Buenos Aires (AT) – La aviación comercial supersónica no ha vuelto ocupar el vacío que dejó el Concorde en la industria hace casi ya 20 años. Pero eso podría cambiar en las próximas décadas. Así lo afirma Martina Löfqvist, quien es la responsable de desarrollo de negocio de la start-up aeroespacial Destinus, que está trabajando en la posibilidad de realizar un vuelo directo de Londres a Sídney en cuatro horas para la década de 2040.
En 2021, Mikhail Kokorich, físico, inventor y empresario siberiano, decidió establecer la empresa Destinus en Payerne, al oeste de Suiza, después de renunciar a otra empresa aeroespacial que había fundado en Estados Unidos llamada Momentus.
Destinus está enfocada en desarrollar un nuevo tipo de avión que sea más rápido, alcance mayores alturas y tenga un menor impacto ambiental que los aviones convencionales. Para lograr esto, la empresa ha inaugurado su propia planta de hidrógeno con el fin de desarrollar las tecnologías necesarias.
En la actualidad, Destinus cuenta con 150 empleados distribuidos en sucursales por toda Europa, y se estima que el proyecto requerirá una inversión de CHF 1.000 millones (equivalentes a US$ 1.100 millones).
Sin embargo, el experto aeroespacial Eric Tegler, quien escribe para la revista Forbes, ha expresado dudas respecto a los objetivos de Destinus, calificándolos de poco realistas, al igual que los de su competencia. En un artículo publicado en febrero, Tegler señala que los planes de la empresa, su misión principal y su ruta hacia la rentabilidad cambian constantemente, lo que hace que su trayectoria sea tan exagerada como hipersónica.
Recientemente, periodistas de swissinfo.com realizaron una visita a la planta de hidrógeno de Destinus en Payerne, la cual abarca 1.200 metros cuadrados, con el propósito de conocer de cerca el proyecto y comprender los desafíos que enfrentan los aviones propulsados por hidrógeno. Destinus ha sido descrito como el primer centro de pruebas privado de Suiza para el desarrollo de tecnologías de hidrógeno en el transporte y la energía.
El avión supersónico Destinus-3
Durante la ceremonia de inauguración de la planta, Destinus presentó su prototipo supersónico, el Destinus-3. Con una longitud de 10 metros y una envergadura de 3,5 metros, este avión es considerado un híbrido entre avión y cohete. A pesar de esto, el Destinus-3 despega y aterriza horizontalmente en aeropuertos utilizando un motor a reacción alimentado por hidrógeno.
La idea es que, una vez alcanzada cierta altitud y velocidad, el avión cambie a un motor “ramjet”, en el que el aire sobrecalentado se introduce por un conducto, se mezcla con combustible y se enciende. Esto permite que el avión alcance velocidades de hasta Mach 5, es decir, una velocidad hipersónica.
Hacia un horizonte sin emisiones con el hidrógeno verde
Aunque la aviación comercial representa solo el 2,5% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, su impacto climático es significativo debido a los vuelos a gran altitud. Muchos modelos de aviones hipersónicos en desarrollo aún dependen de combustibles tradicionales, generando una considerable huella de carbono. La solución podría encontrarse en el hidrógeno, un combustible de cero emisiones de carbono, capaz de utilizarse como almacén de energía renovable.
El desafío radica en la obtención rentable de hidrógeno, ya sea extrayéndolo del subsuelo o produciéndolo a partir de fuentes renovables a gran escala y a costos aceptables. A pesar de ser considerado un combustible “verde”, la producción de hidrógeno a menudo implica emisiones de carbono, ya que gran parte se obtiene mediante la quema de combustibles fósiles. Solo cuando se emplean fuentes limpias, como la electrólisis del agua, podemos hablar de hidrógeno verde, el único tipo verdaderamente libre de emisiones.
Destinus, en su búsqueda de la sostenibilidad, aspira a utilizar hidrógeno verde en sus aviones. No obstante, la limitada disponibilidad y el alto costo actual del hidrógeno verde los lleva a optar, a corto plazo, por alternativas más accesibles y económicas mientras desarrollan y prueban sus sistemas.
Aunque el hidrógeno verde tiene un precio de aproximadamente CHF 24-28 CHF (US$ 27-31) por kilo, comparado con los CHF 18 (US$ 20) por kilo del hidrógeno convencional, sigue siendo una inversión considerable. La empresa planea, en el futuro, migrar hacia el uso de hidrógeno líquido por su alta capacidad de almacenamiento energético, a pesar del desafío que presenta su mayor volumen en comparación con el combustible de aviación.
El suministro de hidrógeno líquido desde proveedores en Francia y Alemania implica su transporte a Suiza, aunque Destinus contempla la posibilidad de producir su propio hidrógeno gaseoso y convertirlo en líquido según sea necesario.
Destinus busca financiamiento adicional para su proyecto
Actualmente, Destinus se encuentra en proceso de construcción de una nueva instalación de pruebas cerca de Madrid, destinada al desarrollo de sus motores. El gobierno español ha otorgado subvenciones por un total de EUR 26,7 millones para respaldar dos proyectos que buscan expandir las capacidades de propulsión por hidrógeno de la empresa.
A pesar de haber recaudado aproximadamente CHF 65 millones (equivalentes a US$ 72 millones) hasta la fecha, Destinus se encuentra significativamente alejado de la meta de “mil millones de francos suizos” que la compañía estima necesarios para la construcción de un avión hipersónico comercial propulsado por hidrógeno. En consecuencia, la empresa está en la búsqueda de financiamiento adicional para llevar a cabo con éxito su ambicioso proyecto.
