Buenos Aires (AT) – La industria textil de Alemania ha atravesado en los últimos años una caída pronunciada. Según datos del Gesamtverband der deutschen Textil- und Modeindustrie, los ingresos reales del sector bajaron un 20 % en los últimos cinco años. Aunque el volumen total de facturación supera aún los EUR 30.000 millones (US$ 32.388 millones) anuales, el declive se acentúa. Solo en 2023, 92 empresas declararon la quiebra, lo que representa un 60 % más que el año anterior. En ese mismo período, se perdieron alrededor de 4300 puestos de trabajo.
El organismo que representa a unas 1400 compañías y 120.000 empleados advierte que el panorama es delicado. Se estima que la industria textil en Alemania arrastra actualmente un déficit de aproximadamente EUR 1.100 millones (US$ 1.187 millones) de facturación.

Problemas estructurales y alta presión competitiva
Entre los factores más señalados se encuentran los altos costos energéticos, el exceso de burocracia y un marco normativo cada vez más exigente, especialmente en materia de sostenibilidad. Desde el sector afirman que deben cumplir muchas más obligaciones que sus competidores internacionales. Esto, en un contexto de desaceleración económica y caída del consumo, los coloca en una situación desventajosa.
Uwe Mazura, director general del Gesamtverband, advirtió que “sin crecimiento económico no puede haber ni bienestar ni producción sustentable”. Y agregó: “Sin una industria textil fuerte, Alemania pierde capacidad de fabricar textiles técnicos y de calidad”.

Ni siquiera el negocio exportador logra compensar
El comercio exterior, históricamente uno de los pilares del sector, también mostró señales de alarma. Según datos de Germanfashion, el principal ente del rubro indumentaria, las exportaciones cayeron un 7,5 % en 2023. Incluso las ventas hacia mercados tradicionalmente estables como Francia, Italia, Bélgica o República Checa se desplomaron.
Thomas Lange, director ejecutivo de Germanfashion, atribuyó parte de la pérdida de mercado a la creciente competencia de China, país que no solo produce más barato, sino que también empieza a abastecer directamente a consumidores europeos.

El fracaso de una apuesta ambiciosa: el caso C&A
En 2021, el gigante C&A intentó dar un giro y repatriar parte de su producción. A través de una subsidiaria, montó una planta automatizada en Mönchengladbach con el objetivo de producir hasta 800.000 jeans al año bajo el sello “Made in Germany”. La idea era mostrar compromiso con la sostenibilidad y competir con H&M, Zara o Zalando.
Sin embargo, el proyecto fue desactivado en febrero de este año. Según comunicó la empresa a través del portal Fashionunited, los resultados no cumplieron con las expectativas del plan de negocio. La planta cerrará y afectará a cerca de 100 empleados.

Trigema, una excepción que resiste desde adentro
Una de las pocas empresas que aún fabrica íntegramente en Alemania es Trigema, fundada en 1919. La compañía, que facturó EUR 130 millones (US$ 140,7 millones) en 2023, emplea a unas 1200 personas de 40 nacionalidades. Su modelo combina tradición, producción local y una política activa de empleo.
Desde 2024, la empresa está bajo la conducción de Bonita Grupp y su hermano, quienes heredaron la gestión de su padre, Wolfgang Grupp. En el pódcast “Chefgespräch” del medio WirtschaftsWoche, Bonita Grupp explicó que una parte clave del trabajo sigue siendo artesanal: “Las blusas o camisetas todavía requieren que cada costura sea guiada a mano por la máquina”.

Falta de personal y obstáculos burocráticos
El principal desafío para Trigema hoy no es la demanda, sino el acceso a mano de obra calificada. Según Grupp, el oficio de costurero o teñidor no figura como formación profesional formal en muchos países, lo cual dificulta probar la experiencia ante las autoridades migratorias. “Tardamos mucho tiempo en poder incorporar personal del exterior”, explicó.
La ejecutiva hizo un llamado a la política: “Esperamos que el próximo gobierno simplifique la ley migratoria para que sea más fácil contratar personal extranjero, especialmente para las pymes”.

El juego desigual de la sostenibilidad
Un tema que se repite entre los industriales alemanes es la desigualdad normativa frente a competidores globales. Mientras en Alemania las empresas deben ajustarse a estrictas leyes de reporte y trazabilidad, otros países productores operan con estándares mucho más laxos. Esto no solo afecta los costos, sino que genera un sesgo en el mercado europeo.
“No se trata de negar la necesidad de una producción más responsable, sino de pedir condiciones más parejas en el mercado global”, afirmó Lange.

¿Qué puede aprender Argentina de esta situación?
La crisis textil alemana deja varias lecciones para la industria argentina. Por un lado, pone en evidencia la vulnerabilidad de los sistemas productivos frente a regulaciones excesivas y costos energéticos altos, factores que también afectan a la Argentina. Por otro, subraya el valor de construir marcas que apuesten por la identidad local, la innovación y la producción de calidad, como el caso de Trigema.
Finalmente, el ejemplo alemán expone los límites del “sólo exportar” como fórmula mágica: sin una estrategia integral, ni siquiera el mejor mercado externo puede sostener una industria sin base sólida. Algo que también resuena en la estructura industrial argentina.

La industria textil alemana busca reinventarse:
- Problemas estructurales y alta presión competitiva
- Ni siquiera el negocio exportador logra compensar
- El fracaso de una apuesta ambiciosa: el caso C&A
- Trigema, una excepción que resiste desde adentro
- Falta de personal y obstáculos burocráticos
- El juego desigual de la sostenibilidad
- ¿Qué puede aprender Argentina de esta situación?
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