sábado, 20 de julio de 2024

Buenos Aires / Berlín – Corre el año 1954. Apenas nueve años antes, la Segunda Guerra Mundial había llegado a su fin. Alemania estaba en ruinas, dividida. El 20 de julio de 1954, el jefe del servicio de Inteligencia Interior de Alemania Occidental, Otto John, viaja a Berlín Oeste para conmemorar el décimo aniversario del fallido atentado contra Hitler. Sin embargo, tras el acto, desaparece. Otto John (45), llevaba casi tres años al frente de la Oficina Federal de Protección de la Constitución (BfV), la entidad de intelegencia de la jóven República Federal de Alemania. En los años del régimen nacionalsocialista, John había formado parte de la resistencia antinazi, al igual que su hermano Hans John. Mientras que Otto pudo escapar a Inglaterra tras el fracaso del atentado contra Hitler, el 20 de julio de 1944, Hans fue asesinado por los nazis.

Tras su desaparición en Berlín Oriental, el semanario alemán Der Spiegel calificó la desaparición de John como “la noticia más increíble desde la fundación de la República Federal de Alemania”. Al cabo de un año y medio, regresó a la República Federal. El tiempo que pasó John en Alemania Oriental, generó especulaciones sobre sus motivos y su lealtad. Se habla de intrigas y supuestas borracheras, de traiciones y dilemas morales. El propio John relató que fue secuestrado. Sin embargo, hay testigos que afirman lo contrario. Al día de hoy, todo resulta bastante inimaginable. Eso sí, la historia de Otto John echa luz sobre una sociedad de posguerra que, aparentemente, tenía más facilidad para tratar con antiguos nazis que con sus opositores.

Un sociedad de posguerra

Dos días después del acto, el 22 de julio de 1954, la radio de la República Democrática Alemana (RDA) publicó una declaración de John. “Es necesaria una acción demostrativa para convocar a todos los alemanes a luchar por la reunificación. Por eso, di un paso decisivo en el aniversario del 20 de julio y establecí contacto con los alemanes del Este“.

No obstante, el Gabinete Federal en Bonn parte inicialmente de la hipótesis de un secuestro. “La evaluación del material disponible llevó a la conclusión de que el Dr. John no se encontraba voluntariamente fuera del territorio de la República Federal y de Berlín Occidental“, señala el informe tras una reunión extraordinaria celebrada el 23 de julio. 

Recién una conferencia de prensa el 11 de agosto de ese año aporta un poco de claridad. John se publica un comunicado en el que justifica de su cambio de bando y con una clara crítica a un “renacimiento del nacionalsocialismo” en la República Federal (RFA).

Según escribe el historiador alemán Bernd Stöver sobre el caso, John fue interrogado antes y después por la Seguridad del Estado de la RDA -conocida como Stasi– y el servicio secreto soviético KGB. Una grave “derrota en la Guerra Fría” para el gobierno alemán, señala. “Esto fue orquestado por el KGB”, comenta Daniela Münkel, directora de Investigación en el Archivo de Documentos de la Stasi, la policía secreta oficial de la RDA.

El motivo del presunto secuestro de John era la inminente creación de las Fuerzas Armadas de Alemania (Bundeswehr) y la integración de la República Federal en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que Moscú intentó evitar.

De la Bundeswehr a la OTAN

En 1952, los soviéticos enviaron las llamadas ‘Notas de Stalin‘, que proponían la reunificación de la RFA y la RDA, pero bajo la condición de neutralidad. Sin embargo, Occidente rechazó la propuesta. Por su parte, John estaba preocupado por la unidad alemana. “Probablemente se creyó que podría realizar una diplomacia secreta”, especula Münkel. Además, como hoy se sabe, el excombatiente de la resistencia antinazi también estaba profundamente frustrado porque en Bonn, al entonces capital de Alemania Occidental, antiguos nazis hacían carrera, incluso en su propia oficina de Inteligencia.

Hace unos años, el historiador germano Michael Wala destacó que John no tenía el servicio de inteligencia interior de Alemania bajo control. “Así, numerosos exmiembros de la Gestapo y la SS pudieron trabajar como ‘colaboradores autónomos’, eludiendo a los aliados y a la dirección” de la entidad, señaló. Der Spiegel insinúó en 1954 en un artículo diversos motivos, incluido un juego de poder entre John y Reinhard Gehlen, quien estaba armando el servicio de inteligencia exterior.

El cruce de la “cortina de hierro”

La noche del 20 de julio de 1954, John cruzó en coche la frontera de Berlín Occidental a Berlín Oriental con un conocido, el médico Wolfgang Wohlgemut. Este era un colaborador del KGB, como saben hoy los investigadores. ¿Estaba John al tanto de esto? ¿Realmente tenía la intención de quedarse o solo planeaba una visita? Según Münkel, eso es incierto. Sin embargo, lo que es seguro es que “no fue secuestrado, eso es una tontería”, afirma. “Para la RDA, fue un éxito enorme de propaganda. Imagínese que el jefe de la Oficina Federal para la Protección de la Constitución fuera hoy en día a Moscú. Es una historia increíble”, recalca la historiadora alemana.

Sin embargo, aún más sorprendente es el regreso de John a la República Federal en diciembre de 1955. Según Münkel, un conocido le aseguró que no tendría que preocuparse por ser perseguido. John regresó de forma clandestina y con la ayuda de un periodista danés. Desde entonces, asegura que no fue a la RDA voluntariamente, sino que fue sometido bajo el efecto de drogas. A finales de 1956, John fue condenado a cuatro años de prisión por “traición contra el Estado” y conspiración. Hasta su muerte, en marzo de 1997, intentó obtener su rehabilitación, sin éxito.

Por Verena Schmitt-Roschmann, dpa

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