domingo, 9 de junio de 2024

Buenos Aires (AT)Amador Sánchez Rico lleva la diplomacia en el ADN y lo transmite. Padre de dos, casado con Sonia lleva a cuestas una vida entre Madrid, Bruselas, Nueva York, México DF y desde 2021, en Buenos Aires. En diálogo con Argentinisches Tageblatt y a un año de volver a empacar, poco se le nota el cansancio de una vida nómade que supera las dos décadas. Mucho más la pasión por defender una idea que por estos días cotiza en alza, la de la colaboración multilateral a la hora de resolver problemas. Es algo que sabe transmitir también puestas adentro de su propia casa. “En casa, mis hijos hablan en inglés, se pelean en francés y yo los reto en castellano”, comentaba en un entrevista anterior. Desde sus oficinas que sobrevuelan el Río de la Plata, Sánchez Rico se declara no solo optimista por mandato sino de nacimiento en la entrevista con Argentinisches Tageblatt. A pocos días de arrancar las elecciones que definirán el próximo Parlamento Europeo, un nuevo ejecutivo regional y -probablemente- la hasta hace poco impensable idea de una Defensa común europea, Sánchez Rico, reconoce que el bloque vive una crisis sistémica. Al mismo tiempo, está convencido de que el bloque aprovechará el reto para evolucionar. “Hablar de un ejército europeo, cuesta, porque en el ADN de la Unión Europea está la paz. Pero también es verdad que hoy estamos hablando de rearmarnos”, sostiene. La visión de un ciudadano del mundo sobre un futuro que ya supera las fronteras de Unión Europeo y cómo la Argentina tiene todas las de ganar para aprovechar el momento, si hace sus deberes.

Argentinisches Tageblatt: ¿Por qué la Unión Europea necesita embajadas afuera y cuántas embajadas tiene?
Embajador Amador Sánchez Rico: Mira, es muy buena pregunta porque somos muy desconocidos, tanto dentro de la Unión Europea como fuera de la Unión Europea UE. Hoy, la Unión Europea tiene una red de 150 delegaciones y es la red de embajadas más grande del mundo. La razón es que la UE, cada vez tiene mayores competencias en materia de política exterior, comercial, económica y de cooperación. De hecho, la Unión Europea es hoy el primer contribuyente en materia de cooperación, de ayuda al desarrollo y en ayuda humanitaria.

Sin embargo, los países miembros de la UE siguen manteniendo su propia diplomacia. ¿Por qué?
Los roles están muy claramente definidos. Por ejemplo, en materia consular tenemos muy poca o nula competencia. No damos visados, ni pasaportes. Nos ocupamos de las competencias comerciales y de la cooperación a nivel bloque. El mejor ejemplo: el acuerdo Unión Europea-Mercosur. Este es un acuerdo más bien de comercio. Eso es una competencia exclusiva de la Unión Europea, de las instituciones. Otras de nuestras competencias, son las inversiones en este país. El “Global Gateway”, que es una agenda muy ambiciosa de inversiones en América Latina y en la Argentina, es también un tema nuestro.

Hoy, arrancan las elecciones europeas. El avance de la derecha genera temor y convierte a estas elecciones que solían ser más bien aburridas en cruciales, como lo definió Emmanuel Macron en Alemania en estos días ¿Cómo se llega a este dramatismo y momento decisivo?
En la Unión Europea tenemos todavía mucho margen de mejora para explicar lo que es la Unión Europea y para acercar las instituciones europeas al ciudadano. Creo que esto es gran parte de esto: hay todavía un gran trabajo que hacer para acercar las instituciones al ciudadano, ya que en Bruselas, cada vez, se deciden más cosas. También es verdad que son elecciones donde se puede llegar a manifestar un voto de rechazo a los líderes actuales, que haya cosas entremezcladas porque las personas no saben exactamente por qué vota yo el signo de su voto. Esto pasa también en elecciones nacionales y creo que son las reglas del juego. Lo que es cierto es que con estas elecciones, se decide un nuevo Parlamento, se decide un nuevo Ejecutivo Comunitario, una nueva Presidencia de la Comisión, que puede ser Ursula von der Leyen, y que deriva por cinco años en un nuevo rumbo político.