Dos desafíos técnicos: el calor y el ruido
Destinus enfrenta desafíos técnicos cruciales al diseñar aviones capaces de volar a velocidades superiores a Mach cinco (aproximadamente 6.116 km/h). El diseño propuesto, caracterizado por un “cuerpo ondulado” que borra la línea divisoria clara entre alas y fuselaje, plantea el reto de la estabilidad a bajas velocidades, una barrera técnica que Destinus se esfuerza por superar.
Otro desafío importante es el calor generado durante el vuelo a velocidades hipersónicas. El cono del morro y las alas pueden alcanzar temperaturas superiores a los 1.000 grados Celsius. Para contrarrestar este desafío térmico, Destinus considera utilizar hidrógeno en estado líquido, enfriado a unos -253 grados Celsius, para preenfriar el aire del motor y refrigerar el fuselaje.
La cuestión del ruido también se suma a los desafíos técnicos, recordando el inconveniente experimentado por el Concorde. Los estruendosos estampidos sónicos asociados con velocidades supersónicas e hipersónicas deben abordarse cuidadosamente. En respuesta, Destinus planea realizar vuelos sobre áreas despobladas, como mares o desiertos, durante los cruceros supersónicos e hipersónicos para evitar problemas de ruido. Los promotores de Destinus aseguran que sus aviones serán lo suficientemente silenciosos como para operar desde aeropuertos estándar durante despegues y aterrizajes.
Además, Destinus se enfrenta a las normativas sobre las ‘fuerzas g máximas’ que los pasajeros pueden experimentar durante la aceleración, una regulación que la empresa también se compromete a respetar, siguiendo el precedente del Concorde.”
El plan de vuelo de Destinus
Según Kokrich, el fundador del proyecto, el Destinus-3 realizará su vuelo inaugural a finales de 2024, propulsado por un motor turborreactor alimentado con queroseno. Posteriormente, en 2025, se tiene previsto incorporar un postquemador alimentado por hidrógeno para lograr velocidades supersónicas.
El primer avión comercial de Destinus se diseñará sin tripulación, pero Kokorich sugiere que los mismos motores podrían adaptarse para construir una versión con capacidad para 25 personas. Löfqvist agrega: “Imaginemos un vuelo de Londres a Nueva York en tan solo una hora y media. Será una evolución del concepto del Concorde, pero aún más rápido y completamente propulsado por hidrógeno”.
Escepticismo entre los expertos de la industria
Hansjörg Bürgi, redactor jefe de la revista suiza de aviación Skynews.ch, expresó su escepticismo al afirmar que “se requerirán años, si no décadas, de pruebas antes de que los pasajeros de pago puedan experimentar su primer vuelo en estos aviones, esa es mi opinión”.
Los especialistas en aviación concuerdan en que hay numerosos desafíos, como problemas de almacenamiento de hidrógeno, logística en la cadena de suministro e infraestructuras, que deben superarse antes de que los aviones propulsados por hidrógeno se conviertan en una realidad viable para el transporte de pasajeros. Este proceso, en el mejor de los casos, podría llevar décadas.
A pesar de las incertidumbres, científicos y empresarios como Mikhail Kokorich mantienen grandes aspiraciones. “Estamos ante un maratón, no un sprint”, afirmó. “En este momento, nuestro enfoque se centra en generar ingresos para continuar financiando nuestra ambiciosa visión”.
El Concorde y el Túpolev Tu-144, los pioneros supersónicos
El Aérospatiale-BAC Concorde, un avión supersónico de transporte de pasajeros, operó entre 1976 y 2003. Resultado de la colaboración entre British Aircraft Corporation (británico) y Aérospatiale (francés), realizó su primer vuelo en 1969 y entró en servicio en 1976, acumulando 27 años de vuelos hasta su retiro en 2003. Sirvió rutas desde Londres Heathrow y París-Charles de Gaulle hasta los aeropuertos estadounidenses John F. Kennedy y Washington-Dulles, así como a los de Maiquetía en Venezuela y Río de Janeiro en Brasil. Su velocidad supersónica le permitía alcanzar destinos en la mitad del tiempo de un avión convencional.
Considerado un ícono de la aviación y una maravilla ingenieril, se construyeron 20 aviones, siete para Air France y otros siete para British Airways. El nombre Concorde refleja la colaboración franco-británica en su desarrollo, respaldada por inversiones económicas considerables y generosas subvenciones gubernamentales.
Trágicamente, el accidente del vuelo 4590 de Air France en 2000 y la escasa rentabilidad aceleraron su retiro en noviembre de 2003. El Concorde fue el primer avión a reacción supersónico en servicio comercial desde el 21 de enero de 1976, precediendo al Túpolev Tu-144, su contraparte soviética, que comenzó su servicio el 1 de noviembre de 1977.
El Túpolev Tu-144, fue el primer avión supersónico de pasajeros del mundo. Desarrollado independientemente por la Unión Soviética, su prototipo voló por primera vez el 31 de diciembre de 1968, dos meses antes que el Concorde. Aunque superaba al Concorde en tamaño, peso y velocidad, su desempeño en autonomía y alcance era inferior debido al alto consumo de combustible en vuelo supersónico.
El Tu-144 rompió la barrera del sonido en junio y julio de 1969, convirtiéndose en el primer transporte comercial en exceder Mach 1 y Mach 2 en mayo de 1970, respectivamente.
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