Un rincón de la Alta Baviera acaba de ser consagrado como el pueblo más bello de Europa. Se trata de Huglfing, una localidad al sur de Múnich que apenas alcanza los 2.000 habitantes. El jurado del histórico certamen Entente Florale Europe le otorgó la medalla de oro tras una votación que, como siempre, despertó gran interés en distintos países del continente.
La noticia también provocó un enorme orgullo en la comunidad. El propio alcalde, Markus Huber, expresó ante la radio su sorpresa: “Es increíble lo que ha conseguido Huglfing”, dijo con emoción, y agradeció además a los vecinos por su compromiso en cada etapa de la competencia.
Un pueblo que une tradición y modernidad
El camino al primer puesto europeo no fue improvisado. Huglfing ya había sido reconocido como el pueblo más lindo de Alemania, lo que abrió las puertas para competir en el escenario continental. El jurado resaltó en sus fundamentos la combinación entre proyectos sostenibles y un diseño urbano pensado para varias generaciones.

En palabras de los especialistas, Huglfing representa un modelo de convivencia equilibrada entre la vida moderna y las costumbres históricas. Su estructura urbana conserva el espíritu de las aldeas bávaras, pero al mismo tiempo ofrece soluciones prácticas para los desafíos actuales, desde la movilidad hasta el cuidado ambiental.
La apuesta por energías limpias, la preservación de los espacios verdes y la participación activa de los vecinos fueron factores determinantes. El certamen busca no solo premiar la belleza estética, sino también el compromiso con el entorno y la calidad de vida.
Una celebración compartida
La ceremonia oficial de entrega tuvo lugar en Eslovenia. Allí viajó una delegación de unas 70 personas desde Huglfing, todas vestidas con trajes tradicionales. La imagen de los representantes del pueblo subiendo al escenario para recibir la medalla de oro quedó marcada como un símbolo de orgullo bávaro.

Pero la alegría no se limitó al viaje. Al regresar, la comunidad organizó celebraciones que reafirmaron la unión entre vecinos. El reconocimiento fue vivido como una conquista colectiva, en la que cada iniciativa, desde el cuidado de un jardín hasta la participación en asociaciones vecinales, sumó puntos para alcanzar el podio.
El segundo lugar quedó para Zedtwitz, en el distrito de Hof, también en Alemania. En su caso, el jurado destacó la fuerte participación ciudadana y las políticas activas de protección ambiental. Entre las ciudades finalistas estuvieron Niza y Nantes (Francia), Babilonia (República Checa) y Costiglione D’Asti (Italia), lo que muestra la variedad cultural y geográfica de las candidaturas.
Medio siglo de tradición europea
El concurso Entente Florale Europe se celebra desde hace casi 50 años. Su origen estuvo vinculado a la idea de estimular a las comunidades para embellecer los lugares donde viven. A lo largo de las décadas, la propuesta fue sumando importancia y se convirtió en un reconocimiento de prestigio para ciudades y pueblos.
En esta edición, el jurado visitó Huglfing en julio. Recorrió sus calles, observó sus proyectos y mantuvo encuentros con autoridades y vecinos. Según la organización, el objetivo del certamen es promover entornos más verdes y agradables para la vida cotidiana.
Si bien la belleza visual sigue siendo central, en los últimos años se incorporaron nuevos criterios de evaluación. Entre ellos se encuentran el respeto por el medio ambiente, la sostenibilidad de los proyectos urbanos y la forma en que la población se involucra en cada iniciativa. El caso de Huglfing mostró que el trabajo conjunto entre autoridades locales y habitantes puede dar frutos notables.
La competencia también busca motivar a municipios grandes y pequeños para que refuercen su identidad sin perder de vista los desafíos del presente. El ejemplo de Huglfing es claro: una localidad de 2.000 habitantes, ubicada en una región rural, fue capaz de imponerse frente a ciudades de mayor tamaño y tradición turística.



Hacé tu comentario