes sienten que la prosperidad los deja atrás.
La experiencia alemana sugiere que la felicidad no depende solo de la economía. La calidad de los vínculos, la confianza institucional y el equilibrio emocional son factores cada vez más determinantes.
En palabras de Bernd Raffelhüschen, director académico del estudio, la satisfacción de los alemanes “se estabilizó en un nivel alto”. Pero detrás de esa estabilidad hay transformaciones profundas: más emociones, más contrastes y una búsqueda constante de sentido en una sociedad que cambia sin perder su necesidad de equilibrio.
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