Buenos Aires (AT) – El gobierno de Alemania autorizó un ajuste en las asignaciones presupuestarias para proyectos climáticos, con recortes de miles de millones de euros. El ajuste ya fue aprobado en el presupuesto para el año 2024, y recibió el apoyo de todo el arco político.
El mes pasado, la máxima instancia judicial del país revocó el plan gubernamental de redestinar EUR 60.000 millones a un fondo de emergencia por la Covid-19. Esto generó un hueco de EUR 17.000 millones en el próximo presupuesto. Tras varias negociaciones, la coalición gubernamental finalmente llegó a un acuerdo durante esta semana.
El Canciller alemán, Olaf Scholz, destacó en conferencia de prensa que el gobierno sigue comprometido con sus objetivos climáticos. Sin embargo, admitió que “debemos manejarnos con menos recursos para alcanzar estos objetivos”.
En concreto, entre las medidas de ahorro de EUR 17.000 millones para el próximo año se encuentran la reducción de subsidios para el clima y la disminución del gasto en ministerios claves como transporte, medio ambiente y trabajo. Además, se reducirán los fondos destinados al Fondo de Clima y Transformación (CTF) en EUR 12.000 millones para 2024, y en EUR 45.000 millones en la planificación financiera hasta 2027.
El gobierno también tiene la intención de poner fin a los subsidios para autos eléctricos: a partir del 1 de enero de 2024, los subsidios se limitarán a vehículos con un precio de EUR 45.000 o menos.
La contracara del ajuste climático
Este ajuste presupuestario se produce en un contexto en el que más de la mitad de los alemanes expresan una gran preocupación por el cambio climático. Según una encuesta de la Fundación Bertelsmann, el 55 por ciento afirma estar “muy” o “extremadamente” preocupados.
La encuesta también reveló que el 69 por ciento de los alemanes respaldan la transición a energías renovables, y solo un 12 por ciento la rechaza por completo. Sin embargo, solo el 56 por ciento apoya el cambio a energía verde en el transporte. El motivo es claro: consideran que afectará a los ciudadanos de bajos ingresos y a los habitantes de zonas rurales.
Además, tres cuartas partes de los encuestados dicen que la transición energética es costosa, y un 39 por ciento afirma que amenaza la prosperidad económica del país. Apenas el 21 por ciento cree que la transición se está implementando de manera justa. Y dos tercios piensan que los hogares de bajos ingresos deberían recibir un alivio financiero para mitigar los costos.
Sara Holzmann, una economista de la fundación, dijo que el estudio no indica que los ciudadanos alemanes estén en contra de la acciones a favor del medio ambiente, aunque los políticos deberían tomar en serio sus preocupaciones. “Nuestros resultados subrayan que las medidas de política climática deben diseñarse y comunicarse mejor”, dijo a Holzmann en la presentación del informe.
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