Buenos Aires (AT) – En 1881, el ingeniero e inventor alemán Werner von Siemens cambió la historia del transporte urbano al presentar el primer tranvía eléctrico en un suburbio de Berlín, Lichterfelde. Este avance fue un hito para la movilidad eléctrica, transformando la manera en que las ciudades se organizaban y resolvían sus problemas de transporte.
La invención del tranvía eléctrico surgió como una respuesta a la necesidad de sistemas más eficientes y sostenibles. Durante la segunda mitad del siglo XIX, las ciudades crecían rápidamente debido a la Revolución Industrial. Hasta ese momento, los tranvías eran impulsados por caballos, lo que generaba altos costos de mantenimiento y problemas de higiene. Siemens, un pionero en la tecnología eléctrica, ya había demostrado su ingenio con la invención de la dinamo en 1866 y el telégrafo de puntero en 1847, y tenía una visión clara: utilizar la electricidad para sustituir la tracción animal.
El primer tranvía eléctrico de Siemens operaba en una vía de 2,5 km y alcanzaba una velocidad de 20 km/h, un gran avance en comparación con los lentos tranvías tirados por caballos. Además, representaba una solución más económica, accesible y limpia. La visión de Siemens fue revolucionaria: quería extender su idea por toda Berlín, pero las autoridades de la época dudaban sobre la viabilidad del proyecto debido a las posibles molestias para los ciudadanos durante las obras de construcción.
Impacto mundial: la expansión del tranvía eléctrico
El éxito del primer tranvía eléctrico en Berlín pronto atrajo la atención de otras ciudades europeas y americanas. En las décadas siguientes, ciudades como Budapest, París y Nueva York adoptaron el sistema de tranvías eléctricos, consolidando este invento como una pieza clave en el transporte urbano. En América Latina, Buenos Aires fue una de las primeras en implementar el sistema en 1863.
El diseño original de Siemens, basado en el uso de una línea aérea para suministrar electricidad y un motor eléctrico en el vehículo, se mantuvo durante años. Este diseño no solo impulsó el desarrollo de tranvías en todo el mundo, sino que también sentó las bases para la creación de metros y trenes eléctricos.
La Argentina y el auge del tranvía eléctrico
En Argentina, el tranvía se convirtió en uno de los medios de transporte más importantes del siglo XX. Ciudades como Buenos Aires, Rosario y La Plata vieron crecer redes extensas de tranvías eléctricos. En Buenos Aires, la primera línea de tranvía comenzó a operar en 1863 y, hacia 1950, la red contaba con 42 líneas que recorrían gran parte de la ciudad. En Rosario, se transportaban más de 109 millones de pasajeros al año, reflejando el enorme impacto que el sistema tenía en la vida urbana.
Según los registros de la época, la ciudad de La Plata contaba con una red de 52,65 km que transportaba más de 7 millones de pasajeros anuales. Los tranvías eran un medio de transporte económico y eficiente: el costo de un boleto oscilaba entre 10 y 20 centavos de peso, accesible para los trabajadores y las clases populares.
El declive del tranvía: el gran escándalo del tranvía
A pesar del éxito inicial de los tranvías, hacia mediados del siglo XX comenzó un proceso de desmantelamiento de las redes tranviarias en favor de los autobuses, promovido por intereses comerciales internacionales. Este fenómeno, conocido como el “Gran Escándalo del Tranvía”, fue impulsado por la empresa estadounidense National City Lines, creada por conglomerados como General Motors, Firestone y Standard Oil. El objetivo era reemplazar los tranvías por autobuses a motor de combustión interna, lo que generaba mayores costos operativos y un mercado más rentable para estas empresas.
Este cambio afectó no solo a Argentina, sino también a ciudades de todo el mundo, donde las redes de tranvías fueron eliminadas para dar paso a nuevas infraestructuras para autobuses. En Buenos Aires, los tranvías dejaron de operar en 1961, y la última ciudad en la que circularon fue La Plata, donde el servicio se suspendió definitivamente en 1966.
El Tte. Gral. Ingeniero Thomas Bernard Larkin, contratado por el Banco Mundial para elaborar el “Plan Larkin”, fue uno de los principales responsables de la eliminación de las redes tranviarias en Argentina. Este plan, aplicado entre 1958 y 1962, favoreció la instalación de multinacionales automotrices y promovió la idea de que los autobuses representaban el progreso.
Renacimiento del tranvía: un nuevo paradigma de movilidad sostenible
Con el avance de las tecnologías y el creciente interés por la sostenibilidad, el tranvía ha experimentado un renacimiento en muchas ciudades del mundo. En Europa, países como Alemania, Suiza y Austria han mantenido y modernizado sus redes de tranvía, que hoy en día son un símbolo de movilidad limpia y eficiente.
En Berlín, donde Siemens inauguró el primer tranvía eléctrico en 1881, la red de tranvías sigue operando, especialmente en la parte oriental de la ciudad, donde el sistema sobrevivió a la división impuesta por el Muro de Berlín. Actualmente, el tranvía moderno ha recuperado su popularidad como un medio de transporte ecológico, silencioso y accesible.
En Argentina, el debate sobre la movilidad sostenible ha resurgido con el auge de los vehículos eléctricos y las energías renovables. La implementación de sistemas de movilidad eléctrica ofrece una alternativa a los combustibles fósiles, permitiendo una reducción en la emisión de gases contaminantes y un menor consumo energético. Aunque el tranvía no ha vuelto a las calles de Buenos Aires, el legado de Siemens y la historia de los tranvías en el país siguen siendo un referente para quienes impulsan un transporte público más limpio y eficiente.
El tranvía eléctrico, inventado por Werner von Siemens, transformó la manera en que las ciudades se organizaron y gestionaron su movilidad durante más de un siglo. A través de su invención, Siemens no solo revolucionó el transporte urbano en Berlín, sino que dejó un legado que sigue vivo en muchas ciudades alrededor del mundo, incluyendo un resurgimiento en la era de la movilidad eléctrica.
En Argentina, aunque las redes de tranvías desaparecieron a mediados del siglo XX, su impacto en el transporte público sigue siendo recordado como un ejemplo de innovación y sostenibilidad. El renacimiento de los sistemas de transporte eléctrico en todo el mundo plantea la oportunidad de recuperar esa visión pionera, adaptándola a las necesidades y retos del siglo XXI.
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