Buenos Aires / Berlín (AT) – La cerveza lo hace; el gin lo hace; y hasta el whisky lo intenta: ofrecer versiones sin o con poco alcohol. Sin embargo, en el vino, las opciones sin alcohol no logran generar adeptos – aún. Por lo menos no entre los consumidores de Alemania y otros mercados europeos, según la opinión de los vitivinicultores alemanes. De hecho, la venta de varietales sin alcohol apenas representan el 0,5% del mercado, según datos de la Asociación de Viticultores Alemanes. “Aunque el mercado de los vinos sin alcohol está creciendo de forma significativa, sigue siendo un producto de nicho que desempeña un papel más importante en la percepción pública de lo que refleja la cuota de mercado real”, dijo un portavoz de la entidad en diálogo con dpa.
“Los costes de producción siguen siendo altos, ya que hay que comprar una de las llamadas plantas de desalcoholización o encontrar un proveedor que tenga una”, indican los viticultores. “En algunos casos, también hay proyectos conjuntos en los que varios productores producen juntos”, explican desde la asociación.
Una cadena de producción más larga
El vino sin alcohol también implica un paso más en el proceso de producción en comparación con el vino convencional, señala la entidad, lo que aumenta los costes. “Se debe a que primero se produce un vino base, al que luego hay que extraer el alcohol”, agrega.
Sin embargo, Stephanie Megerle, de la asociación de viticultores de Hagnau, a orillas del lago de Constanza, en el sur de Alemania, afirma que, para que resulte rentable a los operadores de las plantas de desalcoholización, hay que comprar cantidades mayores. Además, destaca, la fecha de consumo preferente, que no existe para el vino normal, aumenta la presión para vender y desanima a los clientes acostumbrados a poder conservar el vino durante más tiempo. La fecha de caducidad mínima, de hasta tres años, comienza a partir de la producción, explica el portavoz de la asociación. “Como bodeguero, no puedo almacenar vino sin alcohol en mi bodega durante dos años, sino que debo venderlo lo antes posible”. Según la experta, los sistemas también deberían ser más rentables una vez que la producción sea a mayor escala. “En general, sigue siendo un producto de nicho que deberíamos promocionar. De lo contrario, perderemos a este grupo de compradores”.
No obstante, el mercado está creciendo. Según la asociación, la demanda también debería seguir aumentando porque el consumo de alcohol está disminuyendo en general. La entidad indica que el vino espumoso sin alcohol ya es conocido y popular entre los consumidores.
Un vino para un nueva era
En términos de sabor, el vino sin alcohol no ofrece lo mismo que los tintos o blancos tradicionales. “Es diferente a la cerveza sin alcohol o al vino espumoso, donde el dióxido de carbono ayuda”. Los consumidores no deben tener las mismas expectativas, señalan.
Desde la asociación destacan que el alcohol aporta sabor al producto. Los esfuerzos ahora se centran en estudiar cómo lograr que los productos sean aún más apetecibles desde el punto de vista del sabor, agregan, y destacan que la tecnología mejorará el producto. “Las universidades están investigando mejoras del sabor y el gusto, para que podamos acercarnos aún más al vino”, dice el portavoz de la asociación, que también recalca que las directrices de la Unión Europea marcan cómo se produce el vino sin alcohol. “Definen el proceso y lo que se puede añadir”.
Los productores destacan que el marco legal es importante porque garantiza cierto nivel de calidad. Por otro lado, las personas se han vuelto muy consciente de su salud, por lo cual la demanda de alternativas sin alcohol crece, recuerdan desde la entidad. “Muchos beben menos alcohol o lo dejan por completo”, resumen.
(AT / dpa)
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