Sin embargo, la Unión Europea tiene hoy que definirse en escenario internacional como nunca en su historia. Debe definir una posición propia ante la agresión de Rusia a Ucrania. En ese contexto, no tiene mucho tiempo, como bien nos lo enseño la pandemia y ahora la guerra. ¿Qué sería ese nuevo rumbo político?
La pandemia y la guerra aceleraron un proceso que ya venía de 2019, cuando llega Ursula von der Leyen a la presidencia. Para decirlo con ejemplos, con la pandemia nos damos cuenta de que no fabricamos ni una mascarilla en Europa; de que no fabricamos ni un ventilador mecánico en Europa; de que no fabricamos o producimos un gramo de paracetamol en Europa; de que nos tenemos que replantear las cadenas de suministro. Después llega la guerra y vemos que dependemos en un 80% del gas ruso. En Estados Unidos puede llegar ahora un presidente que ya dejó claro de que no nos va a ayudar en materia de seguridad. Es decir, que tenemos que también tomar cartas en el asunto de nuestra defensa común. Sin embargo, todo esto son las prioridades de una UE geopolítica y con soberanía o autonomía estratégica que viene de 2019. Eso significaba ya entonces dejar de depender tanto de China, de Estados Unidos y de Rusia. La gran tarea que tenemos pendiente para los próximos cinco años, más allá de la geopolítica y de la autonomía estratégica, es la defensa común.

Amador Sánchez Rico, sentado izquierda fondo Puerto Madero
Amador Sánchez Rico

Los caminos de la Unión Europea suelen definirse como uno para adelante, dos para atrás. O sea, la Unión Europea necesita crisis para poder avanzar, un momento de casi ruptura para evolucionar. Pasó con el Tratado de Schengen, el Tratado de Maastricht, que dio pie al Euro. Ahora, Europa está amenazada en su propio territorio. ¿Cómo podemos imaginarnos un ejército común, si ni entre París y Berlín saben coordinarse en cuanto cómo avanzar en Ucrania?
Vamos a ver, no sé si son dos pasos adelante y uno atrás o dos para adelante y uno para atrás (sonríe). Pero coincido en que la Unión Europea se ha venido forjando en las crisis. Ahora, tras los grandes avances en materia de soberanía de las fronteras y de la moneda, el tercero es el de la defensa. Sin embargo, hablar de un ejército europeo, cuesta, porque en el ADN de la Unión Europea está la paz. No obstante, es verdad que hoy estamos hablando de rearmarnos, de subir el gasto de defensa del 0,5 al 2%, de estar dando armas a Ucrania.

La dirección sigue pareciendo difusa, cuando el presidente francés habla de enviar tropas europeas a Ucrania, mientras el canciller alemán mira hacia Washington -y no a Bruselas-, para ver cuándo le autoriza a Ucrania el uso de las armas sumnistradas a Kiev para atacar objetivos rusos. En ese escenario, ¿cómo puede la Unión Europea llegar a tener un Comisario de Defensa o una potestad defensiva más activa y mucho más directa?
Creo que es muy necesario. Por otro lado, es evidente que necesitamos una mayor integración de nuestros sistemas de defensa a nivel de los 27. ¿Como se llega a eso? Un Comisario de Defensa puede ser un camino, pero aún más lo es tener una agenda ambiciosa en este ámbito para llegar, como le decía, a una mayor integración, interoperabilidad, economía de escala, y a una verdadera industria armamentística europea.

¿Cuán real hay que considerar el fantasma de una guerra en el corazón de Europa?
Eso es algo que hay preguntárselo al presidente Putin. Nosotros no estamos en guerra con Rusia, está clarísimo. Nuestras sanciones no van contra el pueblo ruso, ni queremos escalar, ni queremos tener un discurso beligerante. Pero por otro lado, no podemos permitir que Putin se salga con la suya, bajo pretextos falsos. Él está actuando con ansias imperialistas, con un sentido de la historia revisionista, revanchista, y esto es una flagrante violación de las reglas internacionales. Queremos que Ucrania decida su propio destino y que no sea Putin el que decida el destino de los ucranianos. Si los ucranianos quieren estar en la Unión Europea, es decisión de ellos. Ellos tienen que decidir dónde quieren estar.

En ese reordenamiento que atraviesa la UE, los socios comerciales también cobran una nueva relevancia. No obstante, el acuerdo Mercosur-UE, que mencionamos antes  sigue haciéndose desear. Mientras, China sigue avanzando. Incluso la EFTA, el bloque que conforman Suiza, Islandia, Liechtenstein y Noruega, estaría más cerca de cerrar un acuerdo con el Mercosur. Entonces, ¿qué chances ve Usted de que la UE y Mercosur firmen este año?
Varias veces hemos estado muy cerca de cerrarlo. Hemos tenido muchos problemas internos; a ambos lados. la Unión Europea se ha ido ampliando hacia el Este. Por otro lado, hemos tenido problemas de vecindario. Hemos estado quizás demasiado obsesionados con Venezuela, Cuba, Nicaragua, en lugar de estar pensando más en lo que nos une y no tanto en lo que nos divide. Entonces, ha habido distanciamiento por ambos lados. ¿Cuál es la consecuencia de todo esto? Que otros ocupan el terreno. China, por ejemplo. Hoy, estamos en un momento geopolítico en el que nos necesitamos mutuamente. Y si no somos capaces de sacar este acuerdo adelante en los meses que vienen sería, de verdad, muy desilusionante, frustrante. Porque estamos hablando de un acuerdo muy ambicioso de 800 millones de habitantes de ambos lados, con economías muy complementarias, muy complementarias, en los que yo creo que saldríamos ganando en todas las líneas.

