martes, 15 de abril de 2025

Buenos Aires (AT) – Con la economía alemana estancada y un escenario mundial inestable, el nuevo gobierno encabezado por Friedrich Merz apuesta por el consumo doméstico como vía para retomar el crecimiento. El país, que durante décadas se apoyó en sus exportaciones, enfrenta ahora la necesidad de fortalecer su mercado interno.

La caída en la demanda internacional, la guerra comercial y la incertidumbre financiera empujaron a las autoridades a proponer medidas orientadas a mejorar el poder adquisitivo de los hogares. Entre ellas se destacan la reducción de impuestos y el aumento del salario mínimo. Sin embargo, los especialistas advierten que estas decisiones podrían no ser suficientes para generar un cambio de comportamiento en una población caracterizada por su alta propensión al ahorro.

La apuesta del nuevo gobierno

Friedrich Merz, próximo canciller y líder de una coalición entre los conservadores y los socialdemócratas, anunció un paquete de políticas orientadas a estimular la demanda interna. Entre las medidas se incluyen recortes impositivos para los sectores de ingresos bajos y medios, la eliminación de impuestos sobre las horas extra, y beneficios fiscales para quienes trabajan después de la edad de jubilación.

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Con la eliminación de impuestos sobre las horas extra, el gobierno incentiva a los trabajadores a gastar más.

Además, se prevé una suba del salario mínimo hasta los EUR 15 por hora. También se reducirá el IVA aplicado a los alimentos en restaurantes, que pasará del 19% al 7%. El objetivo es claro: poner más dinero en los bolsillos de los consumidores y fomentar el gasto.

Merz expresó que estas políticas buscan compensar la baja en la demanda de bienes alemanes en el exterior. Afirmó que el país necesita fortalecer su consumo interno y su nivel de inversión. La idea de que Alemania debe dejar de depender de sus exportaciones no es nueva, pero cobró fuerza frente a los desafíos actuales.

Obstáculos para activar el consumo

Pese a los esfuerzos del gobierno, varios economistas y actores del sector comercial ponen en duda el impacto inmediato de estas medidas. El país cuenta con una de las tasas de ahorro más altas del mundo. En 2023, el índice de ahorro de los hogares alcanzó el 20%, superando ampliamente el promedio de la Unión Europea, que se ubicó en 15%.

La incertidumbre política y las señales de enfriamiento del mercado laboral reforzaron una actitud conservadora en el consumo. Salomon Fiedler, economista de Berenberg, explicó que los cambios fiscales pueden tardar en traducirse en nuevas conductas de gasto. Carsten Brzeski, jefe de análisis macroeconómico global, sostuvo que los consumidores alemanes parecen necesitar un incentivo más emocional o simbólico para modificar sus hábitos.

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Tiendas como Kleiderei promueven el alquiler de ropa usada como forma de desacelerar el consumo y reducir el impacto ambiental.

El sector minorista también se muestra cauto. La Asociación Alemana de Comercio (HDE) valoró las iniciativas del gobierno, pero descartó que se observe un repunte fuerte del consumo en el corto plazo. Deutsche Bank, por su parte, describió las medidas como “regalos fiscales diversos” y advirtió que el alivio para las familias será limitado por ahora.

Dentro de la misma coalición oficialista ya comenzaron los cruces por el financiamiento de las propuestas. Merz advirtió que los recortes de impuestos solo se implementarán si el presupuesto lo permite. Esta disputa genera dudas sobre la efectividad del plan en su conjunto.

Nuevas tendencias de consumo

En paralelo, se observa una transformación en los patrones de consumo. Muchos ciudadanos optan por gastar menos, no por necesidad económica, sino por convicciones personales. La preocupación por el impacto ambiental se volvió una variable central en las decisiones de compra.

En Berlín, la tienda Kleiderei ofrece un modelo alternativo al consumo tradicional. Allí, los clientes pueden alquilar ropa usada por una tarifa mensual. La propuesta se presenta como una “biblioteca de ropa”, donde se promueve el uso responsable de prendas ya existentes. Su directora, Lena Schroeder, señaló que el objetivo es desacelerar el consumo y formar una comunidad en torno a la sostenibilidad.

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La tienda cuenta con cinco locales físicos en Alemania y una colección de 60.000 piezas, todas de segunda mano y cuidadosamente reparadas. Según Schroeder, la experiencia de tocar la ropa y decidir con calma qué llevar mejora la relación del cliente con lo que consume.

Este tipo de prácticas encuentra respaldo en el discurso de influencers que promueven hábitos sostenibles en redes sociales. Lisa Monaco, creadora del blog Nachhaltig4Future, comenzó su proyecto en 2020, durante la pandemia. A través de sus publicaciones, comparte consejos que van desde kits reutilizables hasta productos de limpieza sustentables.

Monaco afirmó que la publicidad busca que la gente compre más, pero que eso ya no tiene sentido en un mundo con exceso de bienes. Su visión conecta con una parte de la sociedad que prioriza valores por sobre el consumo de lujo.

Barbara Engels, economista del instituto IW, explicó que los influencers son hoy quienes capturan la atención del consumidor joven. Según un estudio del Development Engagement Lab realizado en 2023, el 60% de los alemanes ya consume de manera sostenible en algún aspecto, y el 71% expresó deseos de hacer aún más.

Una tarea de largo aliento

El desafío que enfrenta el nuevo gobierno no se limita a lo económico. Convencer a una sociedad que valora el ahorro, y que se inclina por un consumo moderado o responsable, requerirá tiempo y constancia.

Los estímulos fiscales y las medidas salariales pueden generar cierto movimiento, pero no garantizan un cambio de fondo. Brzeski sintetizó la situación al afirmar que “hacer que los consumidores alemanes vuelvan a gastar” no será una tarea sencilla. La transformación debe apoyarse tanto en políticas públicas como en un nuevo contrato cultural sobre el valor del consumo.

Alemania se encuentra en una etapa de transición. Mientras busca fortalecer su mercado interno, también observa una transformación social que redefine las prioridades de sus ciudadanos. La combinación de medidas económicas y nuevas formas de consumo marcará el rumbo en los próximos años.

(AT/Reuters)

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