Insisto, ¿vé posibilidades de que un acuerdo Mercosur-UE pueda llegar hasta fin de año, más aún ante la necesidad de un nuevo gobierno europeo?
Nací optimista y me pagan por ser optimista. Por esó sí lo veo y espero que seamos capaces de mirar toda la película y de que seamos ambiciosos. Para entenderlo, deberíamos considerar mucho el coste de un “no acuerdo”, que el coste de un acuerdo.

Amador Sánchez Rico

La Argentina atraviesa mientras su propio laberinto. Hay un nuevo gobierno que promueve la apertura de la economía y el acoplamiento al bloque occidental. Sin embargo, los costos son altos. Desde la Unión Europea, ¿qué cambios notan en la Argentina hoy que van en la dirección correcta? ¿Y qué necesitarían ver más para que la Argentina pueda integrarse a la cadena de valor global?
Estamos muy expectantes. Hay un nuevo rumbo, completamente nuevo, como dice. Vemos elementos muy positivos en cuanto a la voluntad por parte de las nuevas autoridades. Ahora, hay que ver cómo se traduce eso en los hechos. Porque hay que ver los hechos más que los dichos. Vemos con muy buenos ojos la incorporación o adhesión de la Argentina a la OECD. Vemos con muy buenos ojos la apuesta decidida de este Gobierno por el acuerdo UE – Mercosur, que son muy buenas noticias. Vemos también con muy buenos ojos la desregulación del mercado para las inversiones europeas. De hecho, tenemos hoy 800 empresas europeas interesadas en este país; en que se supriman o que desaparezcan las SIRAS y que haya más facilidad para invertir. Vemos también muy bien y tenemos mucho contacto con este gobierno para trabajar en materia de defensa con la UE; con el apoyo a Ucrania. En fin, todas son señales importantes y bienvenidas.

¿Qué lugar ocupa la Argentina hoy en el radar del UE?
Ocupa un lugar principal, en Bruselas, en Europa. Se ve a la Argentina como un socio clave, dentro de la región. Pero la verdad es que esto tiene mucho que ver con el pasado porque tenemos un pasado muy, muy sólido. Pero tenemos que ser mucho más ambiciosos. Porque hay mucho para hacer con la Argentina. La Argentina tiene todos los recursos naturales del mundo que nosotros necesitamos en Europa, para nuestra transición verde y transición digital. Me refiero evidentemente al litio, al hidrógeno verde, que, en este país, tiene unas características únicas; y claro está, a Vaca Muerta. Ojalá el gas natural de Vaca Muerta pudiera estar llegando pronto a Europa, también el litio, el hidrógeno. Pero también es verdad que hay deberes que hacer, en materia de protección de inversiones y desregulación. En ese sentido, ojalá la esta apuesta pueda convertirse en ley; que la Ley Bases, el RIGI y la Ley de Minería y la Ley de Hidrógeno verde puedan ver la luz: Porque todo eso es lo favorece y le da más seguridad a las inversiones de Europa.

Justamente, la UE y la Argentina firmaron en 2023, en el marco del Global Gateway, cartas de entendimiento en cuanto al gas, al hidrógeno verde y al litio, ¿Cómo entra ahí la reconfiguración de la Argentina que estamos hablando? Qué parte le toca a la Argentina de ese paquete?
No hay un paquete asignado por país. El Global Gateway es una agenda ambiciosa de inversiones en el mundo que refleja cómo hace la UE sus inversiones, en cuanto a inversiones sustentables, en lo económico, social y medio ambiental. Es más bien una hoja de ruta de trabajar con los países de la UE y sus instituciones financieras, como puede ser el Banco de Inversiones Europeo. Pero no hay duda de que el Global Gateway va a tener impacto en la Argentina,, con los memorandos que mencionó: energía (Gas y Hidrogenos verde) y materiales críticos, como pude ser el litio.

¿Dónde se ve hoy ese impacto?
Estamos en plena fase de implementación, trayendo empresas europeas, haciendo joint ventures con empresas argentinas. En un mes, viene la Comisaria de Energía. Y estamos con idas y vueltas constantes entre funcionarios europeos y argentinos, pero  sobre todo con empresarios europeos que están viniendo a Salta, Jujuy y Catamarca. Al mismo tiempo, con empresarios argentinos que van a ir en diciembre a Bruselas. Para esas fechas, estamos organizando un evento muy importantes sobre la Argentina, en el marco del Global Gateway.

Embajador Sánchez Rico, muchas gracias por su tiempo.

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